La Jornada Semanal, 6 de febrero del 2000



Leo Eduardo Mendoza

con-textos

Ortografía

Y los compañeros fueron a dar con sus huesos en la cárcel por mala ortografía, y está probado.

La cosa estuvo así:

Hacían campaña allá por Pericos, el pueblo donde nació Arnoldo Martínez Verdugo, en aquel entonces candidato presidencial del PC -``candidote'', bromeaban los maledicentes-, y la brigada de avanzada, además de repartir propaganda anunciando la visita del paisano comunista y pintor a quien todos recordábamos al entonar aquella canción que a la letra decía: ``qué bello es pintar para la vida, pintar para el Partido Comunista'', realizaba algunas pintas llamando a un mitin para el día siguiente.

Enfrascados en ésas estaban. Metidos hasta el alma en preparar la llegada del Secretario General, ya que no en balde eran los mejores propagandistas de la campaña. Tal vez por ello no tomaban en serio los gestos, las risotadas, los cuchicheos. A lo mejor entendieron que todo aquello era parte de la alegría de los periquenses -¿o será periqueños el gentilicio de aquella buena gente?- debido al arribo de tan distinguido coterráneo. Y sólo cayeron en cuenta de su error cuando la modestísima policía municipal, que ni a camioneta llegaba, los detuvo por faltas a la moral o, como uno de ellos dijo: ``por rayar las paredes con esas chingaderas''.

Sobre el muro se podía ver clarísima la señal de su mala ortografía, de su lapsus linguae, de su acto fallido -diría un psicólogo- y de su falta de seriedad, a todas luces manifiesta, reclamo con el cual les salió el coordinador de la campaña una vez que fueron liberados y tuvieron que hacer frente a los regaños.

En aquella pared, empapada de negro y rojo, una mano disléxica había trastocado los apellidos para quedar así, tal y como ahora lo transcribo:

¡VOTE POR ARNOLDO MARTêNEZ VERGUDO!

Lo extraño, en todo caso, fue que las autoridades municipales no borraron la pinta. Se quedó así, como un escarnio público, frente al mercado.

Más curioso resultó que los de Seguridad Nacional le solicitaran a la policía local que liberaran a esos comunistas malhablados.

-¡Valen verga! -fue el comentario de uno de los agentes cuando los vio salir de aquella cárcel, que era pura escenografía, como si de mártires se tratara.

Pero lo más curioso de todo, lo que a punto estuvo de llevarlos a repetir esa pinta en otros territorios del estado, fue que el mitin de Arnoldo Martínez Verdugo en Pericos resultó el más concurrido de todos los actos de la campaña en Sinaloa.

Y eso es algo que algunos aún recuerdan.