Lunes en la Ciencia, 3 de abril del 2000
La ciencia, patrimonio cultural
Carlos H. Avila Bello
El arte, en sus diferentes expresiones, forma parte del patrimonio cultural de la sociedad. El trabajo de un artista es un proceso consciente y racional, al término del cual surge una obra de arte como una realidad dominada; por lo tanto, el artista debe conocer su oficio, comprender reglas, procedimientos, formas y convenciones que posibilitan a otro(a) identificarse con su obra y apropiarse de ella para sentirla y crecer como ser humano. Lo anterior permite desarrollar en cada sociedad una identidad, que es un sentimiento compartido de apreciación, valoración y reconocimiento de objetos, recursos, palabras y actitudes ante la vida. Todo ello forma parte del patrimonio cultural.
Pedro Paz Arellano (La Jornada, 07/05/99) definió el patrimonio cultural como "un universo dinámico, no efímero como la moda; lo forman un conjunto de objetos, prácticas y creencias significativas seleccionadas tanto por las instituciones como por los sujetos sociales".
En nuestra sociedad existe la tendencia a considerar
patrimonio cultural a obras pictóricas, escultóricas,
literarias o monumentos, pero no a la ciencia, separación
mencionada por Luis Benítez Bribiesca (Lunes en la
Ciencia, 29/03/99). Pero, Ƒpor qué considerar a la
ciencia patrimonio cultural del país? La respuesta está
en los orígenes del arte.
El arte era una ayuda mágica para explicar un mundo real, pero inexplorado; en él se combinaban de diferente manera la religión y la ciencia. Es por medio del arte que se trata de incitar al ser humano total, permitir al yo identificarse con la vida de otro y apropiarse de lo que no es pero puede ser. En el alba de la humanidad el arte tenía muy poco que ver con la belleza y nada en absoluto con la estética, era un instrumento mágico o un arma en la lucha por la supervivencia (Ernst Fischer. 1973. La necesidad del arte. Península. Barcelona, España. 270 pp.).
Un buen ejemplo de lo anterior son las pinturas rupestres. En ellas se representaban eventos importantes para la comunidad, pero al mismo tiempo era una manera de comunicar a los que no participaban directamente la forma de realizar el proceso; con ello se aprendía a través de la experiencia de otros y, con base en la observación cuidadosa de nichos, cambios en el tiempo climático y el comportamiento de animales y plantas; pensando en la cacería o la recolección, se sentaban las bases para una de las ciencias de mayor actualidad: la ecología.
Si se piensa en las diferentes actividades científicas que efectúa un investigador, ello constituye intentos para conocer, preservar y darle sentido a objetos y sujetos que nos rodean y forman parte de nuestra identidad nacional, de bienes públicos que no son muy conocidos pero que se quiere dar a conocer para ser identificados, sentidos, y poseídos por la sociedad.
Son muy admiradas y conocidas las pirámides de Teotihuacán, las obras de Diego Rivera y Remedios Varo, de Octavio Paz o Carlos Fuentes. Sin embargo, Ƒcuánto se admira el hecho de que México posea cerca de la mitad de los pinos del mundo, que sea centro de origen primario de plantas cultivadas, que los grupos indígenas tengan un conocimiento agrícola y ecológico ancestral?
El arte es precursor de la ciencia, y ambos se realimentan. El arte, como invención para explicar y comunicar experiencias, conocimientos y creencias evolucionó junto con el ser humano, a través del trabajo, para luego separarse como actividad aparentemente diferente; pero siempre contribuyó a fomentar nuestras capacidades. La evolución del arte y la ciencia planteó nuevas exigencias de comunicación; ya no eran suficientes la pintura y la escultura, se hizo necesario comunicar lo encontrado a través del lenguaje, en la búsqueda de la satisfacción inicial de las necesidades del grupo. La vida en grupo exige saber comunicarse; qué esperan de uno y qué esperamos de los demás, son preguntas que no nos hemos planteado plenamente. En ellas se encuentra parte de la respuesta a nuestra búsqueda de la consideración, por la sociedad, de la ciencia y los científicos como patrimonio cultural del país.
No hemos tenido la suficiente capacidad para comunicar a la sociedad lo que hemos encontrado y conocer cuáles son sus necesidades. ƑCuántos de los que nos dedicamos a la ciencia hemos presentado proyectos de investigación ante los usuarios potenciales -campesinos, indígenas, industriales, estudiantes, enfermos, amas de casa, etcétera-? Y, tan importante como lo otro, Ƒcuántos hemos estado dispuestos a modificar nuestros proyectos a partir de las observaciones, no necesariamente científicas, de esos potenciales usuarios? Ello constituye un interesante reto: Ƒcómo comunicar a los usuarios de la ciencia esos proyectos y sus resultados?
Los científicos formamos parte de la sociedad y a ella nos debemos; por lo tanto, debemos encontrar los medios para establecer ese vínculo con los grupos que la forman y tienen la necesidad de que el conocimiento científico se ponga a su servicio. Si logramos eso, habremos dado el primer paso para que la ciencia y los científicos sean considerados no sólo patrimonio cultural del país, sino una necesidad.