* Angeles González Gamio *

Cronistas en San Lorenzo

En el apogeo del virreinato cobró auge el establecimiento de conventos de monjas. De los ya formados, constantemente salían grupos de religiosas a crear nuevos. Uno de ellos fue el dedicado a San Lorenzo Mártir, el santo varón que asaron en una parrilla. Cuatro monjas del convento de San Jerónimo lograron el financiamiento de don Juan Chavarría, quien puso como única condición que lo enterraran en ese lugar y le hicieran un monumento funerario suntuoso.

El templo fue construido en 1650, siguiendo los lineamientos arquitectónicos de la época; en los siglos posteriores tuvo severas modificaciones para adaptarlo a la moda barroca. En la actualidad su portada es de gran belleza; consta de dos cuerpos con pilastras y columnas dóricas adosadas, que sostienen un sobrio entablamiento, que se interrumpe con tres nichos con esculturas. En los del segundo cuerpo resalta una escultura de San Agustín de tamaño natural. Los materiales son los característicos de la época: lustroso tezontle y elegante cantera plateada.

El soberbio interior, en el que destacan las bóvedas de ambos coros, está prácticamente desnudo. Esto fue obra del progresista sacerdote Ertze Garamendi, quien estuvo a cargo del templo en los años sesenta y lo limpió de adornos indignos e invitó al artista Matías Goeritz a diseñar los vitrales y el sitio en donde estuvo el altar mayor, destruido tras la exclaustración, junto con los altares laterales. La obra de Goeritz es verdaderamente maravillosa, tanto el diseño y colorido de los vidrios de las ventanas, como la gran mano con un dramático orificio que en bajo relieve ocupa el muro en donde estuvo el altar mayor. Desafortunadamente esta original belleza ha sido parcialmente cubierta por un altarcito tipo barroco. No perdemos la esperanza de que regrese un párroco con sensibilidad estética, que permita que se pueda apreciar esta obra de arte contemporánea, la cual expresa un gran misticismo y armoniza espléndidamente con la arquitectura barroca.

Esta joya de piedra y vidrio se encuentra en la esquina de Belisario Domínguez y Allende, en el Centro Histórico del Distrito Federal. La próxima semana tendrán la oportunidad de admirarla todos los que asistan al Primer Encuentro de Cronistas, que organizan el Instituto de Cultura de la Ciudad de México, el Instituto Politécnico Nacional y el Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, en el que fuese el convento de San Lorenzo. Al ser exclustradas las religiosas, a mediados del siglo pasado, tras dedicar varios años el inmueble a usos viles, se estableció allí la primera Escuela de Artes y Oficios, y tiempo después lo ocupó la EIME, que se transformó en la EITE y en 1936 en la ESIME, dependencia politécnica que ha formado a muchos de los mejores ingenieros mecánico-electricistas del país.

Al edificarse las modernas instalaciones del Politécnico, se trasladó el ESIME y el antiguo convento cayó en desuso hasta hace aproximadamente cinco años, en que decidieron restaurarlo y transformarlo en centro cultural y sede de la Unidad de Extensión y Difusión del IPN; ahí se imparten cursos, diplomados y maestrías. En este lugar se va a llevar a cabo el encuentro mencionado, que comienza mañana y tendrá actividades a lo largo de toda la semana, en mesas de trabajo y con cinco conferencias magistrales, que de verdad lo serán, por la calidad de los conferenciantes: Miguel León Portilla, José Luis Martínez, Carlos Monsiváis, Gonzalo Celorio y Vicente Quirarte. Las mesas de trabajo "no cantan mal las rancheras", pues participan ponentes de la talla de Clementina Díaz de Ovando, Rita Valero, José Luis Cuevas, Emmanuel Carballo, Alejandro Aura, Eduardo Matos, Andrés Henestrosa y Griselda Alvarez.

El acto es maratónico, ya que se inaugura mañana a las 11 horas y concluye el sábado 12 al mediodía, con la entrega de constancias con valor curricular a los asistentes a 80 por ciento de las conferencias, banda de viento y vino de honor. Hay mesas de trabajo matutinas y vespertinas y para la pausa gastronómica una gama de lugares "a tiro de piedra"; buena comida y bello lugar: Bolívar 12, ubicado en esa calle y número. Frente a la Asamblea de Representantes, en Donceles y Allende, recientemente abrieron una cafetería Wings, que en un costado tiene un Barón Rojo, el bar que acompaña a esa cadena de comida "tipo americano". Para comer muy económico, a unos pasos se encuentra un café de chinos y un restaurante de cabrito. Sobre la calle de Donceles, atrás del Museo Nacional de Arte, está la cantina de tradición: Salón Fábregas, con excelente botana.

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