La elaboración de piñatas, tradición viva en el estado de México


Tlaltepan, el pueblo del dale-dale

Silvia Chávez González, corresponsal, Tlaltepan, Méx., 23 de diciembre Ť La elaboración de piñatas es una actividad económica que comenzó aquí con el siglo. Y cuando éste culmina todavía 500 familias del pueblo de Tlaltepan se dedican a ella. A este lugar llegan innumerables comerciantes de otros estados para adquirir los productos hechos con papel de colores y ollas de barro.

Las piñatas de estrellas de siete picos, las de figuras de rosas con pétalos de papel de china y las "más modernas", que simulan las figuras de los personajes del momento, son elaboradas durante todo el año. Se manufacturan en Tlaltepan y son vendidas a un precio de entre 15 y 18 pesos cada una.

pi–atas-acolman-3-jpg Durante un recorrido por esta comunidad, los artesanos indican que a la actividad a la que se dedican se han sumado familias completas y aun niños que desde los siete años saben cortar el papel de china, elaborar el engrudo con el que se pega y adornar las ollas de barro ųque también se manufacturan aquíų, que adquirirán la forma final de una piñata.

En jornadas de trabajo que comienzan desde las cinco de la mañana y concluyen hasta altas horas de la noche, los productores dan respuesta a solicitudes de hasta 50 mil piñatas, que son vendidas a grandes centros comerciales del valle de México o enviadas a Tabasco, Morelos, Querétaro y Puebla, entre otros estados.

Sin embargo, paulatinamente han decrecido tanto el número de artesanos como el de piñatas, toda vez que en el estado de México y el Distrito Federal existen muchos competidores, sobre todo en la temporada navideña, señala Cristina Jiménez Lozano, habitante de Tlaltepan.

La manufactura de las tradicionales piñatas mexicanas comienza con la elaboración de la olla. En unas cuantas horas las manos de alfareros dan forma al barro, que es sometido a cocción durante días en hornos especiales. Empero, por restricciones ambientales ha disminuido el uso de las ollas de barro, que ahora son sustituidas por armazones de papel y engrudo.

En una veintena de locales del mercado de artesanías de Cuautitlán se ofrecen las piñatas que son traídas de Tlaltepan, comunidad que lentamente es acotada y absorbida por conjuntos habitacionales, vialidades, centros comerciales y donde la tradición se mantiene a contracorriente del desarrollo urbano.

"Se trabaja mucho y la gente no paga precios justos, pero de todos modos hacer piñatas es una forma de lograr ingresos", dice una artesana de Tlaltepan, ama de casa y madre de varios hijos.

Este poblado se ubica al lado de la carretera Cuautitlán-Tultepec. Cada año, los productores que no tienen acceso al mercado de artesanías tienden largos lazos amarrados a árboles, que soportan decenas de piñatas que ofrecen a los visitantes. En tanto, en los patios de las casas ųalgunas edificadas todavía con adobeų se amontonan ollas de barro que fueron elaboradas durante el año.

Desde octubre, relata Cristina Jiménez, "se inicia la producción de la tradicional piñata que se utiliza en las posadas, la conocida como estrella". Sin embargo, señala que ésta cada día es más costosa por lo caro de los productos que se utilizan en su elaboración, toda vez que se emplea papel metálico, de china, lustre y de estaño, productos que en esta temporada suben de precio".

Este año, un grupo de 20 artesanos solicitaron al ayuntamiento un préstamo por 100 mil pesos y ofrecieron pagarlo con el producto de las ventas, informa el piñatero Juan Montoya. El es uno de los productores que a pesar de la falta de recursos y luego de 40 años de dedicarse a esta actividad, se niega a que ésta des-aparezca de Tlaltepan.

Para aumentar las ventas, este año los artesanos diseñaron figuras del tradicional "pavo de Navidad, pero aquí le decimos guajolote". Montoya cuenta que se sumó a este oficio desde que tenía siete años y dice que aun cuando no gana mucho por la elaboración de piñatas, espera que sus nietos también se dediquen a ello.