La Jornada lunes 7 de febrero de 2000


* Luis Villoro *

Días de luto

Día de luto para la universidad. El conflicto no ha sido resuelto; puede agravarse. Podría quedar una herida abierta, rencores reprimidos, enfrentamientos sordos. Podría haber otros brotes de descontento, pues en todo el país los agravios contra el poder son múltiples. Para evitar la continuación del conflicto sólo queda, en mi opinión:

1. Liberar a los estudiantes presos y suspender las órdenes de aprehensión pendientes. Todas las propuestas para resolver el conflicto eran acordes con garantizar que ningún estudiante fuera perseguido por su participación en la huelga, aunque la universidad no pudiera intervenir en los delitos que se persiguen de oficio. La mayoría de los detenidos seguían la huelga por convicción personal y por lo que creían justo. Hay que distinguirlos de los provocadores. A favor de la reconciliación hay que liberarlos.

2. Este es un llamado claro de atención a los jóvenes que pretenden cambiar la universidad y el país. Es indispensable tener ideales. Pero no bastan. La intransigencia en el ideal puede conducir a destruirlo. El CGH tuvo muchas oportunidades de salir del conflicto con dignidad y sin sentirse derrotado; todas las rechazó. La lección es dura, pero hay que enfrentarla: un movimiento, por justo que pudiera ser, no puede tratar de imponerse a los demás desde un grupo cerrado, no puede excluir a todos sus posibles aliados; mantener un ideal con intransigencia, sin ninguna concesión a la realidad, no conduce al heroísmo sino a la desesperación inútil.

3. ƑQué queda ahora? Evitar continuar con el enfrentamiento estéril, restaurar la comunidad dañada. Saber escuchar al otro, saber encontrarnos con él. Hay una vía abierta y tenemos que defenderla a toda costa: en lugar de la imposición, la argumentación; en vez del grito, el diálogo; sobre el antagonismo, el consenso. El lugar es el congreso. Tenemos que reformar la universidad para que lo que pasó no se repita. Vayamos todos al congreso; que al desánimo lo remplace la voluntad de renovación. La universidad tiene mucho que dar a nuestro país. Y habrá que darlo.