La Jornada domingo 26 de diciembre de 1999

Carlos Bonfil
Juegos entre adultos

"Ellos hicieron lo que todos deseamos, pero nadie se atreve..." La publicidad de Juego entre adultos (The big swap), película inglesa de Niall Johnson, desea ser maliciosa y provocadora, y para ilustrar su intención presenta a dos parejas de amantes en una misma cama sugiriendo combinaciones e intercambios sexuales. La fotografía recuerda la publicidad y tema de la primera película del estadunidense Paul Mazursky, Bob, Ted, Carol y Alice, de 1969, pero aquí, treinta años después, en lugar de dos parejas tenemos cinco. Un grupo de diez amigos ųparejas casadas, en concubinato o en prolongada fase de experimentaciónų se reúnen inocentemente cada semana, constituyen el "grupo" ("the crowd") y un día sucumben a la tentación de descubrir los cuerpos y estilos amatorios de las parejas que los rodean. Juntos deciden experimentar el gran intercambio (the big swap), primero como un juego divertido y excitante, luego como una rutina de mecanismos previsibles, y finalmente como un verdadero drama con colapsos sentimentales en cadena.

A partir de una situación de comedia, Niall Johnson crea todo un psicodrama poco interesante para el espectador pues los diez participantes en el gran juego de parejas liberales y swingers improvisados, están totalmente desdibujados. Nada se sabe de sus vidas profesionales o domésticas, no hay preámbulo alguno al juego ni tampoco una trama secundaria que enriquezca mínimamente la existencia de un personaje. Fuera de la anécdota central, fuera de los preparativos, realización y desarrollo del "gran intercambio" de parejas, nada importa demasiado. Y por ello, al cabo de poco tiempo la gran ocurrencia inicial se desgasta lamentablemente. Se recurre primero a la franqueza visual: desnudos frontales por doquier, bajo cualquier pretexto, en la ducha colectiva de los galanes o en la exhibición de parejas en una tina, como si al espectador le correspondiera la tarea de aquilatar la materia carnal en competencia inminente; viene luego la franqueza verbal, con el catálogo de fantasías eróticas que intercambian los participantes para exorcizar las inhibiciones, todo con lujo de detalles y un gusto por lo escatológico. (ƑTodo lo que usted siempre quiso confesar, pero aún no se atrevía?).

Los personajes tienen más de treinta años, pero todos afectan un candor de adolescentes que experimentan su primera vez y aventuran sus fantasías más delirantes, lo que en cine, después del flesh and butter de El último tango en París (Bertolucci, 1972), bien puede ser ya cualquier cosa. Y la intención de la cinta parece ser justamente la de comunicar a los espectadores ese ánimo travieso, esa inquietud de pubertad tardía, y hacerlos participar muy directamente en un reventón pretendidamente libertario. (ƑTe atreverías a decirle o a proponerle esto a tu pareja?). En el plano de una comedia, el asunto funciona decorosamente, con buen ritmo en un primer tiempo, una media hora, generosamente hablando. Sin embargo, lo que sigue es francamente deplorable. Para utilizar el lenguaje de la cinta, es casi una ducha helada a la mitad de un coito. La película que ha tenido casi toda la factura de un porno soft y las transgresiones y malicia de una despedida de soltera, acaba siendo abiertamente moralista.

Luego de la crónica entre jocosa y complaciente de la promiscuidad sexual en vísperas del nuevo milenio, viene la descalificación moral de las conductas con una reprimenda apenas velada a los "transgresores", para entonces ya casi todos arrepentidos. Se han exhibido sus limitaciones físicas, sus defectos ųubicados todos en los órganos sexualesų, sus disfunciones y lo que otras generaciones solían llamar sus "perversiones". Una obsesión: el tamaño del pene; otra: la firmeza de los senos. ƑSe eleva un poco más la cinta de este nivel?. Apenas, y en muy raras ocasiones. Su preocupación parece ser básicamente indagar sobre el modo en que la Pareja Armoniosa puede sobrevivir a la deshumanización del sexo libre. ƑCómo contrarrestar el poder disolvente de la promiscuidad sino mostrando sus terribles consecuencias, una serie de insatisfacciones y fracasos conyugales, la vanidad del placer pasajero y la frustración que procura. Cuando este discurso se vuelve insistente y el regaño moral agobia los rostros de los protagonistas, la cinta naufraga en el tedio total. Estos juegos entre adultos nos hacen, a final de cuentas, apreciar un poco más la programación infantil en cartelera.