Mitos y realidades sobre los efectos de la mariguana en el organismo humano


ƑMedicamento inofensivo?

Carlos A. Hernández Avila

En una entrevista publicada en este diario (La Jornada, 12/12/99), el cantante Carlos Santana hizo algunas declaraciones en las que comentó: "El hombre hace la cocaína y la heroína, y Dios hace la mariguana, pero el no hace drogas. La mariguana es una medicina..." Esa opinión refleja una de las posiciones en el debate que actualmente toma lugar en Estados Unidos sobre los peligros y beneficios del uso de la mariguana.

El debate se ha intensificado a partir del aumento en el consumo de esa sustancia entre los adolescentes durante la década de los 90 y a partir de las campañas en algunos estados del vecino país en favor de la legalización de su uso con propósitos medicinales.

Feggo-Marihuana Una posición plantea que la mariguana es una sustancia "benigna e inofensiva". Los que la sostienen argumentan que, a pesar de ser adictiva, no posee el mismo nivel de peligrosidad que las drogas fuertes, ya que su uso no acarrea el mismo riesgo de producir una sobredosis o trasnsmitir los virus del sida o la hepatitis con el uso de agujas y jeringuillas contaminadas, como cuando se consume heroína o cocaína.

Otro de los argumentos que frecuentemente han esgrimido los partidarios de la legalización de la mariguana es la evidencia que sugiere que ésta posee propiedades terapéuticas que justificarían su uso para tratar ciertos males, como la náusea intratable secundaria a la quimioterapia, el glaucoma, el dolor crónico, la esclerosis múltiple o como estimulante del apetito en pacientes con enfermades en fase terminal como el sida.

El problema principal es que se ha interpretado de manera superficial, o malintencionadamente y con fines electorales en el caso de algunos políticos estadunidenses, observaciones de laboratorio, clínicas y epidemiológicas que se han acumulado a través de muchos años de investigación sobre los efectos del uso de la mariguana.

A pesar de que posee efectos potencialmente terapéuticos, no es una droga inofensiva como mucha gente quiere piensar. Su uso acarrea riesgos reales para la salud física y mental de los individuos que la consumen.

Se han detectado unos 400 compuestos diferentes en la planta (Cannabis sativa), la mayoría de ellos altamente tóxicos para el organismo. Sólo uno, el delta-9-tetrahydrocannabinol (THC), parece ser responsable de la mayoría de los efectos terapéuticos, así como de los psicotrópicos (funcionamiento mental). A pesar de que el THC y un grupo de compuestos derivados (los

canabinoides) han podido ser aislados y purificados en el laboratorio, no se ha determinado aún el nivel de seguridad de su administración en seres humanos. Tampoco se ha establecido de manera definitiva, y no sólo por observaciones anecdóticas, su eficacia terapéutica en el tratamiento de padecimientos para los que se ha propuesto su legalización.

En investigación biomédica, la única manera de establecer de manera concluyente si un compuesto con potencial terapéutico es realmente efectivo y seguro para tratar un padecimiento, es mediante un largo proceso de investigación básica y clínica, al final del cual se encuentra lo que se conoce como ensayos clínicos controlados, es decir, la prueba de fuego.

Desafortunadamente, el camino que queda por recorrer para dilucidar el potencial terapéutico de los compuestos canabinoides aún es largo y está lleno de sorpresas. La mayoría de los esfuerzos por estudiar rigurosamente las propiedades terapéuticas de esos compuestos se encuentra en fases tempranas, y la evidencia derivada de ensayos clínicos controlados es escasa o inexistente. Sacar conclusiones apresuradas puede traducirse en más daño que beneficio para la salud de las personas que utilizan la mariguana con fines medicinales.

Cuando se fuma mariguana, el THC se difunde en el torrente sanguíneo a través de los pulmones, y llega rápidamente al cerebro. En ese órgano, el THC se acopla a receptores específicos (canabinoides) que están en la superficie de las neuronas y de las células de otros órganos. Los efectos en el organismo más aparentes incluyen incremento de la frecuencia cardiaca, alteraciones de la acomodación ocular y enrojecimiento de las conjuntivas, así como aumento del apetito y supresión de la náusea.

Dos efectos pueden ser un riesgo potencial, especialmente en aquellas personas que manejan o realizan actividades peligrosas después de consumir mariguana: uno es el retraso en el tiempo de reacción; el otro es un retardo en el proceso de adaptación ocular a incrementos súbitos en la intensidad luminosa. Ambos elevan el riesgo de todo tipo de accidentes, tanto para la persona que se droga como para las que se encuentran en la cercanía. Desafortunadamente, muchos consumidores manejan o llevan a cabo actividades peligrosas intoxicados. Y lo que es peor: con frecuencia la mariguana se consume junto con otras drogas o bebidas alcohólicas.

Esa práctica incrementa el peligro, ya que la mariguana puede potenciar los efectos tóxicos cuando se combina con sustancias que poseen efectos sedantes, como el alcohol y los inhalantes, o con medicamentos de abuso frecuente, como es el diazepan, el efecto sedativo es más intenso y de mayor duración que si se hubieran consumido solas. Cuando la mariguana se combina con estimulantes, como la cocaína o las anfetaminas, los efectos tóxicos de esas drogas también aumentan.

Los efectos nocivos de la mariguana en el sistema respiratorio y cardiovascular son similares o mayores que los del cigarrillo, ya que la concentración de alquitrán y otros carcinogénicos inhalada es tres veces mayor que cuando se fuma tabaco. Ello incrementa el riesgo de desarrollar infarto del miocardio, hipertensión arterial pulmonar, bronquitis, enfisema pulmonar o cáncer pulmonar.

También se ha documentado que la mariguana altera la función inmunológica en animales de experimentación y en seres humanos, deprimiendo las defensas del organismo contra infecciones y el desarrollo del cáncer. Eso sugeriría, contrariamente a lo que los promotores de la legalización del uso de la mariguana argumentan, que su administración en pacientes con sida o cáncer podría empeorar sus problemas de inmunosupresión.

La mariguana altera la capacidad reproductiva y el funcionamiento sexual de los individuos que la consumen. Se ha descrito que su uso se asocia frecuentemente con infertilidad y disminución del deseo y la exitación sexual. Esa observación contradice el mito que circula entre los usuarios, que describe a la mariguana como un afrodisiaco capaz de aumentar el deseo y la potencia sexual.

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