Ojarasca, número 33, enero de 2000


Primera cita bajo el volcán

Ramón Vera Herrera, Quito, Ecuador. Hay un trecho de luchas por revalorar, con ojos menos esquemáticos, desde la época en que Gramsci prefigurara lo que hoy nombramos sociedad civil, cuando la credibilidad y preminencia de la clase política está en entredicho. Tenemos mucho más información y conciencia del papel ominoso que juega el orden económico mundial para millones de seres seriamente afectados por sus previsiones.

Es verdad que existen muchas definiciones posibles para ese actor difuso --la sociedad civil-- y que tanto a la izquierda como a la derecha del espectro político se reivindica el apelativo, pero Gramsci fue claro: para él la sociedad civil incluía a todos aquellos que estando fuera del Estado se oponen a ser meros actores económicos y exigen participar en las decisiones a todo nivel de acción política, social y cultural; más aún, ese segmento de la sociedad, organizada, que mantiene una actitud crítica y es independiente de las posiciones de los partidos políticos, el mercado y el gobierno.

Para discutir esos asuntos según experiencias de lucha que le confieren más y más fuerza a la idea de una democracia radical que no se agota en las votaciones, se convocó en Quito, Ecuador, el Primer Encuentro de Movimientos Alternativos de América Latina, que tuvo lugar los días 15, 16 y 17 de diciembre en la sede ecuatoriana de la Universidad Andina Simón Bolivar, auspiciadora del evento. Además de los investigadores y público ecuatorianos que asistieron masivamente, se contó con la participación de varios delegados y dirigentes de los movimientos sociales más decisivos en la historia contemporánea del continente.

 

La cañada de 45 kilómetros de largo por unos seis de ancho que es Quito recibió a los participantes con las emanaciones de dos de sus volcanes, el Guagua Pichincha y el Tungurahua, y el encuentro estuvo bañado de lluvia y ceniza, y por ratos la densa niebla cubrió las calles. El Comercio diagnosticaba sin perder la seriedad: "el conteo preliminar de eventos sísmicos correspondió, ayer, a 90 de lp, 87 vulcano tectónicos y 31 híbridos. En las horas de la mañana de ayer hubo desplazamientos reducidos menores a 3 cm2". Cinta adhesiva en las ventanas y todos con un ojo al gato y otro a los signos de lo que Ecuador vive a últimas fechas: un estado permanente de "a punto de", como los volcanes que tienen a los quiteños en Alerta Amarilla.

No es para menos esta sensación de "bajo el volcán". Días antes, el Ejército de Liberación Nacional colombiano concretó en suelo ecuatoriano un secuestro por el que se pagó rescate de unos dos millones de dólares. Durante los días del encuentro, mera coincidencia, las sedes de la embajada estadunidense en Quito y del consulado en Guayaquil permanecieron cerradas "pues se recibieron amenazas específicas de un atentado que podría poner en riesgo la misión". Las críticas fueron inmediatas. La más ilustrativa es la del ex vicepresidente Blasco Peñaherrera quien declaró para El Universo de Guayaquil: "Es una medida de excesiva o exagerada seguridad. Y es rara porque causa desasosiego al país en la circunstancia en la que estamos. La imagen afuera es pésima". El ministro de Gobierno, Vladimiro Álvarez, salió al paso de la crítica: es normal, dijo. "Responde a una amenaza global por razones de geopolítica internacional, que no tiene nada en particular con el caso ecuatoriano".

Mientras, la sociedad civil ecuatoriana permanece atenta a la posible aprobación de una ley que haría pública la deuda de muchos acreedores privados (algo así como el Fobaproa), pendiente de la descomposición de un gobierno pag 6 pfersick desprestigiado que llegó al poder casi que por default --en una segunda vuelta electoral, en la primera ningún candidato obtuvo la mayoría necesaria-- después de que en febrero de 1997 las movilizaciones populares derrocaran a un remedo de intérprete de baladas reconvertido a primer mandatario. Y si Abdalá Bucaram tuvo la popularidad suficiente para que lo corrieran, el presidente Mahuad, más y más controlado por la banca transnacional, tiene también el estigma de poder quedarse en la banqueta cualquier día de estos.

Tan sólo en 1999 ocurrieron en Ecuador dos levantamientos populares, y puede desatarse otro si el gobierno continúa incumpliendo su palabra.

Todo comenzó con el anuncio gubernamental de una Ley de Racionalización y Reordenamiento de las Finanzas Públicas que en la práctica fue un plan de privatización de la electricidad, petróleo y telecomunicaciones; aumento de impuestos y de gasolina (que subió 107%), y la amenaza de que más de 50 mil trabajadores del Estado quedarían cesantes. En los hechos hubo también un alza desmedida en los precios de la canasta básica.

Ante la protesta generalizada, el gobierno tuvo que abrir diálogo con los diversos sectores, lo cual lo salvó de la crisis pero lo enemistó con los sectores empresariales, que le quitaron aún más sostén. En un boletín de prensa, la coordinación del levantamiento de marzo hacía un balance de los días de movilización diciendo:

 

[...] Este Levantamiento demuestra una vez más, que los Gobiernos no deben desestimar las formas de resistencia del pueblo contra todas aquellas medidas que quitan el pan a nuestros hijos, y entonces aprenden a ser Gobierno para todos o tambalean.

[...] Los compromisos que hemos alcanzado del Gobierno tienen que ser supervigilados con una participación activa de la sociedad civil, particularmente de las Nacionalidades Indígenas y movimientos sociales quienes hemos venido desarrollando propuestas alternativas de desarrollo económico y social.

 

Si el levantamiento de marzo fue un éxito de organización, el de julio puso al país de cabeza toda vez que la movilización fue muchísimo más amplia y logró tomar pacíficamente Quito pese a los controles militares y policiacos. El gobierno tuvo que comprometerse a abrir comisiones de diálogo que incluirían como puntos a tratar: reducción del pago de la deuda externa y congelación de los combustibles, tarifas de energía, sistemas de facturación, descongelamiento de depósitos, modernización y condonación de las deudas con el Banco de Fomento; salud, educación, vivienda y seguridad social; la elaboración del marco legal de acuerdo con los nuevos lineamientos de la Constitución Política; y lo relacionado con las nacionalidades indígenas (aprobación de las leyes de aguas, de circunscripciones territoriales, de comunas, de salud indígena, y el Fondo Indígena).

Ambos levantamientos lograron acuerpar a muchos sectores sociales: petroleros, estibadores, cooperativas, estudiantiles, barriales, campesinos, en pro de la seguridad social, a taxistas, transportistas y comerciantes minoristas, pero sobre todo a un movimiento indígena que ha sido, desde la fundación de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador en 1986, un referente de lucha popular a nivel nacional e incluso a nivel continental.

 

Con este telón de fondo, y el involucramiento militar estadunidense en Ecuador como posible plataforma de invasión a Colombia, un encuentro de movimientos alternativos de América Latina en pleno Quito, desbordó con mucho el marco de un evento "universitario" y se tornó un intercambio de experiencias de primera mano y reflexión, de semejanzas y afinidades, que ya es mucho políticamente. No había aquí las exposiciones magistrales de académicos diseccionando una realidad sino el recuento, de viva voz, de actores de su propia experiencia. Fue muy sorprendente el clima porque había una avidez por escuchar lo que los otros podían relatar. El personal de la Universidad Andina Simón Bolivar y el equipo de trabajo de de la Corporación de Estudios y Promoción Social Integral (cepsi), una de las ongs con más prestigio en el trabajo de base en las comunidades rurales ecuatorianas, fueron verdaderos facilitadores de la metodología y la fluidez del encuentro.

En tres días, asomaron líneas de pensamiento que hoy, caído el Muro de Berlín, después del levantamiento zapatista, después del advenimiento de un movimiento indígena continental de la dimensión moral que asoma en sus comunicados, pronuncimientos y acciones, después de la batalla de Los Ángeles, después de varios Encuentros por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo, después de la movilización de Seattle, resuenan por la pertinencia que entrañan.

Domitila Chungara, legendaria dirigente minera quechua hizo el recuento de las luchas mineras y en contra la erradicación del cultivo de coca en Bolivia. Carlos Galano, del Movimiento Carpa Blanca, habló del movimiento magisterial argentino en pro de condiciones de vida digna para los profesores pero también en favor de una "pedagogía de la complejidad", aquella tejida conjuntamente "en un diálogo permanente de saberes en construcción y desconstrucción continua" que cuestione el papel de la escuela y del profesor.

Óscar Ankatripai, dirigente de la Coordinadora de Comunidades Mapuches Arauco y Malleco, expuso la saga centenaria de resistencia mapuche en Chile contra las grandes madereras y por la reconstitución del pueblo mapuche, la rearticulación de las comunidades, la defensa de la tierra y el territorio y la consolidación de un autogobierno real, desde la base. Luiz Arnaldo, miembro del Partido de los Trabajadores brasileño y parte del gobierno popular de la municipalidad de Belem llenó el espacio con historias de la rebelión cabana en el siglo xix amazónico y de la resistencia indígena, negra y popular en Brasil.

Miguel Lluco, del Movimiento Pachakutik y uno de los fundadores de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador, abordó las experiencias ecua-torianas de movilización indígena y popular y sus demandas de incidir directamente en la decisión sobre las políticas públicas que les afectan. Guillermo Michel, mexicano y delegado de la Alianza por un Mundo Responsable y Solidario, habló de la relevancia y repercusión del movimiento zapatista en México. Lucía y Abraham, bases de apoyo del ezln, tzotziles ambos, hicieron el emotivo relato de la resistencia zapatista en los municipios autónomos, más el recuento de lo que fue la Consulta por el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indios y contra la Guerra de Exterminio, que no fue sólo una consulta sino una movilización nacional, desde la base, y la apertura de miles de espacios de discusión a nivel comunitario.

Fue Víctor Báez, paraguayo, Secretario de Política Económica y Social de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores, perteneciente a la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, conocida mundialmente como orit-ciosl, quien pintó las posibilidades trasnacionales de los movimientos, y como ejemplo puso la movilización en contra de la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, en noviembre de 1999, "que no se habría logrado sin la participación de amplios sectores de la sociedad civil de las Américas". Dicha movilización, "no fue un accidente, fue un paciente trabajo que llevó más de un año en preparar". Quizá haya miles de definiciones de sociedad civil, apuntó, y hoy no es tan claro quién está a la derecha y quién a la izquierda, pero no puede escaparse el último criterio: si promueve un sistema equitativo o si está a favor de un sistema de desigualdad. (Es decir, la ética frente al poder, apuntó otro participante.) Y la sociedad civil debe forzar a la clase política a tomar determinaciones. Para esto, abundó, es importante abrir un programa amplio en el que se interconecten las demandas de las sociedades civiles nacionales, sabiendo que todo el sistema económico mundial funciona reproduciendo por todas partes un mismo modelo. Y afirmó que una alianza social continental sólo será posible si tiene bases firmes a nivel nacional. Además "no basta firmar una alianza para tenerla", hay que tejerla. Es un proceso largo en el que tenemos que acostumbrarnos a trabajar con otros sectores.

 

P ese a la diversidad de voces y experiencias, en el fondo se exige lo mismo: una nueva relación entre los diferentes sectores de la sociedad, ser tomados en cuenta; un nuevo pacto social, revocable y en continuo reajuste y una participación plena, democrática de la sociedad civil en todos los niveles de decisión posibles, incluida la participación en el diseño de las políticas públicas que los afecten, sean programas de gobierno o políticas económicas de orden internacional.

El Encuentro de Movimientos Alternativos de América Latina dio por resultado un documento de pronunciamientos y propuestas comunes: la Declaración de Quito. En este texto puede reconocerse un nuevo espíritu, que podría resumirse diciendo:

1. El sistema de dominación mundial impuesto ha llegado a un límite y la homogenización que promueve ha perdido su sentido histórico.

2. Esta crisis en todos los órdenes, de pobreza, desigualdad social, desequilibrio ecológico, dependencia económica, de pensamiento y forma de vida, pero en el fondo de carácter ético, tiene como manera de dominación impuesta por los Estados la violencia y la guerra. Por tanto la exigencia de una paz justa y digna y la condena a la guerra de baja intensidad.

3. Ante el sentido único que propone el capital, la resistencia propone otros sentidos a la vida, y reivindica, ante el poder, el valor de lo ético, el valor de existir, es decir el reconocimiento de las identidades negadas, de las historias negadas.

4. La diversidad cultural es la riqueza social del mundo y es contraparte de la biodiversidad. La construcción colectiva del saber y la valoración y diálogo de saberes es la única pedagogía libertaria posible, una que cuestione la simplificación de la experiencia y que construya espacios de saber equitativos y la transformación y reapropiación del mundo.

5. La tierra es un bien común, no una mercancía. Defender la vida campesina y los recursos naturales es impostergable.

6. La Declaración de Quito afirma la lucha y la resistencia como única forma de alcanzar la paz y la justicia. y apoya las movilizaciones de la sociedad civil internacional, las luchas de liberación nacional y la autodeterminación de los pueblos.

7. Condena unánime a la propuesta neoliberal de flexibilizar el mercado laboral y al desmantelamiento de los servicios públicos y de protección y bienestar social.

8. La forma más libertaria de vinculación y alianza sin borrar a los otros es el tejido de redes de comunicación.

En Quito no hubo un punto expreso en torno a los presos políticos del continente. Seguramente en las revisiones que se hagan del documento se incluirán éste y otros puntos pendientes. Eso no cancela el espíritu que animó la reunión. Si alguien desea la versión completa de la Declaración, remítase a [email protected]

 

Agradezco a Francisco Pineda la información que me proporcionó sobre el movimiento indígena ecuatoriano y en torno a la situación política que ocasionó los levantamientos populares de 1999.