La Jornada sábado 4 de marzo de 2000

Luis González Souza
ƑDerrota en la UNAM?

Con mayor o menor desparpajo y soberbia, los adictos a una vida gorilesca, a una sociedad sin jóvenes pensantes, a una UNAM postrada y a una nación en estado de coma, ya celebran la derrota del movimiento estudiantil. Su euforia es tan lógica como el daño de sus adicciones. Pero si esa derrota estuviese en efecto consumada, entonces el resto de la sociedad tendría más bien que preocuparse, y mucho.

En primer lugar, porque el movimiento estudiantil de la UNAM surge en un momento decisivo para el futuro del país. No sólo por las elecciones "milenarias" que se avecinan. También, porque ya era tiempo de replicar el impulso más profundo que México ha logrado últimamente en sus afanes de justicia y democracia: el movimiento zapatista. Hasta donde sabemos, nunca ningún país ha logrado democratizarse a fondo, sin luchas clave de la sociedad. Y esto nada tiene que ver con la disyuntiva entre radicales y gradualistas. Sólo tiene que ver con congruencias o incongruencias en la lucha por la democracia.

En segundo lugar, lo que este movimiento estudiantil pone en juego es ni más ni menos que el derecho de México al desarrollo. ƑO acaso algún país puede desarrollarse sin una base educativa sólida, bien engarzada con su proyecto nacional? ƑPuede alcanzarse esa base educativa sin la UNAM? No invitamos a un pleito (falso) entre globalifílicos y globalifóbicos. Sí es en cambio inevitable identificar a quienes ya ni siquiera creen en un proyecto nacional: digamos los globalaceados o globalisiervos.

Para no extendernos, este movimiento estudiantil es también muy importante porque invita a que nuestros jóvenes transiten de la generación equis a la generación del šbasta!, por llamarla de algún modo. No sobra parafrasear el cliché: sin jóvenes educados en una dignidad rebelde, ninguna nación tendría, ni futuro ni presente.

Por si fuera poco, esa transición cultural se antoja más creíbles y trascendente que la promovida en el tablero de la vieja política. Y se la impulsa con un movimiento estudiantil tan novedoso, que hasta la fecha no logramos comprenderlo. ƑEs espontáneo o fraguado? ƑContestatario o propositivo? ƑDe ideas o de puntadas? ƑMaximalista o minimalista? ƑPuro desmadre o estoico de a madres? ƑAnarquista o totalitario? ƑNihilista o utópico? ƑHorizontal, vertical u oblicuo? ƑSin caudillos o con polizontes acaudillados? ƑPlagado por la desconfianza, o confiado hasta de los infiltrados? ƑCon negociadores rotados por la suerte, o con la suerte de que cualquiera puede fungir como negociador? ƑBeligerante, o tan pacifista que hasta estampas de amor opacaron la toma gorilesca de la universidad, de por sí negra? En fin, Ƒes otro hijo más de la subcultura de la derrota, o más bien padre de una cultura victoriosa? ƑEs víctima del viejo asambleísmo o émulo, con sus propias modalidades, del mandar-obedeciendo? ƑEstá autoaislado o expandido hasta otros países no obstante su linchamiento por los medios de trituración?

Tal vez es todo eso y más. O tal vez no lo comprenden ni los sabios de ultramar. Mucho menos, quienes no han sido capaces de aumentarle la graduación a sus anteojos analíticos. Lo que sí está claro, es la creatividad de este movimiento estudiantil. De ella hay que echar mano ahora, y contagiarnos todos.

Solución tan falsa como el IPAB, el golpe policiaco-militar sufrido por la UNAM ųpor todos los partidarios de la democracia en el paísų a lo sumo es una derrota parcial del movimiento. Lejos de resolver el conflicto, despeja el campo para nuevos realineamientos que permitan sumar a más luchadores. Quedan atrás las confrontaciones entre paristas y antiparistas, entre ultras y moderados, entre estudiantes y profesores, lo mismo que disyuntivas como la de reanudar clases o no. Por fin se aclara la polarización central: universitarios vs. antiuniversitarios, defensores vs. sepultureros de la UNAM, dignos vs. indignos ante su gorilesca "recuperación".

No es tan fácil, pues, aceptar la derrota de los estudiantes. No sólo sería la derrota de toda la UNAM. También sería la derrota de todo nuestro futuro como nación. Que rían los adictos a la mano dura, al país-botín y al México desahuciado. Pero los demás no podemos reír. Seguiremos luchando por la revigorización de la UNAM y del país entero.

El tramo inmediato es nítido e indeclinable: la liberación de todas y todos los estudiantes presos.

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