Buscan una ley que proteja a víctimas de la violencia política

Comité de Viudas de El Charco: luchar por el castigo
a los responsables y por indemnización

 

(Maribel Gutiérrez)

En la región mixteca de Ayutla de los Libres, Guerrero, actúa una nueva organización, que es el Comité de Viudas de El Charco. Sus integrantes son ocho mujeres que perdieron a sus esposos el 7 de junio de 1998, cuando tropas del Ejército atacaron la escuela primaria bilingüe, y murieron ahí 11 personas, que se encontraban en una reunión de comunidades a la que asistieron guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
Ellas se quedaron solas, la mayoría al frente de familias numerosas. Tienen que cuidar a sus hijos, trabajar en el campo, emplearse como peonas, hacer el trabajo doméstico y además buscan la manera de exigir justicia. Piden castigo para los responsables de la muerte de sus esposos, que el gobierno indemnice a los deudos, y denuncian la presencia hostil del ejército en la región y exigen su salida.
Con ayuda de maestros de las comunidades, las viudas comenzaron a organizarse y su movimiento tuvo más difusión. El 7 de junio de 1999, participaron en la convocatoria al acto luctuoso con motivo del primer aniversario de la masacre. Tres de ellas hablaron en un mitin, y expusieron sus sentimientos.
Catalina Leobardo Aurelia, de 23 años, dijo: "Yo soy una de las viudas de la masacre que hizo el gobierno en esta comunidad el 7 de junio de 1998. El Ejército mató a mi esposo. Maldito gobierno, por lo que hizo yo me quedé sola con mis seis hijos. Yo y mis compañeras exigimos justicia, que se castigue a los culpables".
En idioma mixteco, Joaquina Margarita Castro Morales, madre de seis niños, exigió: "que el gobierno cumpla, que dé alimentación para mis hijos, porque el ejército vino a hacer ese daño".
La más joven de las viudas, de 18 años, Eustolia Castro Ramírez explicó: "Mi hija de ocho meses quedó huérfana antes de nacer. Su padre fue asesinado por soldados del Ejército federal. Desde el 7 de junio del año pasado he reclamado justicia, pero me he dado cuenta de que no hay voluntad para reparar el daño. El ejército sigue molestando a nuestro pueblo, nos espantan, nos amenazan, no se conforman con haber matado a 11 campesinos indefensos".
La representante en Acapulco de Mujeres en Lucha por la Democracia, Rosa María Gómez, gestionó el apoyo de la Fundación Ovando y Gil, del PRD, que apoya a hijos de sus militantes muertos por motivos políticos.
Al principio hubo dudas en el PRD sobre la militancia de los muertos de El Charco, que tenían el estigma de guerrilleros del ERPI. Las viudas explicaron que sus esposos habían asistido a una reunión para tratar los problemas de sus comunidades, y que eran militantes del PRD.
En julio de 1999 consiguieron 28 becas, de 200 pesos por niño al mes. Pero la beca de la Fundación Ovando y Gil sólo puede durar tres años.
Mientras, las viudas siguen luchando por el castigo a los autores de la masacre, la reparación del daño, y que se retire el Ejército de la región, donde ha establecido incluso campamentos permanentes.
El caso de El Charco llevó a las Mujeres en Lucha por la Democracia a plantear la necesidad de una ley para la protección a las víctimas de la violencia política.
Explica Rosa María Gómez que las víctimas de la violencia que quedan desamparadas necesitan la protección inmediata, y esto se tiene que establecer en una ley de asistencia social.
Se trata, dice, de establecer el derecho a la indemnización, que no se vea como una concesión o dádivas del gobierno responsable de la violencia. Por el momento, la idea se está sometiendo a consulta entre grupos sociales, para llevarla después al Congreso del estado de Guerrero.

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