La Jornada Semanal, 20 de febrero del 2000



Judith Moreno

cine

La película nuestra de cada día

Cincuenta años después de su primera edición, el Festival Internacional de Cine de Berlín, más conocido como Berlinale, ha hecho virtudes de lo que muchos consideran defectos: la presencia ominosa del cine hollywoodense, en primer lugar, sólo expresa una tendencia mundial de la que no son culpables quienes entregan el célebre Oso. Como un Cassiel wendersiano, Judith Moreno se paseó por Berlín e hizo un registro de los incontables metros de celuloide que este año envolvieron a los habitantes y visitantes de esta fílmica ciudad.

Un hombre joven cruza corriendo la azotea. El tiempo se dilata, se suspende. El hombre hace un gesto de despedida y, por fin, da un salto al vacío. Mientras cae, transcurre una sucesión de ventanas, fragmentos de vidas e historias... como sucede con las 260 películas exhibidas en el Berlinale. Y quién mejor para abrir la edición número cincuenta del festival que el cineasta alemán Wim Wenders con The Million Dollar Hotel , en la que retoma su estilo de entrelazar la música a una ciudad: Lisboa-Madredeus, Cuba-Buena Vista Social Club, L.A.-Bono. Aunque nació en Dusseldorf, Wenders es una figura emblemática de Berlín y su presencia en el festival está marcada por dos aniversarios profesionales: treinta años de trayectoria y veinte películas filmadas. Wenders no oculta su emoción por el significado especial que tiene abrir el Berlinale justo en el lugar donde filmó escenas de su clásica La alas del deseo, cuando parte de la Potsdamer Platz se encontraba tras el Muro.

El Festival Internacional de Cine de Berlín, mejor conocido como el Berlinale, cumple cinco décadas, las dos ultimas bajo la dirección ejecutiva de Moritz de Hadeln, que recalca el caractér mundial y el espíritu europeo del festival aunque, en realidad, poco hay de lo uno y de lo otro. Las veintiuna películas en competencia por el Oso de Oro muestran el peso de la industria holywoodense, que con seis cintas abarca poco más del 25%: El impostor, de Anthony Minghella; La playa, de Danny Boyle, con Leonardo DiCaprio (actor que mueve las simpatías germanas en parte porque su abuela todavía vive en este país); Huracán, de Norman Jewison, inspirada en la vida del boxeador Rubin Hurricane Carter; El lunático, del director de origen checo Milos Forman (Oso de Oro en 1997 por Larry Flynt, el nombre del escándalo); Magnolia, hilarante tragicomedia de Paul Anderson, con Tom Cruise; y la más esperada, Un domingo cualquiera, de Oliver Stone.

La presencia del cine norteaméricano en el Berlinale es histórica; fue el sector controlado por el ejército norteaméricano el que propuso la realización del festival en 1951. Actualmente, el cine de Estados Unidos ocupa 95% de las salas alemanas, en contraste con el 75% en otros países europeos como España.

En presencia sigue Francia con Love me de Laetitia Masson; Gotas de lluvia sobre piedras brillantes; en la que Franois Ozon retoma magistralmente una obra de teatro escrita a los diecinueve años por Fassbinder. La tercera cinta gala es El cuarto de los magos, de Claude Miller, el mismo de La clase de nieve. Por España compite Agustí Villaronga con El mar, la historia de tres jóvenes marcados por los fusilamientos sumarios al triunfo de Franco y la repetición de esa iniciación sangrienta. De Turquía, país del que provienen 250 mil de los habitantes actuales de Berlín, concurre Nubes en mayo de Nuri Bilge Ceylan. Rememorando el estilo épico de la cinematografía rusa, Alexander Proshkin estrenó La hija del capitán, basado en la novela de Pushkin. Paraíso. Siete días con siete mujeres, de Rudolf Thome, no fue del agrado de los espectadores y, de hecho, antes de que se den a conocer los premios, Thome ya ha se ganó la antipatía de la prensa, especialmente la femenina.

Una de las películas que más ha conmovido al público es El camino a casa, de Zhang Yimou, una sencilla historia de amor en la China rural durante la Revolución Cultural de Mao.

La gran ausente de la sección de competencia es Latinoamérica, apenas presente por la exhibición fuera de concurso de la cinta Bossa Nova, de Bruno Barreto.

El Festival de Cine de Berlín muestra 260 películas en diez días, vende 400 mil boletos y recibe a 3,600 periodistas, de los cuales tres cuartas partes provienen de periódicos y revistas y el resto de radio y televisión. Además de la competencia están las secciones Panorama, Foro Internacional de Nuevo Cine, Festival Internacional de Cine para Niños y tres retrospectivas, una sección temática y dos Osos de Oro, por su trayectoria, a Jeanne Moreau y Robert de Niro . El tema de este año, ``Seres artificiales y máquinas maniacas'', retoma el mito del Golem en dieciséis cintas producidas entre 1905 y 1997.

Panorama

A la sección de competencia sigue en importancia Panorama, concentrado en Europa y Asia, con tan sólo una película latinoamericana: Pantaleón y las visitadoras, de Francisco Lomabardi (La ciudad y los perros 1985). Esta sección es menos glamorosa que la de competencia pero permite un mayor acercamiento con los directores; se subdivide en especial y documental, y en este último rubro sobresalen Parráfo 175, sobre la persecución homosexual durante el nazismo; Night Waltz, de Owsley Brown, con música del escritor Paul Bowles; y Pasto, de Ron Mannaclamada.

Foro Internacional de Nuevo Cine

La sección Foro Internacional de Nuevo Cine, dirigida por Ulrich Gregor, es, desde su nacimiento hace treinta años, el fiel de la balanza del Festival al dar cabida a nuevas propuestas fílmicas. Para su edición del 2000, el Foro se concentró en las producciones europeas, en especial de los nuevos países, con temas como el conflicto en Chechenia, la segregación de los Nenet en Siberia y la recomposición de Croacia. Prácticamente recién salido de la sala de postproducción fue estrenado el documental El castigo, de Goran Rebic. Originario de la ex Yugoslavia, este joven cineasta de nacionalidad austriaca filmó en Belgrado desde principios de marzo y hasta el 31 de diciembre de 1999. Su documental muestra la ciudad devastada y a su población civil, especialmente los jóvenes, cuya vida fue truncado por diez años de guerra.

Transmediale

A mediados de los ochenta, el Foro de Nuevo Cine creó una sección especial dedicada al video, de la que hace trece años surgió el Festival Internacional de Media Art oTransmediale, que se celebra durante las mismas fechas que el Berlinale. Trescientos especialistas de treinta países, entre artistas, teóricos, críticos y periodistas. Transmediale se caracteriza por llevar el concepto de ``ambiente'' a todo el espacio que lo alberga en el Centro de Artes Experimentales en Podewil, Berlín Oriental. Cada noche se muestra la obra de los más activos VJ's y DJ«s. Los VJ«s son considerados como la vanguardia en videoarte. Por México compiten dos videos: Piropos, de la serie ``RPM'', de Fernando Llanos (que en 1998 ganó en la categoría experimental del festival viart en Caracas, Venezuela), y Revés, de Adolfo Dávila, creado para el nuevo disco de Café Tacuba. Adolfo Dávila estuvo el 15 de febrero en Transmediale y habló sobre los detalles de la postproducción digital y la música. El día 16, fuera de concurso, se mostraron diez videos de la Universidad de Guadalajara. La respuesta del público a los videos mexicanos fue excelente.

Casa de las Culturas del Mundo

Casi ausente del Berlinale, Africa hace acto de presencia en la Casa de las Culturas del Mundo con una retrospectiva del festival de cine y televisión Ouagadouggou '99. También en la Casa de las Culturas se hace entrega del Oso Teddy, galardón que la comunidad homosexual de Berlín concede a la mejor cinta de tema lésbico o gay presentada en el Berlinale. Entre el jurado de este año se encuentra Arturo Castelán, del Festival Mix de Diversidad Sexual en Cine y Video de México. Algunas de las películas favoritas en este rubro son el documental estadunidense Párrafo 175, de Jeffrey Friedman y Rop Epstein, que habla sobre la persecución homosexual en la era nazi; Gotas de agua sobre piedras ardientes, de Francois Ozon, y también de Francia Lección de Tinieblas, de Vicent Dieutre, una road movie de arte que recrea la estética de la pintura de Caravaggio.

Mercado europeo de cine

El Berlinale es el tercer festival de cine más importante, después de los de Cannes y Venecia, pero el primer mercado de Europa, afirma Hubertus Soquat, del Departamento de Información del Ministerio de Economía. Es aquí donde se hacen contactos y se adquiere y vende lo que se exhibirá durante los próximos meses en Europa. El Imcine promueve Del olvido al no me acuerdo, de Juan Carlos Rulfo, y Rito terminal, de Oscar Urrutia.

Para muchos asistentes, esta quincuagésima edición del Berlinale es la mejor de todas, debido no sólo a las películas presentadas en las diferentes secciones, sino también por sus actividades paralelas, como el ciclo de conferencias y conciertos del músico Michael Nymman -compositor de la música para El piano y la de varios filmes de Peter Greenaway-, o la protesta de los cineastas austriacos a la inclusión del derechista Haider en la coalición de gobierno de Austria. A todo esto deben añadirse la decepción de Rudolf Thome, la vitalidad de Jeanne Moreu, la indiferencia hacia el centenario de Buñuel, la tristeza de Gora Rebic tras un año en Belgrado, los lentes azules de Bono, la pasión shakespeariana de Kenneth Branagh... y qué decir de la mirada enrojecida de los cientos de miles de feligreses que desafían el invierno berlinés para, una vez más, sumergirse en la deliciosa oscuridad y la comunión de la película nuestra de cada día.