La Jornada Semanal, 23 de enero del 2000


José Angel Leyva

entrevista con Niki Marangou


Mi hija nunca ha visto un turco


Niki Marangou, la novelista nacida en Limasol, habla en esta entrevista con José Angel Leyva de la literatura escrita en griego moderno y del lugar que Chipre ocupa en ese mundo de tradiciones y de novedades. Sensata y justa, Niki Marangou considera que es necesario procurar un mayor acercamiento entre los habitantes de la isla donde nació Afrodita, diosa de la armonía en la relación amorosa. Greco y turcochipriotas podrán arreglar sus diferencias y organizar su vida normal. Para alcanzar estos anhelos es indispensable que las tropas de ocupación se retiren y dejen que los pueblos hablen.

Recientemente tuve la oportunidad de platicar con la poeta y novelista chipriota Niki Marangou acerca de su quehacer poético y del contexto en que ella vive y escribe. En su paso fugaz por México, Niki recordó que, entre el 14 y el 15 de agosto de 1974, cayó en manos de los invasores turcos una de las ciudades más turísticas y hermosas de la isla, Famagusta, hoy conocida como la ``Ciudad fantasma'', donde vivió una buena parte de su infancia. Yo también me he estremecido, como los miles de visitantes que llegan hasta el puesto fronterizo de Derynia, en la línea que divide al país, ante la visión de esa urbe en ruinas, de ese cascarón abandonado que aún se moja los pies en las aguas azules del Mediterráneo. Niki nació en 1948 en otro punto costero, Limasol (o Lemesos), no muy lejano de Famagusta.

Hoy en día, la escritora (autora de varias novelas entre las que destacan ¿Está viva la pantera? y Una capa de arena) reside tierra adentro, en la capital del país: Nicosia para el extranjero, Lefkosía para el griego. La capital dividida por las armas, más que por los muros. Allí también radica por decisión propia otra escritora, amiga de Niki, la turcochipriota Neshé Yashín, quien se pregunta en su famoso poema ``Cuál Mitad'': ``Dicen que la gente debe amar a su patria/ Y eso dice mi padre con frecuencia/ Mi patria ha sido partida en dos/ ¿Cuál de las dos partes debo amar?'' Marangou se considera integrante de una generación que publica en la década de los setenta, o sea, durante los acontecimientos de la invasión turca. La mayoría de esta generación convivió con los descendientes del imperio otomano, que mantuvo su dominio sobre la isla desde 1571 hasta 1871. Más tarde el Imperio Británico vendría a relevar al otomano y a ejercer la política de ``divide y vencerás'' entre las comunidades griega y turca. Actualmente, de los británicos queda un mar de turistas y algunas bases militares. Dos acontecimientos marcan la vida intelectual y política de esta poeta: la lucha de E.O.K.A, la organización armada anticolonialista que peleó contra los británicos entre 1955-1959, cuando ella era una niña, y la pérdida de casi la mitad de Chipre ante el poderío militar de Ankara, en 1974. Hoy en día, la poeta grecochipriota dedica parte de su tiempo a la atención de su librería en el centro de Nicosia y a escribir. Sobre ello hablan sus palabras:

Desde un punto de vista poético, considero a mi generación muy afortunada, pues vivió muchos contrastes de nuestra historia. Los textos literarios sobre estos temas surgieron con el tiempo, después de varios años, cuando ya la experiencia se había asentado en la memoria, cuando la tragedia y el dolor estaban mitigados, aunque estaban y continúan presentes. Provengo de una sociedad rural como la mayoría de mis compañeros escritores. Me tocó ver trabajar a mi abuela en su telar, en un pueblo sin calles, y hoy me desenvuelvo en medio de computadoras. Somos, en ese sentido, la generación que atestiguó el pasado mientras se eslabonaba a un presente muy futurista. Nuestros abuelos han muerto y nuestros hijos sólo conocen esta segunda fase. Quiero decir que me tocó vivir un Chipre unido, en el cual convivíamos turcos y griegos, y experimenté la separación, por razones políticas y militares, de mis grandes amistades turcochipriotas. La realidad es que, viviendo en la misma tierra, mi hija nunca ha visto a un turco.

-Cuando se habla de poesía chipriota pensamos sólo en la derivada de la cultura y el idioma griegos, pero ¿cómo influye el turco, o las otras lenguas, como el inglés, en su desarrollo? ¿Qué significado tienen dichas presencias?

-Se ha discutido mucho ese tema. Pienso que a estas alturas hay grandes diferencias entre la poesía que se escribe en Chipre, o en determinadas islas del Egeo, y la del resto del mundo griego. Yo trabajé muy unida a Neshé Yashín, en tareas como la organización de un congreso en Amsterdam, durante el pasado mes de julio. Allí nos reunimos artistas grecochipriotas y turcochipriotas. Sólo puedo decirte que ambas tomamos, y respetamos, lo mejor de la tradición de nuestras lenguas y culturas.

-Proviniendo de una tradición rural, y por consiguiente masculinista, ¿cómo figura la mujer en el horizonte de la literatura contemporánea de la isla, ya sea como autora, personaje o motivación?

-Mi posición al respecto es radical. Sin duda la mujer se halla, en el campo del arte, en una posición más favorable que el hombre. Creo que la presión social sobre el sujeto masculino para que sea un triunfador o una figura importante, seria, en áreas como el comercio, la medicina, la ingeniería, etcétera, reduce las posibilidades para que los hombres elijan ser poetas, pintores, músicos o artistas en general. La mujer, en cambio, no vive ese tipo de condicionamiento o represión, y ello provoca una presencia más numerosa de nosotras en las letras y en las artes.

-Se dice que la poesía griega, más que la mexicana, por ejemplo, está muy ligada a la tradición popular y seguramente a la tradición helenística antigua. ¿Pero qué tanta fuerzaÊtiene lo experimental, la búsqueda en la literatura, particularmente en la poesía?

-En Chipre existen elementos de búsqueda, trabajos muy interesantes, sobre todo en la poesía y en la pintura. La prosa acusa cierto retraso en dicho sentido. Me parece que siempre sucede así: los cambios se producen primero en la poesía, luego en la narrativa.

-¿Cuáles son tus grandes maestros?

-En la poesía son los clásicos, pero mi gran maestro fue Cavafis. Los viejos textos son la fuente de mi inspiración, desde Homero, los bizantinos, hasta los medievales eróticos. Normalmente leo lo viejo. Borges ha sido muy importante en mi formación como poeta y narradora.

-¿Son los chipriotas lectores de poesía?

-Pienso que como en la mayoría de los países se lee muy poco y, también como en la mayoría de los Estados, los apoyos gubernamentales para fomentar la lectura de poesía son débiles. Es más fácil que el Estado brinde ayuda para el desarrollo o la promoción de un artista plástico que para la publicación de una obra poética o literaria en general.

-Parece que los ricos, ahítos de opulencia, manifiestan interés por las artes, no sólo por comprar sino por vender producto e imagen, con la ventaja de que no tienen prejuicios para hacerle promoción a sus encantos. Chipre vive un fuerte despunteÊeconómico y ya se advierteÊcomo miembro de la Comunidad Europea. ¿Cuánto incide allá el ``bienestar'' en el arte?

-Me parece que está ocurriendo lo mismo que en todos lados donde domina una economía de mercado. Pero estoy segura de que eso nada tiene que ver con los verdaderos artistas y escritores. Es más, los simuladores hacen que se vea con mayor claridad la obra y la figura de los creadores auténticos. Pobres o ricos, quienes hagan arte verdadero, literatura de calidad, no pasarán inadvertidos al hacerse valer por sus obras.

-¿Cómo contribuyen los escritores a lograr la paz en tu patria?

-La paz no está en manos de los escritores o de los artistas en general, pero sí podemos influir para que este proceso avance. Me parece que debe haber un mayor acercamiento entre ambas comunidades, como lo hacemos Neshé y yo. Debemos procurar que los griegos entren en contacto con los otros habitantes de la isla, los turcochipriotas, y lograr que los invasores, las tropas turcas, abandonen nuestro país. Me parece que es el momento de detener algo que nos recuerda el horror de los Balcanes. Aún es tiempo de evitar el mal tiempo.