PINOCHET, EN LISTA DE ESPERA
La larga secuela judicial en la que se encuentra envuelto el ex dictador Augusto Piniochet desde hace casi año y medio, y en la que participan no menos de seis gobiernos, así como otros tantos organismos no gubernamentales de condición internacional, ha tenido la virtud de mantener el interés de la opinión pública no sólo en los abigarrados procesos legales en los que se dirime la procedencia de la extradición a España del ex tirano, mantenido bajo arresto domiciliario en las afueras de Londres, sino en un tema de mucha mayor trascendencia para el presente y el futuro de la humanidad: la necesidad de impedir la impunidad vitalicia de los genocidas y criminales de Estado de cualquier país.
Desde octubre de 1998, cuando Pinochet fue aprehendido en la capital inglesa con fines de extradición, a pedido del juez español Baltasar Garzón, hasta la fecha, han sido muchos los logros obtenidos; se han multiplicado las querellas contra el asesino de miles de chilenos, su situación ha sentado un precedente propicio para demandar por diversos delitos a diversos ex dictadores y en Chile se habla ya de la viabilidad de enjuiciar al propio Pinochet, una perspectiva que hace dieciséis meses, antes de la captura del ex tirano, era simplemente inimaginable.
Ciertamente, para los agraviados por la dictadura militar instaurada el 11 de septiembre de 1973 ųy cuyas secuelas institucionales aún perduran en la Constitución vigente en el país australų no se ha hecho justicia. Los asesinatos, las torturas, las desapariciones, los exilios y tantos otros delitos ordenados y perpetrados por el régimen militar no han sido esclarecidos ni sancionados aún.
Ha de reconocerse, asimismo, que en la larga estadía del anciano ex dictador en su lujosa residencia inglesa ha habido momentos de desaliento y frustración para todas aquellas personas de buena voluntad que en numerosas naciones desean ver cerrado de una vez por todas el negro capítulo de barbarie de las dictaduras militares latinoamericanas, mediante el procedimiento civilizado de un juicio justo y apegado a derecho. Uno de esos momentos fue causado por la reciente decisión del ministro inglés del Interior, Jack Straw, de denegar la extradición de Pinochet a España, en razón de un informe médico secreto en el que ųsegún el funcionarioų se afirma que el ex dictador no está en condiciones físicas de enfrentar un proceso legal.
Ayer, tres magistrados del Alto Tribunal británico dieron entrada a sendas apelaciones del gobierno belga ųel cual ha pedido también la extradición de Pinochetų, y de Amnistía Internacional, para que se dé a conocer el informe clínico referido. Con ello, se aleja el peligro de la liberación del ex tirano y se abre una nueva puerta a la lucha por hacer justicia. Cabe esperar que las apelaciones referidas prosperen y que, en breve, el criminal chileno se encuentre ante un tribunal para responder por sus delitos.
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