* Comentaron el libro de Claudia Burr Muro


Tamayo, creador de imágenes que juegan a las escondidillas

* Yo miro, miro todo el tiempo... está dedicado a los niños

Víctor Ruiz Arrazola, corresponsal, Oaxaca, Oax., 3 de marzo * El libro Yo miro, miro todo el tiempo, Rufino Tamayo, presentado la noche del pasado martes en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (Maco), dentro de las actividades por el noveno aniversario del recinto, está basado en pinturas y textos del pintor oaxaqueño y fue elaborado por la antropóloga Claudia Burr Muro.

*tamayo-rufino-ni–o-2-jpg Brindis de la alegría, 1985, es la obra que ilustra la portada de este volumen para niños, con una primera edición de diez mil ejemplares que se incrementará a 30 mil, los cuales serán distribuidos en las diferentes escuelas de esta entidad, informó Ildefonso Zorrilla Cuevas, director del Instituto Oaxaqueño de las Culturas, organismo coeditor con Ediciones Tecolote.

La autora del libro dijo que al revisar la obra y vida de Tamayo le sorprendió que este oxaqueño se preocupara por la formación artística de los niños; ''nunca impartió clases a adultos, su interés se dirigió a dar lección de arte a niños no mayores de 12 años. ƑSerá que después de esa edad resulta muy difícil enseñar a un niño a no pasarse de la rayita?".

Burr describió que frente a sus ojos tenía ''interrumpidos fragmentos de la vida del pintor, narrados únicamente por él y como quien arma un rompecabezas, estos fragmentos se acomodaron y encontraron sitio hasta sumar 90 años de vida".

Explicó que en la pintura de Tamayo ''hay imágenes escondidas que aluden a otras realidades y que sin mostrarlas evocan otras imágenes. Comencé un juego solitario entre lo visto y lo no visto, entre lo explícito y lo implícito, entre la luz y la sombra. Abundan en la pintura de Tamayo las imágenes en apariencia simples que contienen otras imágenes que juegan a las escondidillas, transformándose".

Audacia y originalidad

Hacer libros para niños ųabundó Burrų es semejante ''a lo que ocurre con el lenguaje de la poesía; cada palabra se inhibe y aterrizar una cuartilla es lograr la síntesis de la síntesis de la síntesis, porque los niños son impacientes y exigentes lectores. Sin duda hacer un libro no es tarea fácil, pero indudablemente la fase más problemática y pocas veces bien resuelta es su distribución. El libro debe llegar a sus lectores, quienes son los que le dan vida".

Cristina Gálvez, profesora de la Universidad Iberoamericana y directora del Museo de Arte Rufino Tamayo durante 12 años, al comentar el libro sostuvo que en la numerosa y variada bibliografía que genera la obra de Tamayo, con textos de notables escritores como Octavio Paz, Xavier Villaurrutia, Carlos Monsiváis, Carlos Pellicer y muchos otros críticos e historiadores, no sólo de México, sino del mundo entero, ''hacía falta una publicación infantil".

La aparición de Yo miro, miro todo el tiempo ''merece gran celebración, no sólo por ser una de las pioneras en su género, sino por ser bella y atinada publicación y además qué mejor aparición que en el contexto del centenario del nacimiento de Tamayo y en su tierra, donde todavía, con este libro, continúa esa efemérides".

Resaltó que escribir para niños implica diferentes retos y gran responsabilidad. ''El primer compromiso de ellos ųlos escritoresų es conocer y comprender el mundo infantil, además dominar el arte del lenguaje y las características esenciales del mismo arte. No pocas veces cuando se realizan libros infantiles se recurre a formas tediosas de información o a tonos de una especie como de gracia forzada que empobrece el lenguaje y que ubica al niño en un nivel excesivamente elemental, como si no tuviera nada que exigir".

En Yo miro, miro... concurren la audacia, la originalidad y la mano experta, en una sintonía en la que la palabra y las imágenes captan su interés y atención abriendo un espacio de entretenimiento.

Placer por el encuentro insospechado

Claudia Canales, catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México, otra de las comentaristas de la obra de Claudia Burr, al leer el texto Divagaciones sobre El niño en rojo, un cuadro de Tamayo que no aparece en el libro, sostuvo que ''muchos vínculos secretos con su infancia debe haber conservado Tamayo, durante su larguísima vida, sabe Dios cuáles, sabe Dios cómo mantuvo vivas esas fibras delicadas que preservarían hasta el último lienzo las visiones fulgurantes de su niñez. Sólo el talento del artista intuye el camino que conduce a ellas y sólo su ardua búsqueda y su obsesivo afán consiguen alcanzarlas".

Respecto de la reproducción de Brindis de la alegría, Canales dijo que ''el hombre que baila, brinca y ríe en medio del firmamento está celebrando la aparición del libro y anunciando a la vez el gozoso contenido de sus páginas, en las cuales se despliega, además de ese motivo para la felicidad, característico en la obra de Tamayo, la mirada lúdica, la búsqueda curiosa y el hallazgo sorprendente en torno de ella.

Calificó el libro ųcoordinado por Cristina Urrutiaų como un ensayo de observación, ''un juego de entrenamiento, una práctica visual para que niños y adultos experimenten en la pintura de Tamayo el placer del encuentro insospechado: una máscara en un torso femenino, un sombrero en unos zapatos, un alcatraz en un regazo, el rostro completo en la cara de perfil".