La Jornada Semanal, 9 de enero de 2000


(h)ojeadas

Fotoensayo de los cincuenta

John Mraz

John Mraz,
Nacho López y el fotoperiodismo
mexicano en los años cincuenta,

Conaculta/INAH,
México, 1999

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La importancia de lo insignificante en apariencia, la dignidad de lo evidentemente pisoteado y la búsqueda de una estética para rendir sus testimonios, eran las preocupaciones de Nacho López durante los años cincuenta, cuando fotografiaba para las revistas ilustradas Hoy, Mañana y Siempre!

Nacho López es reconocido como el fotógrafo documental más importante en la historia reciente de México, algo evidente en los varios libros publicados con sus imágenes y las constantes exposiciones de su obra, por ejemplo, ``Nacho López, fotorreportero de los cincuenta'', que se expone en cada edición de Fotoseptiembre, y la exposición actual en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, ``Nacho López, imágenes de los años cincuenta''. Sin embargo, a pesar de ser una figura central en la cultura mexicana, no existía un estudio crítico de su obra. Este libro analiza el trabajo de Nacho López en el fotoperiodismo (1950-1959). Es el primer libro que estudia su obra -o la de cualquier fotoperiodista mexicano- en contexto, lo cual permite analizar tanto sus imágenes como las revistas en las que aparecieron.

El libro empieza por definir qué tipo de fotoperiodista era Nacho López. Estamos acostumbrados a pensar en el fotoperiodismo como diarismo. El caso de Nacho López nos permite darnos cuenta de que este gremio está compuesto por individuos que trabajan en una gran variedad de situaciones. Así, el autor define a Nacho López como ``fotoensayista'' en lugar de ``fotorreportero'', porque su trabajo en las revistas ilustradas le proporcionaba mucha autonomía creativa.

Las revistas ilustradas son un medio fundamental dentro la cultura visual universal desde mediados de los años treinta hasta la mitad de los cincuenta, cuando la televisión las reemplaza. Hoy, Mañana y Siempre! son tan fundamentales para conocer la cultura de México como lo son Life en Estados Unidos, Picture Post en Gran Bretaña y Vu en Francia. El libro lleva a cabo un breve análisis de la historia de los años cincuenta y de la ideología entonces dominante, el alemanismo. De ahí se desprende una visión de la prensa de ese periodo, sobre todo de las revistas ilustradas, e incluye observaciones sobre la censura contra publicaciones claves como la legendaria Rotofoto. Al analizar el fotoperiodismo mexicano de los años cincuenta, Nacho López y el fotoperiodismo mexicano en los años cincuenta construye un telón que nos permite apreciar la inventiva de López en lo estético y su disidencia en lo político.

El meollo del libro es un estudio de los fotoensayos más importantes de López. Analiza el estilo narrativo del fotoperiodista, su enfoque sobre los desamparados, su creación de nuevas formas de hacer fotoensayos y su relación con la cuestión del nacionalismo que tanto dominó ese periodo. Estudiar sus fotos en el contexto para el cual fueron hechas nos permite recuperar el significado de fotosÊenigmáticas; comparar las fotos publicadas con los negativos guardados por López deja entrever cómo funcionaba la censura y la autocensura en el fotoperiodismo; confrontar las intenciones que tenía él para sus fotos con los usos posteriores que las revistas hicieron de ellas, nos facilita analizar las posiciones ideológicas de las publicaciones.

Finalmente, en el libro se da una visión global de las teorías de Nacho López sobre el fotoperiodismo. El ha sido uno de los pocos de este gremio que ha reflexionado sobre su tarea, lo cual permite comparar su trabajo como fotoperiodista con sus escritos. También se analiza el desarrollo del género ``cuasiperiodístico'' con imágenes ``puestas en escena''.

Nacho López y el fotoperiodismo mexicano en los años cincuenta abre nuevas ventanas tanto sobre la obra de Nacho López como sobre la cultura de los años cincuenta.



Poesía

Metafísica del incrédulo

José Angel Leyva

Jaime Labastida,
Elogios de la luz y de la sombra, Editorial Aldus,
México, 1999.

La versatilidad de Jaime Labastida en su vida pública como filósofo, periodista, editor, académico y funcionario público, no parece trasladarse a su escritura poética, en donde se observa una conducta reservada, discreta, fiel, muy concentrada en sus formas de decir, de pronunciar el canto. Como poeta ha establecido una andadura rítmica, de naturaleza reflexiva, conceptual. Versos que no aparecen desnudos ni hablan desde la llaneza del concepto, de la cuestión o de la duda, sino que aparecen investidos en la abundancia retórica, en el ropaje y en la simbología del lenguaje culto; que no ahogan, sino refuerzan la respiración del sentimiento humano, el conflicto de la existencia.

Luego de una larga ausencia de escribir poemas -poco más de siete años-, pero no de publicarlos (Animal de silencios, Fondo de Cultura Económica, 1996), y luegoÊde los reconocimientos a su labor intelectual y creadora, como el Premio Xavier Villaurrutia 1996, o el nombramiento de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, otorgado por el Ministerio de Cultura de la República Francesa en 1998, Jaime Labastida retorna a su querencia y desata los silencios en un largo poema-libro: Elogios de la luz y de la sombra. Elige, y ya desde el mismo título se advierte, la música y la imagen para resolver en ocho cantos la visión de lo que en apariencia es contrario, digamos la vida y la muerte, el cielo y el infierno, el bien y el mal, el día y la noche, la eternidad y el instante, el ángel y el demonio, el ser y el no ser. Filósofo y poeta conversan en duermevela, empujados por un entusiasmo adolescente o de niño, preguntando y respondiendo a la vez acerca de las grandes cosas de este mundo. Un diálogo entre sí, consigo mismo y con las figuras tutelares de nuestra cultura, y de la suya en particular. Sor Juana, Rilke, Borges, Shakespeare, Dante, son invocados desde el arranque del poema con claras líneas que nos llevan a sus obras. Pero no sólo ellos están presentes, hay muchos que sin ser obviados dejan sentir sus voces, sus épocas, sus circunstancias. La tradición y la vanguardia corren juntas en el trayecto de largo aliento en que el poeta ubica su escritura dialógica, interrogante: Góngora y Quevedo, Gorostiza y Huidobro, Blake y Rimbaud, Virgilio, Milton y Lautréamont.

Epico, mas no narrativo, el poema teje una cronología fundada en ese juego de dualidades y contradicciones que representan al hombre, que son porque lo humano existe. Una temporalidad no definida en el calendario, sino en el ritmo de los versos y sus significados, en el vaivén de las luces y de las sombras que aparecen y se desvanecen en preguntas y afirmaciones, que casi siempre son reclamos y derivan sin remedio en otros misterios. No hay descenso como en La divina comedia, ni ascenso como en Primero sueño, no hay tampoco representación dramática como en la tragedia shakesperiana, sino un transcurrir estacionario, contemplativo, a la manera de Muerte sin fin, en los significados de la vida, en sus contradicciones, en los cielos del conocimiento y de la historia, del mito, del deseo. Más que el infierno de Dante se observa la angustia del extravío, de esa selva oscura que nos conduce o nos pierde, que nos revela o nos vela el fondo de nosotros mismos. Pero ¿quién puede sobrevivir a la locura y al infierno?, ¿quién no sólo logra desafiar la profundidad de las tinieblas sino emerger con luz entre las manos? George Bataille nos da varios ejemplos de ese intento en La literatura y el mal.

Labastida reflexiona, concentra mirada y pensamiento en ese punto donde todo se ve, el Aleph; no camina físicamente entre la multitud viva o muerta, no despierta a los seres de la noche ni describe los horrores del más allá, de la sinrazón. ``Yo permanezco ahí, acosado por dudas y preguntas/.../ Seré la hoja batida por el viento,/ me arrancaré los ojos, recobraré mi nombre, tendré una llaga/ perenne en el tobillo. Nunca sabré quién soy, pregunta/ eterna. Habré querido ser, tan sólo, un hombre justo.''

El poema adquiere desde el primer canto, ``Otro elogio de la sombra'', un tono metafísico con el cual se irá tramando la compleja red de imágenes y de conceptos, de cuestiones: ``Todo ángel es terrible, cierto, porque lleva/ en su mano un mensaje de muerte. El ángel más bello fue,/ al mismo tiempo, abominable: no se puede tolerar la belleza,/ el mensaje del mal, la caída y la sangre. ¿Con qué letras está/ escrito el universo? ¿Quién descifra el mensaje? La lengua/ de los astros ¿acaso es matemática? ¿Está el libro del mundo/ abierto a las preguntas?'' La convicción del hombre justo y la duda de llegar a serlo, abren cauce al resto de los cantos que son llamados ``Elogios'': de la penumbra, la oscuridad, la tiniebla, la luz, el resplandor, el radiante mediodía, la claridad. La palabra es el mensaje y como tal, como portador del mal, es enemigo en sí de la cosa, es el nombre, es la duda, es la conciencia de la muerte. No obstante, el poeta, ese ángel terrible que reconoce su mensaje, que sabe la certeza de su destino, no se resigna, se rebela a la mitad de las preguntas, de la senda oscura donde pronuncia el nombre del silencio, lo nombra, lo ilumina, cuando parece que debe renunciar a la esperanza.

Elogios de la luz y de la sombra utiliza a veces un tono coloquial que lo obliga a permanecer en tierra firme y le permite entreverar la música de las esferas con los pulsos de la carne, el mito con la vulgaridad de la novedad tecnológica. Labastida no oculta sus intenciones, no pretende formular un discurso hermético; por el contrario, desea despojarlo de la exuberancia formal que caracteriza a su anterior obra. Incluso da pistas del material y la metodología que lo conforman. Le da, eso sí, una compleja respiración sostenida, equilibrada, armoniosa, que impide que por su extensión el poema se desinfle, se aguangue, se desmorone. Gracias a su estructura musical, el texto escalona sus sentidos y regula la intensidad de los versos. El juego de luces y de sombras transcurre en la fluidez líquida de la palabra, de la versificación madura, consistente, ordenada, pero en el delirio de la incredulidad, de la transgresión afiebrada de la duda y también de la certidumbre.



Ensayo


sida: enfermedad moral

Carlos Mendiola Mejía

Mark Platts,
Sobre usos y abusos de la moral.
Etica, sida, sociedad.

UNAM/Paidós,
México, 1999.

El sida pone a prueba los valores culturales, sociales y morales de una sociedad. Los insuficientes recursos para la investigación que asignan los responsables de las políticas de salud pública empujan a los investigadores a buscar otras fuentes de financiamiento, principalmente en las compañías farmacéuticas. Pero los intereses económicos de éstas hacen que las investigaciones se dirijan a lograr que la seropositividad sea una condición crónica pero controlable, mediante medicación de por vida, descartando la búsqueda de una cura definitiva o de una vacuna verdaderamente eficaz.

Los problemas que nos plantean los fenómenos del VIH y el sida podrían clasificarse en tres tipos: a) los problemas estrictamente científicos: la identificación del virus; la comprensión de su funcionamiento; la búsqueda de una vacuna o de una cura definitiva; la investigación de métodos para hacer de la enfermedad una condición crónica pero controlable; el intento de encontrar tratamientos apropiados para los padecimientos oportunistas que suelen avasallar a los individuos inmunodeprimidos; b) los problemas de las políticas de salud pública: la distribución de la partida presupuestal para investigación, programas médicos, campañas educativas; y c) los problemas sociales: actitudes y prácticas negativas como la intolerancia, la discriminación, el prejuicio y la estigmatización que reflejan los niveles de ignorancia e invención sobre estos fenómenos.

En cada uno de estos tipos de problemas existe la presencia de una dimensión moral. Por ejemplo, en los investigadores que trabajan con una actitud egoísta sustentada en sus propios intereses; entre los responsables de las políticas de salud que han demostrado una ceguera irresponsable ante la importancia de una pandemia; y en diversas organizaciones sociales que, conscientemente o no, fortalecen las actitudes y prácticas negativas. También los responsables de las políticas de salud pública que asignan insuficientes recursos para la investigación, comparten de alguna manera esa actitud social negativa.

Mark Platts estudia el conjunto de problemas que plantean los fenómenos del VIH y el sida para la moral social, y trata de ofrecer una respuesta razonable o, como él la llama, ``una respuesta modesta'' que consta de dos partes. En primer lugar reflexiona sobre el uso cotidiano del lenguaje. Un caso puede encontrarse en conceptos como el de ``enfermedad'' que forma parte de nuestra vida, pero cuyo uso no es discutido. No resulta nada fácil decidir si la menopausia es una enfermedad. ¿Y la homosexualidad? Gran parte de los debates contemporáneos sobre los problemas morales surgen de la duda sobre uso de ciertos conceptos en relación con nuevas circunstancias. Por eso resulta de mucha ayuda esta claridad reflexiva para ``solucionar razonablemente'' el asunto en litigio. La premisa para llegar a esta condición razonable es que la discusión tenga como propósito ofrecer buenos argumentos. Quien pretende una supuesta solución debe contar con algunos argumentos en favor o en contra. La evaluación de los argumentos constituye la segunda parte de la respuesta que Platts propone. En esta segunda parte expone la necesidad de que los sujetos morales tengan un entrenamiento para decidir cuál xes un argumento correcto. Muchas veces nuestras convicciones más íntimas están justificadas por razones falsas. Sólo con una sensibilidad que sepa distinguir entre los argumentos válidos y los falsos, el individuo será capaz de llegar a las soluciones razonables.

En la actualidad, nadie que pretenda ser responsable de sus actos puede evitar hacer frente a decisiones difíciles en las que nuestras convicciones íntimas son puestas a prueba. En Sobre usos y abusos de la moral se considera una falta de responsabilidad moral no someter a la duda estas convicciones. La moral aparece en la justificación de las acciones por medio de argumentos, y no podría considerarse una discusión razonable la defensa sostenida por la repugnancia o el odio. La moral no puede sustentarse en sentimientos o criterios de gusto, de tal manera que ``si alguien quisiera aprovechar la existencia del sida para promover sus aversiones, miedos u odios hacia la conducta homosexual o hacia la gente homosexual, debería encontrar alguna base no moral para su campaña''.

La posibilidad de llevar a cabo estas discusiones razonables depende de aceptar la autonomía y una plena tolerancia de los participantes. El terreno de la moral será construido en la aceptación de estos dos principios.

El deseo de controlar la vida de otras personas no puede permitirse, porque cancelaría la responsabilidad de cada quien sobre sus actos. Por el contrario, el principio de autonomía otorga la posibilidad de que una persona tenga control sobre su propia vida. Sin embargo, este principio de autonomía no está excluido de las decisiones difíciles que ayudan a matizar su formulación. La autonomía supone un concepto de libertad que aquí está en juego (como ausencia de coerción, manipulación e interferencias), y otro de un agente racional (capaz de tomar decisiones importantes para su propia vida), que pueden entrar en conflicto: situaciones en donde conocemos tan bien a otra persona que sabemos que se ha equivocado en su deliberación y podríamos tratar de demostrárselo, pero si persiste en su decisión original, el respeto a la autonomía exige que lo dejemos en paz. Esta precisión sobre el principio de autonomía no significa que la moralidad sea un asuntoÊarbitrario o de preferencia personal, sino un acto de concesión al agente moral de la posibilidad de equivocarse.

Si la moralidad fuera subjetiva no habría forma de defender el principio de tolerancia, ya que entonces sería un asunto de preferencia personal y no podría sostenerse ningún tipo de error en el caso de que la gente escogiera ser intolerante con las ideas morales divergentes. En una sociedad sin tolerancia a la pluralidad, la convivencia estaría constantemente en riesgo. En cambio, un argumento puede defenderse en beneficio de la realización de una acción sin oponerse al reconocimiento de que es razonablemente deseable que haya diversidad en las posibles prácticas de esa acción. Como apunta Platts, ``admitir que es un imperativo moral para la sociedad mexicana reducir el número de infecciones por el VIH no implica que sea moralmente deseable promover una únicaÊpauta de conducta específica para toda la gente de todos los lugares y en todas las condiciones de vida''.



FICHERO

Administración

La Ciudad de México, su gobierno y el servicio social, Ciudad de México, Gobierno del Distrito Federal, México, 1999, 55 pp.

Computación

Internet con Windows. Así de Fácil, Cecilia Elizalde, Marisa Elizalde, Ariel Seoane, Edivisión Compañía Editorial/EDITIA, Montevideo, Uruguay, 1999, 172 pp.

Crónica

Todo lo que el juez ignoró para sentenciarme, Raúl Salinas de Gortari, Editorial Diana, México, 1999, 363 pp.

Poesía

Apetencias, Benjamín Araujo Mondragón, serie José Yurrieta Valdés, UAEM/Editorial La Tinta del Alcatraz, México, 1999, 57 pp.

Los hermosos animales, Otto-Raúl González, Ediciones Papeles Privados, México, 1999, 83 pp.

Política

Chiapas 1973-1993 Mediaciones, política e institucionalidad, Diana Guillén, Instituto Mora, México, 1998, 254 pp.

Psicología

Introducción a la psicología de la salud, Francisco Morales Calatayud, Col. Tramas Sociales, Editorial Paidós Mexicana, México, 1999, 250 pp.

Psicología política del nuevo siglo. Una ventana a la ciudadanía, coordinación y edición de Graciela A. Mota Botello, SEP/Sociedad Mexicana de Psicología Social, A.C./SOMEPSO, México, 1999, 563 pp.

Revista

Archipiélago, revista bimestral cultural de nuestra América, Confluencia, México, 1999.

Casa del tiempo, publicación periódica de la Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1999.

Estudios jaliscienses, revista trimestral, núm. 38, noviembre de 1999, Roberto González Mello, Alana Gómez, Enrique Franco Calvo, entre otros, El Colegio de Jalisco, México, 67 pp.

Equis, revista semanal núm. 20 diciembre de 1999, Vicios y prejuicios del siglo, Esther Seligson, Ricardo Alvarado, Paz Muñoz, Araceli Castañeda, Boriz Muñoz, Laura Esquivel, Christopher Domínguez, entre otros. México. 93 pp

Fundación, revista mensual de la Fundación Arturo Rosenblueth, México, 1999.

Poesía y poética, publicación trimestral de poesía y reflexión poética, otoño 1999, núm. 35, René Char, Carl Rakosi, entrevista con Gary Snyder, Jorge Fernández Granados, entre otros, México, 1999.

Propuesta, Acción Nacional: 60 años de vida, Luis F. Aguilar, Alonso Lujambio, Hugo Gutiérrez Vega, Arturo Damm Arnal, Fauzi Hamdán Amad, entre otros, publicación semestral de la Fundación Rafael Preciado Hernández, A.C., agosto de 1999, México, 280 pp.

Sexualidad

La experiencia homosexual. Para comprender la homosexualidad desde dentro y desde fuera, Marina Castañeda, Col. Contextos, Editorial Paidós Mexicana, México, 1999, 252 pp.

Sociología

Puebla Neocolonial. Casta, ocupación y matrimonio en la segunda ciudad de nueva España, Miguel Marín Bosch, El Colegio de Jalisco/Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades BUAH, México, 1999, 244 pp.

Teatro

El espectáculo invisible. Paradojas sobre el arte de la actuación, Luis de Tavira, Col. El Apuntador, introducción de Luis Mario Moncada, Ediciones El Milagro/Conaculta, México, 1999.