La Jornada Semanal, 2 de enero de 2000



Judith Moreno

crónica

El muro que todos llevamos dentro

El muro desapareció y, de alguna misteriosa manera, sigue vivo en medio de anuncios de Coca Cola y de fast food. Judith Moreno nos demuestra que el affaire del nuevo Berlín mucho tiene que ver con "el arrojo federalista" de los constructores de Brasilia en el siglo XX y de Washington en el XIX. Los alemanes están levantando una nueva ciudad, pero pensando en la ciudad que siempre ha sido. Construyen una Alexanderplatz en el corazón de la Alexanderplatz, y su Alemania soñada entre las ruinas morales de la adolorida Alemania.

Es un típico día de otoño en Berlín. Un chipichipi pertinaz mantiene húmedas las aceras. Sin paraguas, la Victoria Alada sobre la Puerta de Brandenburgo ondea la arrogancia de presenciar dos siglos de historia. La noche anterior, los equipos de televisión pública de la cadena ARD y el ayuntamiento de la ciudad instalaron los escenarios para la celebración. Al ya de por sí "uso para representaciones históricas" de la Puerta, se suman este día la irrupción, en plena Pariser Platz, de un estudio de televisión del lado de Berlín Este, a 150 metros de la Puerta y flanqueado por dos gigantescas réplicas inflables de latas de Coca Cola, y una estructura metálica rectangular con cristales transparentes, desde donde habrá de transmitirse en vivo, a toda Alemania, la celebración de los diez años de la apertura del muro tras veintiocho años de vivir día a día rodeados por 155 kilómetros de concreto y metal y 302 torres de vigilancia. Desde el estudio de TV es posible ver la puerta de Brandenburgo, el escenario y el público: una toma completa. A ambos lados del escenario hay dos pantallas gigantes. Las otras televisoras se encuentran en una plataforma del lado derecho sobre la cual pende el brazo de una grúa de construcción, paisaje cotidiano en Berlín, donde se realiza la transformación arquitectónica más ambiciosa del fin de siglo. A raíz de los ocho meses que pasó en Berlín en 1998, invitado por el programa para artistas del DAAD, Mario Vargas Llosa escribió: "La reconstrucción y mudanza de Berlín en una ciudad del siglo XXI es la empresa arquitectónica y urbanística más ambiciosa que recuerde la historia." Sin duda es la más impresionante del fin de la centuria, pero quizás nada se compara al arrojo federalista encabezado por Juselino Kuvithek de trasladar la capital de Brasil a miles de kilómetros al interior y, en una planicie despoblaba, crear por decreto a Brasilia en 1956.

Al caer la tarde, todos los caminos llevan a la Pariser Platz, entre la Puerta de Brandenburgo y el hotel Adlon, de donde salen George Bush, Mijaíl Gorbachov, Helmut Kohl y el canciller Gerhard Schröder, para dirigirse al escenario. Al terminar sus brevísmos speeches regresan al Adlon a una cena especial patrocinada por Coca Cola. Los ex primeros ministros atraviesan, "bajo un fuerte dispositivo de seguridad", la puerta del hotel fundado por Herr Adlon en la época dorada de Berlín, destruido durante los bombardeos, y uno de los primeros edificios construidos tras la reunificación. Despojados de las presiones de sus cargos públicos, los tres ex dirigentes máximos muestran un rostro relajado; el más acabado es Gorbachov. A su arribo se alza un murmullo, un grupo de ex berlineses del Este, ossis, como son llamados por los wessis de Berlín Oeste, reconocen en Gorbachov al verdadero "hacedor" de la caída del muro. Nada nuevo bajo el discurso oficial; Schröder reitera lo que todos saben: "La caída del muro permitió la reunificación alemana."

"Nosotros somos el pueblo"

Noviembre tiene ascendencia de presagio en la historia alemana: La noche de los cristales del 9 al 10 de noviembre de 1938, fue el anuncio crispado del exterminio judío. Cincuenta y un años después, el 9 de noviembre de 1989, un "error de prensa" de la cúpula del Partido Socialista Unificado de Alemania precipitó la caída. A partir de julio de 1989 aumentó el número de personas que escapaban de la RDA, aprovechando el paso libre hacia países de Europa Oriental como Hungría, Checoslovaquia y Polonia. En septiembre las fugas alcanzaron proporciones masivas. No obstante el descontento, el 9 de octubre Alemania Oriental celebró su cuadragésimo aniversario. El mismo día, en la ciudad de Leipzig, bastión de la resistencia contra la separación entre las dos Alemanias, se realizó una multitudinaria manifestación de apoyo. El 18 de octubre, tras dieciocho años en el poder, Enrich Honecker dimite como Secretario General del Sozialistische Einheitspartei Deustchlands (Partido Unificado Socialista de Alemania, SED por sus siglas en alemán). Crecen las muestras de hartazgo popular que culminan en la inédita concentración de un millón de personas el 4 de noviembre en la Alexanderplatz. El cambio era inminente, el desastre financiero no se podía ocultar por mucho más tiempo, y el comité central del SED había planeado un acercamiento mesurado a Berlín y Alemania del Oeste. Eran las 18:45 hrs. del 9 de noviembre. En conferencia de prensa, como vocero del SED, Günter Schabowski debía anunciar un sistema simplificado de permisos para pasar de Berlín Este a Berlín Oeste a partir del 12 de noviembre. Rodeado de micrófonos y cámaras, Schabowski hace el anuncio como si fuera lo más normal del mundo. Los periodistas le piden la fecha concreta de la apertura; titubea, hurga entre sus papeles y dice: "Ya, desde este momento." La prensa se levanta al unísono. Pocos minutos más tarde, gente de todo Berlín Este y Oeste se agolpa frente a las garitas como el Check Point Charlie o el legendario Puente de Glieniker, rebautizado en uno de esos casos frecuentes de ironía involuntaria de la RDA como Puente de la Unidad, "Brücke der Einheit". Se decía que ahí tenía lugar el intercambio de espías entre la URSS y Estados Unidos. Aunque recreado en numerosas películas, en los casi treinta años que duró la separación, en realidad sólo fue usado para este fin en tres ocasiones. Gente del Oeste comienza a subir al muro alrededor de la Puerta de Brandenburgo. Sin saber del anuncio de prensa, los policías tratan de contener a la multitud. Los ciudadanos de Alemania del Este, a quienes desde la separación se les había dicho que eran "el gobierno del pueblo", revierten la consigna "Wir sind das Volk", "Nosotros somos el pueblo." El Ejército Nacional del Pueblo, los militares de la RDA, desconcertados, tratan de contener la situación. Se espera alguna llamada por los diez teléfonos de la Embajada de la URSS, pero ningún aparato suena esa noche. A las 23:30 hrs. del 9 de noviembre de 1989, el ejército capitula ante la presión popular frente a la garitas. Cae el muro de Berlín.

Nosotros éramos ese pueblo

Una mañana de octubre de 1999, en el edificio frente a la Alexanderplatz, apareció una enorme manta: "Nosotros éramos ese pueblo", refiriéndose al millón de personas que el 4 de noviembre de 1989 realizaron la manifestación más grande en la historia de la RDA. Ahora la Alexanderplatz, consagrada por el escritor Alfred Döblin, luce además de una moderna estación de metro, un Burger King y diversos comercios. Frente a la entrada de la torre de televisión, en el centro de la plaza, un grupo de rusos seduce a los turistas que hacen fila para ver Berlín desde lo alto, con la "pelotita escondida". En la planta baja de la torre se venden, además de matrioshkas a precios increíblemente caros, todo tipo de souvenirs.

Berlín construye sus pirámides

La construcción en Alemania es favorecida por la deducción de impuestos que otorga el gobierno a quienes invierten en la construcción de bienes raíces. Esto ha estimulado en parte lo que algunos llaman "espíritu faraónico". Berlín se hace un lifting pare recibir al nuevo siglo. La fila de las filas se da todos los días para subir a la cúpula del remodelado Reichstag, el Parlamento Federal Alemán, símbolo de la reunificación. Construido en 1894 para albergar al Parlamento Imperial Alemán, el Reichstag fue incendiado por los nacionalsocialistas el 27 de febrero de 1933. En el discurso de inauguración del nuevo edificio, el pasado 19 de abril, el canciller Schröder rechazó cualquier asociación con las dictaduras que han glorificado su poder en ese recinto. El actual Reichstag conserva del anterior tan sólo las fachadas y algunas "inscripciones históricas" hechas al carbón y en alfabeto cirílico, como "abril de 1945 Leningrado", dejadas por los soldados soviéticos, los primeros en entrar a Berlín en la primavera de 1945. El rasgo más polémico del proyecto fue la cúpula: el arquitecto inglés Sir Norman Foster se rehusaba a incluirla en su proyecto hasta que la decisión del parlamento alemán, en un intento por preservar la imagen exterior original, se impuso. Desde esta cúpula transparente, surcada por andadores en espiral, se pueden ver tanto los parlamentarios en sesión como el centro de Berlín, y es desde abril uno de los sitios más visitados, particularmente por los propios alemanes, quienes por primera vez luego de más de cincuenta años, tienen la posibilidad de asociar los poderes parlamentarios con una ciudad con la que pueden identificarse. Las filas de hasta 200 m de extensión ųbajo una temperatura de seis gradosų son más llevaderas gracias al asiduo cantante ruso que, guitarra en mano, se planta desde temprano, así como por la presencia de un camión de helados italianos. Frente al Reichstag, su jardín y otras dependencias federales se encuentran en construcción. Tiergarten, la zona de ministerios y embajadas, es un enorme campo de construcción (uno de los edificios pendientes es el de la embajada Mexicana, proyecto ganado por Teodoro González de León). En esta sucesión de ironías que impregnan la vida de Berlín, algunos de los nuevos edificios de la zona comercial de la Postdamer Platz recuerdan la arquitectura del socialismo real en Berlín Este: enormes cajas rectangulares, con ventanas rectangulares. Ya lo decía Sergio Ramírez en su más reciente visita a Alemania: hace falta la presencia de los arquitectos latinoamericanos.

El precio de la unidad

Desde la reunificación, firmada en 1990, Alemania pasó de la lista de las diez economías más desarrolladas del mundo al lugar veinticinco en 1998. Tiene la deuda interna más elevada y, además de cuatro millones de desempleados, enfrenta el descontento popular por el congelamiento de las pensiones de retiro y la cancelación de programas de educación y ayuda comunitaria.

Ossis vs wessis

Ha desaparecido el interés "antropológico" que despertaban los alemanes del Este, a quienes, en un gesto sin duda bien intencionado, incluso se llegaba a arrojarles sacos de plátanos. Con el poder que le otorgó asumir los costos de la reunificación y garantizar servicios básicos a los casi veinte millones de habitantes de Alemania del Este, el Oeste desapareció los iconos de la identidad de al menos dos generaciones. Esto es particularmente evidente en la desaparición del nombre de la RDA, quizás por los horrores que su nombre connota; pero en términos estrictamente lingüísticos no hubo unificación sino negación. Cambio de nombres, decoración, arquitectura, sistema educativo y laboral, aparición de familiares desconocidos, etcétera. Pérdida de beneficios del socialismo real como guarderías, pan, empleo, y una pérdida, no contemplada por los rigurosos planificadores de la reunificación: la identidad. En la vorágine de los primeros años, millones de alemanes del Este se enfrentaron a un muro real de comunicación; la educación o capacitación que habían recibido en Alemania del Este no les servía para los modos de vida del Oeste. En pocos años, cientos de ellos hicieron de las calles su lugar de residencia y aumentaron el número de los "autónomos" que se reúnen bajo los puentes y en las estaciones del metro.

Ahora que el nivel de migraciones a ambos lados se ha balanceado en un promedio de 150 a 180 mil cambios de residencia anuales, precisamente es en el día a día donde se manifiesta la renuencia de ciertos grupos ante los emigrantes "del otro lado", Este u Oeste: burlas escolares, pequeñas descortesías, comentarios en la calle o en los medios de comunicación. Todo mundo puede definir lo que el otro es; para un analista económico del Oeste los habitantes del Este son flojos, no saben trabajar, son burócratas. Para otros, esa misma gente ha sido engañada y cada día vive pequeñas afrentas como la de que los empleados federales del Este perciben 25% menos que los del Oeste. En la calle no faltan las bromas contra los pocos Trabant o trabis que todavía se atreven a circular por Berlín.

Diez años después, la fiesta es de los alemanes del Este ųal menos frente a la Puerta de Brandenburgoų, y así lo demuestran los grupos invitados por el ayuntamiento, considerados démodé por gente del Oeste. Scorpions y su "Wind of Change", Udo Lindenberg y su himno "Seid willkommen in Berlin" y City. A la Pariser Platz asistió una tercera parte de las cien mil personas esperadas. Aunque la Puerta no se abrió sino hasta el 22 de diciembre de 1989 porque se encontraba dentro de la llamada "Faja de la muerte" o "El anillo de los perros", ese espacio entre los muros del Este y el Oeste, donde perdieron la vida cerca de 160 personas y 120 fueron heridas por bala, su significado en la historia alemana y su papel como símbolo de Berlín la convierten en el escenario central de estas celebraciones. En el mediodía del 9 de noviembre de 1999 llegó el primer hombre que el 22 de diciembre de 1989 cruzó la Puerta con su trabi beige; también arribó el primero que lo hizo en bicicleta. Ambos fueron entrevistados por Canal Uno, que de las 20:00 a las 22:30 hrs. hizo entrevistas en el estudio colocado justo a la entrada de la plaza (lo que por cierto hizo difícil y peligroso el acceso y la salida). También fueron entrevistados Schabowski y diversos luchadores sociales de la época. Cerca de las once de la noche comenzó el concierto con City, ejecutantes de un rock rasposo. Grupos de cincuentañeros tararean canciones y descorchan botellas de sekt, el vino espumoso alemán. Los jóvenes beben cerveza. Hay estudiantes de diversas partes del mundo, de la Universidad Humboldt; también están cuatro cubanos que residen en Alemania, trabajaban en el Este al momento de la reunificación y ahora se dedican a la construcción. Por momentos la gente prende sus encendedores. Hay muchos jóvenes cuyos recuerdos de la caída del muro o de la reunificación son del día en que sus padres fueron a recibir una compensación económica y les compraron un juguete del Oeste.

Udo Lindenberg levanta aplausos y coros porque muchas de sus canciones están ligadas a la historia reciente de Alemana. Con saco y cabello largo, este rockero originario de Hamburgo trata de disimular las huellas del tiempo. Finalmente aparece Scorpions, se lanzan los últimos fuegos artificiales y en el cielo se proyecta la sombra de la escultura de la Victoria Alada que corona la Puerta de Brandenburgo. Es casi la una de la mañana, el público pide como encore "Wind of Change", pero el encore no llega. La gente se dispersa, muchos viajarán media hora o una hora completa hasta los alrededores de Berlín. El corazón de la ciudad queda en silencio, interrumpido de cuando en cuando por el ruido de las obras en construcción.