Wegener
Miguel Carrillo Martínez
Las líneas siguientes son comentarios relativos al artículo "Chovinismo y corporativismo en las ciencias duras", de M. Schoijet, del pasado 22 de noviembre en esta sección.
Schoijet cita al astrónomo A. Wegener, entre otros autores de valiosas aportaciones en campos ajenos a su formación. Wegener (1880-1930) destacó en geología al formular la original teoría de la deriva continental, es decir, que los continentes se desplazan con una importante componente subhorizontal.
No obstante, y sin restar mérito a lo aportado por Wegener, ha permanecido casi en el anonimato la menos ilustre pero no menos interesante teoría llamada tectónica de cobijaduras (napas, según M. Tardy, 1975), evocadora en más de un sentido no tan sólo de las explicaciones de la deriva continental, sino también de las de la original y revolucionaria teoría tectónica de placas y le precede en el tiempo (R. Trümpy, 1989). Igual que la humanidad, que nadie permanece en su cuna, las cobijaduras consisten en sedimentos petrificados que se pusieron a andar y llegaron a otras patrias en forma de montañas. Una diferencia es que estas últimas son más pequeñas que los continentes y las placas.
Otra semejanza señalada por Trümpy es el importante fenómeno tectónico llamado subducción (palabra castellanizada de la francesa subdution). En la tectónica de placas, dicho en forma simplificada, este concepto consiste en movimientos relativos convergentes entre el piso oceánico y los continentes e islas causantes de la penetración del primero, más denso, en los segundos, muy bien documentada en México por investigadores en sismología. El fenómeno es explicativo de los más frecuentes sismos mayores, parcialmente de volcanes, hidrotermalismo, ciclos de largo plazo que operan durante millones de años del agua, el carbón, la mineralización...
En la tectónica de cobijaduras también se interpreta el fenómeno de subducción, sólo que las partes involucradas son ambas continentales y en menor proporción el piso oceánico se incorpora a los continentes. De acuerdo con Trümpy, el concepto subducción puede ser atribuido a O. Ampferer (1906), al que le llamó deglutir. Ese concepto se documentó más con posteriores investigaciones en los Alpes, de las cuales se dedujo de los cortes a través de esas serranías que la anchura primitiva de los sedimentos comprimidos fue sustancialmente mayor que la misma del basamento continental subyacente, y que éste fue involucrado en cantidades menores.
De aquí la interpretación de varios autores de que grandes volúmenes de presumible basamento fueron deglutidos a grandes profundidades. Aunque esta noción no tiene las abrumadoras evidencias de la subducción del piso oceánico, en un buen número de casos las reconstrucciones paleogeográficas y también por sismos recientes son pruebas razonables de que porciones de la corteza continental son trasladadas a grandes profundidades (Trümpy, 1975, en A. Bally, 1984).
La tectónica de napas se inició con el ingeniero H. Escher, quien observó desde 1809 en las montañas de Glaris, en su natal Suiza, una formación geológica más vieja encima de otra más joven; su hijo, el geólogo Arnold, convenció a la autoridad británica Sir Murchison de tal deslizamiento, aunque titubeó en publicarlo como tal. En los años 80 del siglo XIX, M. Bertrand, en Glaris, propone el término nappe, al considerar fallamiento (deslizamiento relativo entre bloques rocosos adyace
ntes) a esa disposición estructural con los datos de los Escher. En la misma época, y de manera independiente, descubrieron sendas cobijaduras Lapworth, Peach y Horne en Escocia, y Torneblom en Suecia (Trümpy, 1989).
La comparación de las teorías de deriva continental y de cobijaduras no es un asunto trivial, no tan sólo por sus sugerentes semejanzas, sino que esta última es un prerrequisito en ciertas regiones para la primera, al menos en el sentido de que la deformación del perímetro continental es necesaria en las reconstrucciones del rompecabezas actual.
La geología es una disciplina cuyos objetos de estudio son muy variados y es estratégica. (Un porcentaje muy grande de la tecnología moderna se hace, se mueve e interviene en la contaminación o en la remediación con base en materia prima del reino mineral; además, la litosfera tiene numerosas interacciones con la atmósfera, biosfera e hidrosfera.) El descubrimiento del ingeniero Escher (corporativismo), retomado por su hijo Arnold, es una contribución fundamental, pues muchas de las investigaciones geológicas se apoyan en la estructura (espacio) además del tiempo (estratigrafía), signos que han permitido a los estudiosos de la materia contribuir a la búsqueda de soluciones a la problemática de la sociedad. Mucho de ella consiste en hechos ya consumados, de ahí que, con base en la posdicción, esos estudiosos elaboran sus hipótesis para localizar y evaluar la materia prima de gran parte del explosivo desarrollo tecnológico moderno. cl