Antesala

Notas del cajón

Más allá de la samba y el futbol. Brasil no sólo es el Carnaval y sus espectaculares bañistas con tanga de hilo dental y topless, Ronaldinho y Chico Buarque; también son las fotos de Sebastiao Salgado y la lucha del ecologista Chico Mendes y muchísimas cosas más. Si usted, lector(a) apasionado(a) de la cultura brasileña, quiere profundizar de veras en el fenómeno total que dio origen a ese tumultuoso país, le diré que Brasil conmemora los 500 años de su descubrimiento, o tropezón, del portugués Pedro Alvarez Cabral, quien llegó a la costa de Bahía el 22 de abril de 1500 y tomó posesión (hágame usted el favor) en nombre del rey de Portugal, Manuel, quien en adelante fue conocido como el Afortunado -por obvias razones. Bueno, pues con este motivo la División de Educación Continua de la FFYL de la UNAM y el Centro de Estudios Brasileños de la Embajada de Brasil ofrecen al público el curso Brasil 500 años: historia, política y cultura, cuya coordinación está a cargo de la guapa Dra. Regina Crespo, es de carácter interdisciplinario y cuenta con la participación de profesores brasileños, mexicanos e hispanoamericanos. El curso -que dio inicio el pasado martes 15- consta de cuatro módulos temáticos: 1) Un bosquejo histórico; 2) Música, forma y escritura; 3) Política y sociedad en el Brasil contemporáneo; 4) Dos Américas, dos culturas. Usted puede inscribirse al curso total o a cualquiera de los módulos que le interese. Aunque ya se perdió dos cursos del primer módulo, todavía está a tiempo de inscribirse, si corre al Centro de Estudios Brasileños (Paseo de la Reforma 455, cerca de la Diana Cazadora, del lado en que se le ven las nalgas en todo su esplendor) o llama a los tels.: 5286-5456 (CEB) y 5680-7128. Una buena noticia es que para la comunidad universitaria (whatever that means) hay un descuento del 50 por ciento. También puede decir que esta Antesala no le avisó a tiempo y por eso llegó usted tarde a las inscripciones. ¡Echenme a mí la culpa de lo que pasa!

Xiapas: l'indigenisme en marxa. Esta es la manera como la Universitat de Valéncia titula la exposición del fotógrafo mexicano Raúl Ortega, compañero nuestro que coordina el suplemento Foto de este periódico. La muestra se inauguró el día 11 de febrero a las ``8 de la vesperada'' en el ayuntamiento de Godella, Valencia, y desde entonces el sentimiento de culpa persigue como un fantasma a este antesalista cada vez que recuerda, a toro pasado, que no anunció en la columna tan significativo evento para los fotógrafos mexicanos, a quienes Raúl dignamente representa. Esta es una exposición itinerante que recorrerá durante un año los diversos ayuntamientos que conforman la Generalitat de Valéncia. El catálogo, austero y elegante en su portada azul índigo con tipografía en plata, además de imprimir impecablemente algunas de las ya célebres fotos de Raúl tomadas en torno al EZLN, va acompañado por textos de José Saramago, Eduardo Galeano, Alfons Cervera, Manuel García y Juli Peretó, en versión bilingue. De Raúl es la foto del sup que se volverá famosa por ser la portada del libro Marcos: el señor de los espejos de Manuel Vázquez Montalbán, que se acaba de presentar en Monterrey este miércoles 16. Felicidades, Raúl, y disculpas por el colgón.

Toledo (y su zoociedad) ataca de nuevo. El Instituto de Cultura de la Ciudad de México se anotó un MB (¿a qué me suena esto?) con la exposición itinerante Francisco Toledo. Obra reciente. Hacía ya un rato que no veíamos los nuevos trabajos del maestro juchiteco; estas cuarenta y tres obras que ahora presenta -grabados en metal, xilografías en color y blanco y negro, punta seca y litografías- siguen reafirmando que el universo tolediano es inagotable dentro de su aparente parquedad. Sin embargo este antesalista, acostumbrado a ver la obra de Toledo por causas que ahora no viene al caso contar, encuentra en ellas un sentido del humor más cáustico, casi cruel en su exuberante belleza. Sus insectos son cada vez más humanos, demasiado humanos, o al revés; sus muertes que mueren o nadan con gran versatilidad; sus iguanas que parecen acabadas de salir de la Cámara de Senadores y los camarones que cada vez están mejor blindados para una guerra que no termina de empezarÉ La exposición ya dejó la Casa de la Cultura de Azcapotzalco para trasladarse a la de Tlalpan (Camino a Santa Teresa, esq. Zacatépetl, col. Bosques del Pedregal), donde se está presentando desde el pasado miércoles 16 y llegará hasta el 18 de marzo, para después viajar a Estados Unidos y Argentina. Apúrese a ver la zoociedad (como dijo Mafalda) de Toledo.

Premio por ver las telenovelas. Pero en forma crítica, no se alborote, televidente obsesivo(a) a quien ya se le están poniendo los ojos de monitor, no es por las horas/telera que va usted acumulando. Con el tema ``El impacto de la telenovela en América Latina'', se acaba de otorgar el Premio Lya Kostakowsky 1998, que da la Fundación Cultural Lya y Luis Cardoza y Aragón. El ganador, que se lleva la más que razonable suma de 25 mil dólares, entregó el texto titulado Cinturón de castidad, y firmó con el seudónimo de Televidente insomne. Los jurados seguramente no tuvieron que abrir el sobre para saber que el ensayo era, but of course, de Carlos Monsiváis. Cualquier lector recurrente de Monsi hubiera descubierto la marca indeleble de su singular estilo y su original sensatez. La única manera de que pusiera a dudar al jurado de que no era él, sería la famosa estratagema que propuso Juan Villoro para que Carlos Salinas entrara sin problema a México: con una máscara de Salinas; así, Monsiváis tenía que haber usado el seudónimo de Carlos Monsiváis, o Monsivaíta desvelado para que alguno(a) dudara de quién se trataba. Felicidades a Carlos Monsiváis y una sola petición: que se moche.


Bazar de asombros


DêAS DE CINE Y DE NEW DEAL,
MARSHA Y ERROL

Para Luis Tovar

Ignoro la razón por la cual los cines de la Guadalajara de los cuarenta estaban organizados en grupos que pasaban la misma programación y cobraban los mismos precios. Supongo que, como se trataba de cines de segunda o de tercera, preferían unirse para reducir costos y simplificar gastos de operación. El Orfeón, el Lux y el Edén formaban un grupo que incluía en su programación películas como Los tres García o Vuelven los García, Nosotros los pobres y Ustedes los ricos. En fin... toda esa etapa del cine mexicano encabezada por Pedro Infante, galán de las clases populares (el señor Negrete, aquí entre nos, era un criollo tirando a sangrón) y por su ``chorreada'', Blanca Estela Pavón, guerita valerosa que acabó sus días en un avionazo. En el ``trágico episodio'' (así lo llamaban los periódicos amarillitos) pereció también el señor Ramos Millán, ``apóstol del maíz''. En esos años les ponían nombres muy bonitos a los hombres públicos: ``caballero del alfabeto'', ``monarca del trincherazo'', ``samurai de la canción'', ``tenor de la voz de seda''. Todo era muy dulce y tierno, se remontaba al ``shogunato'' o mostraba sus nostalgias por las monarquías y las ``violetas imperiales''. Por cierto que al lado de don Miguel Angel de Quevedo, ``apóstol del árbol'', figuraba un señor peninsular, de cuyo nombre ni los pájaros ni yo queremos acordarnos, al que llamaban ``apóstol de las palomas''. El individuo merodeaba por los rumbos de San Fernando, cargando un costalito de maíz y otro costal de mayores dimensiones. Se le veía alimentar a los ``grupos de palomas'' pellicerianos y todo el mundo alababa su talante compasivo, hasta que un día se descubrió la trampa y se supo que el tal apóstol era un pillo de tiempo completo que con granos de maíz atraía a las ``graciosas plumíferas'' (cito al reportero que denunció los hechos y los señaló ``con índice de fuego'') y metía a las más gordas en el costal grande. Los bellos animalitos acababan sus días en la cantina de un paisano del apóstol y en forma de botanas sazonadas con ajos arrieros y fritas en aceite de oliva. No sé qué pasó con el pícaro y ``torvo asesino de palomas'' (sigo citando a un reportero que siempre terminaba sus trabajos con esta amonestación: ``es necesario poner coto a tan graves anomalías''), pero, ya borrado del ámbito de San Fernando, las aves siguieron cumpliendo sus oficios de ``silencios, claves, alteraciones'' y modificando el aire de la plaza y del ilustre panteón ocupado por las voces rulfianas de los próceres que salían a platicar al filo de la medianoche.

Pero volvamos a los cinema days tapatíos: el Edén, además de repetir ``los García'' y los ``Pepe el Toro'', se ponía pornográfico los viernes por la tarde. La torre de Nesle, Cómo se bañan las damas y Cómo nacen los niños eran algunos de sus más audaces títulos. Las boleteras se hacían de la vista gorda y nos dejaban ver aquellasÊabundantes carnes cubiertas con sedas que de repente caían al suelo, los muslos rotundos de las bañistas semicubiertos por las odiosas toallas o la aparición de la cabecita infantil que nos causaba una emoción especial al ver plasmado en la pantalla un misterio en el cual ya estábamos iniciados de manera teórica.

Las grandes educadoras sentimentales fueron las pantallas de los cines Reforma y Variedades. Ahí vimos a James Stewart triunfar, a golpe de garganta, sobre la malevolencia, a la postre arrepentida, de Claude Rains, y besar a Donna Reed bajo el árbol navideño, mientras Lionel Barrymore, siniestro avaro dickensiano, se convertía a la bondad y los Estados Unidos cantaban ``Christmas Carols'' y eran arrebatadoramente felices. De esta manera, el providencial new deal rooseveltiano era celebrado con ingenuidad populista y entusiasmo socialdemócrata por el italiano del prodigioso melting pot, Frank Capra. Vimos, además, al eminente actor polaco Joseph Tura interpretado por ese maestro del timing ocular que fue Jack Benny, quedar perplejo cuando el feroz jerarca de la Gestapo (Sig Ruman) le aseguró que sí conocía al actor que ``le había hecho a Shakespeare lo que nosotros le estamos haciendo a Polonia''. Así, el maestro total (``falsa tortuga'' dixit en la novela de Sergio Pitol), Ernst Lubitsch, nos sorprendía con su To be or not to be. Por la pasarela cada día más apagada de mi memoria, desfilan las actrices deslumbrantes: Greta Garbo, (veo en los sueños la delgada catarata de su cuerpo), Rita Hayworth (el cachetadón machista de Glenn Ford castigó sus ímpetus liberacionistas), Gene Tierney (escucho las notas de uno de los más perfectos temas musicales del cine, el de Laura), Loretta Young, Marsha Hunt (la más valerosa actriz de Hollywood en los trágicos días del horror macartista), la elegantísima Alexis Smith, Joan Fontaine (en Rebecca y como Fiametta), Olivia de Havilland (enamorada de Robin, Corsario negro, Errol Flynn) Ava Gardner (cercana a los dioses griegos y derrotada por el demasiado booze); Rosalind Russell que, más tarde, logró uno de los momentos grandes del cine al interpretar a la maestra solterona de Picnic, la película basada en la obra de Inge. A su lado, el machote Holden, la belleza ártica de Kim y la gracia brincona de Susan Strasberg, componían el impecable cuadro de costumbres pueblerinas estadunidenses; la Davis (sus cejas elocuentes en la rabiosa All about Eve del maestro Mankiewicz. La presencia y el inglés sublime de George Sanders colaboraban para lograr esa rara perfección), Marilyn (misfit genial, mártir e icono) y más, más y más... en el perímetro de la pantalla educadora sentimental. El odiado letrero de ``The End'' nos expulsaba del sueño, pero, por un buen rato, persistía la magia y nos íbamos a casa ``singin' in the rain'' sin sonrojo alguno.

Hugo Gutiérrez Vega
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CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

Rituales funerarios (IV)

Los funerales de Patroclo ocupan la mayor parte del canto 23, el penúltimo, de la Ilíada. Poco antes, la psique de Patroclo se ha aparecido en sueños a Aquiles. Ahora, visualiza la escena. Estamos a la orilla del mar, en la noche. Ha habido un festín, en el que los aqueos comieron y bebieron ``y nadie careció de porción equitativa'', Aquiles está ``dando profundos suspiros'' entre sus mirmidones ``en un claro donde las olas bañaban las arenas de la playa''. Pero ``lo vence el sueño liberador de cuitas'', porque, claro, está muy cansado del combate singular de la mañana, en el que venció a Héctor.

Entonces se le aparece la psique de Patroclo. ``Prodigioso era el parecido'', se asombrará después Aquiles. ¿Por qué se asombra? Porque, como dice el mismo Aquiles, la aparición comprueba que ``también en las mansiones del Hades es algo el alma y la sombra, aunque la inteligencia no se conserva''. Esta es, ni más ni menos, la definición de psique que hemos dado. La psique, tan diferente del alma inmortal de los cristianos.

Patroclo le habla, lo que dice constituye, en resumen, la doctrina griega de ultratumba que resuena en estos cantos finales del poema y los dilucida: ``entiérrame cuanto antes (después de la cremación, se entiende) que quiero cruzar las puertas del Hades. Lejos de sí me retienen las almas, las sombras de los difuntos, que no me permiten unirme a ellas del otro lado del río (que, en tradiciones posteriores, se cruzaba en la barca de Caronte), y en vano vago por la mansión, de vastas puertas, de Hades. Dame la mano, te lo pido por piedad. Pues ya no volveré a regresar del Hades cuando me hagan partícipe del fuego''.

Patroclo le había dicho también ``estás durmiendo y ya te has olvidado de mí, Aquiles. En vida nunca te descuidaste, pero sí ahora que estoy muerto''. A Aquiles le duele, por supuesto, el reproche de su amigo, y todo mundo en el campamento se pone de inmediato en actividad.

Primero que nada, hay que alzar la pira. Agamenón, que ahí estaba, ordena que se hacine leña. Los soldados suben al monte a talar. Homero, fiel a su costumbre, lo describe todo. Dice, por ejemplo, que llevan cuerdas y burros y que ``las acémilas (van) marchando delante''.

Se alza la pira: ``tras depositar en el lugar incontable cantidad de leña, se sentaron ahí en masa compacta y aguardaron''. Aquiles entonces da la orden de que sus soldados se ciñan sus corazas y alisten carros y caballos para que dé comienzo el desfile. Porque todos los mirmidones han de llevar el cuerpo a la pira, pero, antes, todos los guerreros se cortan el cabello y lo depositan sobre el cuerpo de Patroclo a manera de ofrenda. ¿Ofrendar los cabellos? No tiene nada de raro. Pero la mitología de los cabellos es complicada. Recuérdese a Sansón, en la Biblia, cuya fuerza residía justamente en la cabellera. Freizer ha escrito sobre esto y recuerda que, entre los francos, sólo los reyes podían llevar el pelo largo. Pero no entre los aqueos ``de largas grebas'', epíteto que reiteradamente les da Homero. Pero imagina la escena, visualiza estos guerreros melenudos. No es parte de la iconografía habitual de la Guerra de Troya. Tampoco la nieve y, sin embargo, en los inviernos crudos, en Troya nevaba, ¿te imaginas a los guerreros vestidos con pieles de oso? Se cortan los cabellos con espadas o cuchillos (las tijeras, invento ingeniosísimo, simple y hermoso, todavía no salía a escena).

Ya está la leña apilada, el cadáver es depositado en la pira. Es entonces cuando Aquiles se corta la cabellera. El pasaje trae dos noticias, y dice así: ``se apartó de la pira (Aquiles) y se cortó la rubia melena que se había dejado crecer exuberante para el río Esperqueo''. La primera es que Aquiles era rubio, cosa que tampoco se visualiza con frecuencia, rubio, muy joven y de larga melena, ¿cómo acomodas en esta imagen la ferocidad que lo caracterizaba? La segunda noticia es que el río Esperqueo era personificado como un dios, como Escamandro, el río que fluye por la llanura de Troya. Este dios río tuvo un hijo, Teucro, rey legendario de la Tróade. Debe ser curioso ser hijo de un río.

Hecho esto dispersa a la tropa, ``que sólo los jefes se queden con nosotros'', pide. El cuerpo es colocado en la pira y dan inicio los sacrificios. Primero reses y vacas bien cebadas, ``de torcidos cuernos'', en gran cantidad, y a todos ellos se les quitó la grasa y con ella, Aquiles personalmente, cubrió el cuerpo de su amigo de pies a cabeza (horrible operación, ¿verdad?). Los cuerpos desollados de las bestias fueron hacinados alrededor del cuerpo. Luego añadió ánforas de miel y de aceite ``que colocó apoyadas en el lecho funerario''. Ante esto, es imposible no pensar que se está ``dando de comer al difunto'', costumbre muy difundida, casi generalizada (no por eso menos extraña). En México se practica en los panteones el día de muertos.

Pero los sacrificios apenas han comenzado. ``Cuatro caballos, de erguido cuello, puso, uno tras otro, en la pira entre grandes sollozos.'' De nueve perros que tenía ``que comían en su mesa'' (detalle interesante para visualizar la vida de aquella gente), degolló a dos y los echó a la pira. Y viene lo más horrendo, y está dicho sin transición alguna: ``a doce valerosos hijos de los magnánimos troyanos, aniquiló con el bronce''. Esto es, el ritual funerario incluyó el sacrificio humano. Así era esta cultura. El propio Agamenón tuvo que sacrificar a su propia hija, Ifigenia, para que pudiera zarpar la flota rumbo a Troya. ``Aquiles decapitó -dice Simone Weil- doce adolescentes troyanos en la pira de Patroclo con la naturalidad de quien corta flores para una tumba.''

Terminamos la próxima vez.


LAS ARTES SIN MUSA

TV

Waldo Lydecker

Desorientación cinematográfica

Tratar de ver una película por Cablevisión puede ser una experiencia muy frustrante. Las opciones son bastante limitadas si uno se ha negado a pagar más por los llamados Premium Channels (¿ponerles nombre en inglés es una estrategia para que parezca un buen servicio?). La cosa se complica por la nula información proporcionada al suscriptor sobre la programación. En un principio había una revista llamada Cableguía, o algo así, que cubría esa necesidad. Pero desde hace años fue cancelada sin ningún tipo de sucedáneo.

Si alguien desea conocer los programas y horarios de Cablevisión debe acudir a la cartelera publicada en selectos diarios capitalinos. Además, sólo se puede consultar con lupa en mano -o lentes bifocales, de perdida- y si a uno no le interesa ver nada que pase en la madrugada, pues nunca se incluye esa información. (Quien tenga paciencia podrá sintonizar el Canal TV Guide y esperar a que informe lo que se está exhibiendo en el siguiente par de horas.)

Sin embargo, entre las diversas revistas dedicadas a programaciones contratadas, existe una llamada TV Sky View para los suscriptores del servicio Sky, precisamente. Como tiene varios canales en común con Cablevisión, es susceptible de utilizarse como una mínima orientación, sobre todo en lo que se refiere a la programación de cine. El grueso de la revista se dedica a informar sobre lo que se exhibe las veinticuatro horas, cada día del mes, en los setenta canales de este servicio, incluyendo los nueve de televisión abierta. (También tiene una breve sección de artículos de muy dudoso interés.)

La revista sería utilísima si cumpliera cabalmente. Pero como tantas otras cosas en esteÊpaís, el servicio se cumple a medias. Uno que padece la manía de grabar películas de la televisión con la peregrina esperanza de verlas algún día, está perdido si se atiene a la información ofrecida por TV Sky View. Para empezar, con frecuencia está incompleta. Muchas veces ocurre que no se cuenta con la información de los canales de cine de Cable, los llamados Golden Choice, y en el espacio correspondiente se conforman con apuntar ``película'' a secas. Si bien no es una programación fundamental -de hecho, deberían llamarse Moldy Choice porque la mayoría de sus películas están mohosas de tan viejas-, sí nos gustaría confirmar nuestros prejuicios.

Lo más divertido de la revista son las cápsulas informativas de las películas de cada mes. La redacción es tan aberrante que uno diría que fue hecha por un apache ebrio, ignorante de las preposiciones. Son traducciones obviamente mal hechas del inglés, de incalculable efecto cómico. Por ejemplo, en el número de febrero, la trama de El submarino, la cinta de Wolfgang Petersen, quedó resumida así: ``Un capitán y su tripulación obedecen órdenes en claustrofobias durante la guerra mundial.'' Cualquiera pensaría que trata de acción bélica dentro de un clóset.

En otros casos no se entiende nada. La comedia Bean, con Rowan Atkinson, es descrita en los siguientes términos: ``Un excéntrico, ser propenso accidentes Británico y guardián de arte hace estragos al U.S. revela de Whistler's Mother.'' ¡Que no te vean cara de What?! Al parecer, el propio Mr. Bean se hizo cargo de la corrección de estilo. No importa si un título sea conocido o no, pues es el dominio del castellano lo que le falla a los encargados. Juro no haber inventado la ficha de El planeta de los simios, caracterizada así: ``Un astronauta viaja un futuro planeto y sabe que los simios regulan y los humanos trabajan como esclavos.'' ¿Debo poner varios sic para que el corrector de La Jornada Semanal no se sienta mal al revisar este párrafo?

Esperemos que no se corrija ese aspecto de la revista. Si no nos enteramos de las películas que pasan por Cablevisión, al menos nos garantizan unos momentos de regocijo.