Lunes en la Ciencia, 6 de marzo del 2000


Problemas contemporáneos en psicología social

Juan Soto Ramírez

Es evidente que la crisis de la psicología social no ha sido superada, sea porque la producción teórica dentro de su campo ha sido muy pobre o porque la confrontación con la realidad ha puesto en claro que el desempeño de la mayoría de sus estudiosos es poco meritoria.

La preocupación por desarrollar microinvestigaciones cuyo afán es, de nueva cuenta, seguir acumulando datos que se suman a otras cantidades indescriptibles de datos, ha relegado la producción teórica. Más aún, el éxito de la frialdad de la actitud cuantificadora al interior de la disciplina ha propiciado una insensibilidad generalizada a los vertiginosos cambios sociales, económicos y políticos a nivel global y local.

psicologia social Mientras los investigadores no logran ponerse de acuerdo en cuál es el objeto de estudio de la psicología, miles de personas siguen entrando en múltiples crisis. La soledad, la melancolía, el suicidio y demás catástrofes del mundo psíquico se convierten, paulatinamente, en signos emblemáticos del mundo contemporáneo, y los psicólogos hacen muy poco al respecto.

La creación de instituciones, organizaciones no gubernamentales e improvisación de consultorios caseros, por mencionar sólo algunos casos, se ha vuelto insuficiente e ineficiente. El quehacer psicológico es cuestionado por una realidad insolente que se ríe a carcajadas de los nulos o casi nulos resultados que arroja la psicología.

La medicina por lo menos se las ingenió para triunfar haciendo para cada malestar una pastillita diferente. A diferencia de ello, la psicología ha perdido la batalla, pues a los viejos desajustes de la mente se les han sumado otros tantos para los cuales no hay ni siquiera un dominio explicativo particular que permita entenderlos.

Y aunque existe un conjunto de necesidades imperantes al interior de la psicología, uno de los aspectos centrales para su desarrollo es problematizar la realidad de manera distinta, obligando con ello a tener lecturas profundas cuyos modos de conclusión no sean los mismos que los de hace 30, 50 o más años, porque si algo ha entorpecido la renovación de la psicología ha sido precisamente la reproducción continua de experimentos y estudios que siguen versando sobre lo mismo. Y si aún no se ha entendido que toda psicología es social por naturaleza se recomendaría abandonar, al instante, la lectura del presente texto.

Lo problemáticamente contemporáneo para la psicología cuenta con un marco de referencia histórico que reconoce la entrada de un nuevo siglo a partir de 1989, y más que someterse a la puntuación de sucesos, se encuentra determinado por los cambios de tendencias o de estructuras. Una conclusión apresurada, pero demasiado evidente, es que en la mayor parte de las universidades se sigue enseñando psicología del siglo pasado o antepasado. Ante el fracaso de los grandes proyectos y el pasaje del pensamiento moderno al posmoderno, que no implica exclusivamente un cambio de paradigma, se ha visto la necesidad de entender que la naturaleza a la que hoy nos enfrentamos es antropogénica, porque el hombre se ha convertido en un factor de coodeterminación.

La primera postura implica entender, entonces, que la naturaleza es un producto social. La segunda implica comprender que nunca podemos saber cuándo nuestro saber es verdadero, porque en todo caso la realidad es simplemente una traducción y surge por medio de la comunicación. La tercera convoca a tomar un espíritu científico diferente: el sujeto es objeto de investigación y el presupuesto de objetividad es inalcanzable o sumamente cuestionable.

La última hace un llamado a entender que, desde hace varios años ya, las teorías de la complejidad han tenido una seria implicación en las ciencias del comportamiento que va más allá de una moda intelectual. Y las problemáticas que se desprenden de ello son vastas, por lo que es incipiente seguir pensando que el estudio de las actitudes, las representaciones sociales, la influencia social, la violencia urbana, el conformismo, la sumisión y el poder, sólo por mencionar algunos, sigan siendo aquello de lo cual debe encargarse la psicología social.

Los problemas contemporáneos en psicología social se encuentran en los dominios de la epistemología y la ecología, la complejidad, las narrativas, la cibercultura y las estructuras cotidianas, y no en esos rancios estudios que, como las galletas saladas y el pan que no se tapan bien, se hacen duros en unos cuantos días.

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