Ť Oaxaqueños del DF lo mantienen con vida
El juego de pelota mixteca, en busca de su resurgimiento
Arturo Jiménez Ť Muchos comen tlayudas, beben refrescos y, algunos, mezcal y cervezas, que comparten con sus invitados. La mitad de ellos observa hacia las cuatro alargadas canchas de tierra, llamadas pasajuego o patio, mientras la otra parte practica una extraña actividad, algo parecida al tenis y al frontón.
Todos son oaxaqueños que viven en el DF y en la zona conurbada del estado de México, y el centro de su atención es el juego de pelota mixteca, una herencia prehispánica que hoy se encuentra en una situación marginal y que se resiste a desaparecer.
Ayer domingo, en medio de anécdotas de chamanes-jugadores sin cabeza y de hazañas de jugadores verdaderos, se hizo patente el sentido comunitario y profundo de los oaxaqueños con la realización de varios partidos en el deportivo Venustiano Carranza.
Las tres cuartas partes de los jugadores rondan la frontera de la tercera edad, mientras los restantes, la nueva generación, representan la esperanza, quienes deberán encargarse de que ese juego ancestral y ya casi desprovisto de su sentido religioso no desaparezca en el futuro inmediato.
Algunos jugadores usan una mano vendada, otros se adaptan una tabla y otros tantos, los más impresionantes, portan unos guantes de cuero con pequeños clavos de cabeza redonda que llegan a pesar hasta seis kilos.
Las pelotas para los dos primeros tipos de guantes son "de forro" y de esponja y pesan unos 300 gramos, mientras que con el pesado guante ųparecido a una manopla de beisbol pero plana y decorada con motivos prehispánicosų se golpean pelotas de hule de casi mil gramos de peso que viajan entre los contrincantes a gran velocidad.
"A mí me golpeó una pelota de hule en la cabeza y me tuvieron que abrir el cráneo para sacarme la sangre coagulada", dice don Apolinar Cruz García, jugador apasionado desde los 12 años en su natal San Mateo Tlatongo, Nochixtlán, y miembro de la Asociación de Juegos Prehispánicos de Pelota Mixteca y Tarasca.
Pero don Apolinar ųdesde hace 36 años también coime o encargado de dar mantenimiento a las canchas de juego de pelota mixteca de ese deportivo de Balbuenaų muestra otras huellas que le ha dejado su pasión: en una costilla, una rodilla y la cadera.
Entre las anécdotas y leyendas, Cornelio Pérez, sociólogo de padres oaxaqueños, recuerda que en La Compañía, en Ejutla de Crespo, se cuenta que en algunas noches brujos y brujas llegaban a jugar pelota.
Antes de comenzar, los chamanes se quitaban las cabezas y las ponían en fila, de un lado las de los brujos, y de otro, las de las brujas. Al amanecer, de prisa y tras experimentar una pasión muy parecida a la del futbol, se ponían la cabeza equivocada y sólo recuperaban la propia hasta el siguiente juego.
Otra historia no tan gratificante, relata que cuando se observaban ciertas luces en la noche, los chamanes se ponían a jugar, pero con niños. Al otro día, se dice, algún pequeño amanecía muerto o con heridas en el cuerpo.
Lucha contra la modernidad
"Si platicara lo que hemos sufrido desde 1950, cuando construimos estas canchas mediante el tequio", dice don Apolinar, el coime de Balbuena, y recuerda cuando en 1987 los quisieron desalojar para construir una unidad habitacional.
O en 1992, cuando el delegado de Venustiano Carranza era el actual gobernador de Chiapas, Roberto Albores Guillén, y los granaderos los quisieron echar porque las autoridades capitalinas pretendían construir un cuartel para el grupo Zorros.
Ahora, señalan tanto Cruz García como Pérez, el gobierno de la ciudad podría apoyar las demandas de los aficionados y jugadores de pelota mixteca en cuanto a promoción, mantenimiento y definición legal de los terrenos que ocupan. Por el momento, ya se han canalizado apoyos mediante el Centro de Atención al Indígena Migrante.
La cancha para el juego de pelota mixteca ųtambién llamado "mano fría" porque hasta los cincuenta se practicaba sin guantesų mide 11 metros de ancho por 60 de largo. La asociación que impulsa ese juego cuenta con un reglamento y quiere retomar el sistema de torneos que todavía existió no hace mucho tiempo, cuando proliferaban los pasajuegos por todo el estado de Oaxaca.
Los oaxaqueños de todas partes se resisten a perder la enorme herencia cultural que significa este juego y están decididos a lograr el interés de las nuevas generaciones y su resurgimiento, pues como dice don Apolinar: "Yo me muero por mi juego, doy la vida por él".
(El juego de pelota mixteca puede apreciarse de manera gratuita, en el deportivo Carranza, jueves, sábados y domingos, a partir de las 3 de la tarde).