La Jornada lunes 1 de mayo de 2000

José Cueli
Un pase natural de El Calesa

El arte del toreo recibe siempre vida de su íntimo consorcio con los hábitos del periodo que atraviesa. Muertos para siempre los toros con casta dieron paso a los burelillos actuales para el toreo lento. Se desvanecerá una generación que apreciaba el toreo a toros con pitones, presencia, movilidad y casta. Entendiendo por casta el arte de tirar cornadas. El arte torero entra en un periodo difícil del cual no ha salido y no se ve el camino que ha de conducirle a otra manera de ser.

Sustrayéndose a las severas reglas estéticas a que vivió sujeto el toreo, se observa la tendencia a generalizarse, apoderarse lo industrial, multiplicando hasta lo infinito los pases y descencendiendo de las alturas del arte. Se pueden dar muchos pases sin toreo y todo lo contrario, pocos pases y mucho toreo para filtrarse en toda clase de aficionados y llevarles el impulso regenerador, las nociones de buen gusto y la aspiración a lo bello, es decir, a lo natural que es cautiverio en lo misterioso. Hasta que esa revolución no se dé, el toreo no habrá encontrado un camino.

El toreo parece vivir sus últimos años con nuevas generaciones de toreros, calcas unos de otros, borradores de la espontaneidad, que al ser vencida, hará que la poesía desaparezca de los ruedos. La única forma que el toreo se torne arte, es al crear fantasía, ficción, otra cosa, rastreo de los orígenes. Todo lo contrario de lo que observamos en la actualidad; producción de pases a destajo, en especial, derechazos sin liga de continuidad, en medio de bailoteo. Lo mismo las figuras que los llamados del montón.

Los cabales eternos soñadores, seguimos domingo a domingo (cada vez menos) instalados en el deseo de que el toreo se torne arte, o de perdida emoción, producida por la originalidad del toreo. Sueños guajiros, los toreros siguen con su torear industrializado, a bureles amaestrados. Y por si fuera poco, mal industrializado y cuando sale de sorpresa un torero diferente que dice algo (El Pana) no interesa a los empresarios... Esperemos no suceda lo mismo a El Calesero III; que puede ser el torero esperado por los aficionados. El Calesa dio un pase natural. Sólo uno, que fue torería pura y rasgueo de guitarras, otra cosa. Su falta de sitio, le impidió redondear al igual que al valeroso Chaval, que se llevó un cornadón... De los novillines de La Muralla, mejor ni hablar...