Todo un hombre de Tom Wolfe

Jorge Caballero Ť Pues desde hace algunas semanas se encuentra en los estantes la más reciente obra de Tom Wolfe, Todo un hombre. Wolfe es autor de más de una decena de libros y creador del término nuevo periodismo. En esta nueva novela narra/cuenta/rapea tres historias sobre una misma historia: Charlie Croker en su juventud era un jugador de futbol americano que jugaba en la defensiva y la ofensiva, por lo cual se le conoció como El hombre de los sesenta minutos, ahora acaba de cumplir 60 años, se ha casado por segunda vez con un bombón sensual de 28 años ("con la primera esposa uno se casa para lo malo y para lo bueno, con la segunda, špara qué hacerse ilusiones!, uno se casa sólo por lo bueno"), tiene tres aviones con pistas particulares, una plantación de 12 mil hectáreas únicamente para cazar codornices y es dueño del mayor emporio inmobiliario de Atlanta, Georgia, pero su mundo de ensueño está a punto de venirse abajo, al no poder pagar 500 millones de dólares a varios bancos y aseguradoras, deuda que contrajo para construir un ambicioso proyecto inmobiliario que bautizó con el megalónomo nombre de Croker Concourse.

Todo un hombre es una novela intensa/circular/inteligible con una narración que envuelve inmediatamente, las más de 700 páginas al final dejan con la sensación de querer más, es de los pocos libros que deseas que se prolonguen indefinidamente. Los personajes, bien estructurados, se quedan tatuados en el pensamiento y se convierten en seres queridos, con los cuales sufres, gozas, ríes y disfrutas el libro para no dejar el asiento hasta terminarla; una novela que se convertirá en imprescindible en la literatura estadunidense contemporánea.

tomwolfe Las otras tres historias dentro de la historia de Charlie Croker, relacionadas de una manera efectiva por el autor, son la de un abogado negro que carga con el estigma de apellidarse White II y al que todos los afroamericanos llaman Roger Blanco al Cuadrado; este abogado tiene que convencer a Charlie de que dé su visto bueno a la nueva estrella del equipo del Tecnológico de Georgia, Fareek Fanon, acusado de violar a la hija de otro magnate amigo de Croker. A cambio, el alcalde de Atlanta parará la embestida de PlannersBanc, su principal cobrador; la segunda historia que se entrelaza la protagoniza Conrad Hensley, empleado de un almacén de comida congelada propiedad de El hombre de los sesenta minutos, Conrad queda sin empleo y la vida lo maltrata sin misericordia, pero encuentra consuelo en los filósofos estoicos; la última célula de Todo un hombre la coprotagoniza el empleado arribista/taimado del banco que acosa a Croker, Raymond Peepgass, quien busca a toda costa sacar provecho económico de la situación en que se encuentra Charlie.

Novela que a veces narra rapeando "ƑTú crees que es un rubí/lo que tienes en la raja?/šPaso nena, de finuras/que sé que eres puta hubba!", otras más utiliza el particular tono sureño de hablar en Atlanta: "Ora Volvo = Ahora vuelvo" y otras la jerga carcelaria "ƑHuhu, mano? = ƑQué pasa hermano?" Capacidad anfibia de su formación como periodista creando/imaginando/inventando atmósferas tan diferentes como el ambiente en un gimnasio como el de una cena de gala en una galería. Todo un hombre es también la crítica dura a la sociedad pudiente y política de Estados Unidos; desnuda el rencor racial en Atlanta, la fuerza económica de algunos grupos, la manipulación de las elecciones y la sustitución del código moral por el código económico; con lo que comprobamos que la mirada/prosa/periodismo de Wolfe no se ha domesticado, sino que se ha sofisticado, se ha vuelto más aguda.

Así que si quieres leer esta estupenda novela tenemos diez ejemplares que La Jornada y Ediciones B regalan a los lectores de esta sección... bueno nueve, porque el que este escribe se clavó uno.

Sólo tienes que comprobar que has leído antes a Tom Wolfe, y con la prueba (escrita, gráfica u lo que sea) presentarte a las 12 del día del proximo jueves 13 en las oficinas de esta sección.


Tumbando CAÑA

Ernesto Márquez Ť Tumbar. Traducido del cubano significa "derribar", "talar", "podar", "cortar". Por lo que tumbar caña se refiere a la noble tarea de la cosecha del fruto del que se extrae el dulce y embrigante producto después de que a punta de machete o trocha se ha limpiado de hierbajos. Yo no tumbo caña, que la tumbe el viento, que la tumbe lola con su movimiento, dice una conocida canción popular. Aunque en el Caribe el dicho "tumbar caña" tiene otras acepciones, sobre todo las que derivan del variado significado que se le da al término caña: unidad monetaria (un caña, dos cañas, tres cañas), golpe dado con el puño (cañazo), trago de ron (cañangazo), devilidad física (cañengo), brío sexual (caña), entre otros muchos. Por lo que, en resumen, tumbar caña resulta: esforzarse resueltamente en una tarea o acción. La canción, El Alacrán, de la que tomamos el estribillo para bautizar esta sección (Oiga mi amigo no se asuste cuando vea al alacrán tumbando caña. Costumbre de mi país hermano...) se refiere un tanto a esto último.

Y de eso se tratará esta columna: de realizar una labor informativa de aconteceres de la cultura y la farándula caribeñas: música, cuentos, ocurrencias, trapicheos y descripción de jerigonzas que a veces nos parecen incomprensibles y que es algo muy natural en el Caribe.

Por ejemplo, el palique de la relación erótica-sexual, tal como lo define Argelio Santiesteban en su obra El habla popular cubana de hoy, es sin duda un capítulo interesante y riesgoso. Interesante por lo extenso y variado del repertorio. Riesgoso porque este vocabulario, imaginativo y gracioso en muchos casos, puede resultar ofensivo para algunos.

libro Mire usted: en el habla popular cubana hay todos los matices posibles, se emplean muchos eufemismos que son aceptables en público; otras palabras se pueden decir, sin ruborizarse ante un círculo reducido de amigos; y algunas son de grueso calibre y sólo se dicen en circunstancias excepcionales, a menos que el que hable desee correr el riesgo de que le den un "sopapo" o en el mejor de los casos lo tilden de "pelao".

A continuación una pequeña muestra de esta florida jerga: órgano sexual masculino: Santiesteban menciona en su libro 28 palabras para designar al pene, pero existen muchas más: animal, aquello, barra, barreta, bicho, cable, caoba, la cosa, engome, estaca, fenómeno, guindola, hierro, leña, lerna, machete, mandarria, material, mandao, mendó, morronga, muñeco, picha, pico, pinga, pito, polla, rabo, tolete, tranca, tubo, cabilla.

Organo sexual femenino: voces que no se recomienda citar en público: bollo, crica, chocho, papaya, papo, sandía.

Hacer el sexo: follar, dar cabilla, dar barra, dar cintura, cuerazo, dormirse, echarse, entollar, jinetear, limpiar el fusil, dar linga, singar (ésta en Cuba es una de las más gruesas), tocar con limón, echarse al pico, pasar por la piedra, rabazo, templar, trancazo.

Homosexual: la sinonimia cubiche es muy amplia para este vocablo. Para el hombre: flojo, blandito, loca, cayuco; también se aplica el nombre de muchos exponentes del reino animal: pargo, cherna, yegua, ganso, pato, pájaro (švaya usted a saber por qué!). Para la mujer existen términos tales como: pan con pan, tortillera, torta.

Pederasta: bugarrón, bugardo, bugainvil (šQuién le hubiera dicho al naturista y navegante francés Bouganville que su apellido y el nombre de la planta por él bautizada terminarían por atracción fonética en tan innoble destino!). Intercambio sexual: petting, mate, matandile, tranque.

Masturbación: paja, cantúa, manuela.

Voyeurismo (fisgonear): rascabucheo, mirahuecos.

Sexo oral: bajar al pozo, tocar la flauta.

Acto sexual con muchos: remeneo, picadillo, repellar; bueno, como esto ya se está pareciendo al Kamasutra, abandono esta relación para mencionar ahora algunas palabras más aceptables relativas al tema.

Retaguardia: trasero.

Retratar: te dice de la mujer que al sentarse descuidadamente muestra de sus desnudeces más de lo que el pudor aconseja.

Atraso: larga abstinencia sexual.

Manomuerta: quien de manera disimulada toca a otra persona con fines lascivos.

Posada: aquí nunca designa al inocente mesón, sino al establecimiento que alquila cuartos por un corto tiempo para solaz amoroso de las parejas.

Temba: hombre o mujer maduro (a), vista con respecto a la relación amorosa.

Titi: es lo contrario, muchacha joven (de unos 15 años de edad) y agraciada.

Titimanía: afición o gusto por las "titis". Tarro: cuerno. Significa infidelidad conyugal. La primera definición que la academia emplea (vaso cilíndrico) es desconocida en Cuba y, de usarse, provocaría hilaridad general.

Vena'o: mujer de costumbres disolutas.

Vendedor: exhibicionista sexual.

El léxico cubiche es interminable y de eso, entre otras cosillas, iremos dando candela o... tumbando caña.