La Jornada Semanal, 23 de enero de 2000


Naief Yehya


LA JORNADA VIRTUAL


America On Line devora a Time Warner (I)

La fusión del siglo

Tras años de especulaciones y predicciones acerca del futuro de los medios, el año 2000 comienza con una ominosa muestra de lo que nos espera en la era de la convergencia digital. America On Line (AOL), la empresa proveedora de servicios de internet más grande del mundo, compró en 1,605 millones de dólares a Time Warner (TW), el imperio de la información y el entretenimiento que entre sus propiedades cuenta con los canales por cable CNN, HBO, TBS y Cartoon Network, entre otros; los estudios de cine Warner Bros., la productora Fine Line, las disqueras WB, Atlantic, Sire y Elektra, el canal de televisión del mismo nombre, Bugs Bunny, las revistas Time, Sports Illustrated, Money y People, entre otras. Hace un par de años, Steven Case, el creador y director ejecutivo de AOL anunció que quería convertir su empresa en una compañía ``creadora de contenido'', es decir que deseaba competir contra las televisoras y otras formas de entretenimiento con su propia ``programación''. Hoy en día, Case piensa que la misión de AOL es construir un medio global tan importante en la vida de la gente como el teléfono y la televisión, y para ello ha comenzado a expandir su domino más allá del espacio virtual para tratar de imponer su hegemonía sobre la mediósfera. El hecho de que una compañía de internet haya podido comprar a una gran empresa tradicional de los medios pone en evidencia una nueva relación entre el mundo de los negocios en la red y fuera de ella, lo cual para muchos especialistas es otro triunfo para los nerds. Asimismo, marca el comienzo de una nueva era de fusiones multimillonarias que, de entrada, amenazan la diversidad de internet así como la existencia de numerosos proveedores independientes de servicios y de diversos foros alternativos de expresión.

Comprar el futuro

Internet ha dejado de ser percibida como la ``superautopista de la información'' o como un vasto océano digital de conocimiento, para ser concebida como un gigantesco botín. Debido a la sobreinflación de todo aquello que tenga que ver con internet en la bolsa de Wall Street, centenares de inversionistas y empresarios se han vuelto multimillonarios de la noche a la mañana al crear páginas, sitios y portales para vender productos y servicios en el World Wide Web. La paradoja es que, como hemos comentado en este espacio, la gran mayoría de estas ciberempresas son incapaces de producir un peso de ganancias. Incluso el gigantesco Amazon.com registró pérdidas por 350 millones de dólares tan sólo en 1999. A pesar de llevar quince años en el negocio y de generar ganancias, AOL no es la excepción: sus acciones se encuentran actualmente infladas hasta el delirio (la empresa vale alrededor de 10 millones de dólares por cada uno de sus 12,100 empleados) y esa descomunal (e invisible) riqueza le permitió adquirir a TW, una empresa mucho más valiosa en casi cualquier sentido. Es muy probable que al comprar una empresa menos valiosa pero más sólida, lo que en realidad está haciendo AOL es prepararse para el futuro y para la impredecible pero inminente explosión de la burbuja económica. Mientras tanto, la fusión de AOL y TW puede acelerar la inflación de las acciones de internet al forzar a otras empresas a seguirles el paso.

El apetito voraz del ciberpulpo

A principios de la década de los ochenta, medio centenar de compañías controlaba prácticamente todos los medios estadunidenses. Hoy en día ese control está en manos de tan sólo seis empresas. Por supuesto que el hecho de que un medio informativo sea pequeño no es garantía de su compromiso, así como tampoco se puede negar que el gran poder económico de algunos medios les permite llevar a cabo tareas que los medios pequeños no pueden hacer. Pero no hay que ser demasiado suspicaces para imaginar que una empresa capaz de controlar todas las vertientes del entretenimiento y la información es por fuerza una amenaza. De acuerdo con Case y Gerald Levin, el director de TW, su nueva empresa tan sólo será un conducto de fácil acceso a un universo de posibilidades y no servirá como filtro ni como mecanismo censor. Según ellos, la fusión será inmensamente provechosa para los consumidores (en particular los veintidós millones de suscriptores de AOL y los millones de clientes de la televisión por cable de TW). En decenas de entrevistas, Case y Levin prometieron que en el futuro cercano podríamos interactuar rápida y eficientemente con los medios; podríamos ver la tele en nuestra computadora y hacer búsquedas de web sites en la tele; podríamos ver el noticiero de las cinco a las diez de la noche, así como congelar y regresar la imagen de un evento en vivo. Francamente, estas ``fabulosas'' posibilidades decepcionan y tan sólo ponen en evidencia que, a estas alturas, nadie tiene una idea clara de lo que se puede hacer con la dichosa convergencia digital.

Un nuevo medio disecado
por uno viejo

Una de las principales desventajas de esta fusión es que el nuevo medio (internet) quedará supeditado a los viejos medios (televisión, radio, prensa escrita) y relegado a la función de simple distribuidor alternativo de contenido. El material que TW promociona y va seguir promocionando en esta nueva era será por fuerza frívolo, complaciente, de interés general y altamente comercial. Todo material cuestionable que no sirva para escandalizar y aumentar ratings será desechado, todo aquello que critique los intereses del conglomerado correrá la misma suerte. Es ingenuo pensar que AOL-TW no favorecerá el contenido producido por sus subsidiarias o que no dará tratamiento preferencial a sus clientes especiales (corporativos y gubernamentales), tanto en sus promociones como en sus ``servicios'' noticiosos. Debido al poder masivo de la nueva empresa esta fórmula se impondrá como la norma a imitar, con lo que la red, con el tiempo, sufrirá un destino semejante al de la televisión.

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