Ť Hacen ruido, no lo pueden evitar, dicen en Polhó


Han pasado ya dos años y los muertos de Acteal no saben morir

Ť Manchas de sangre que ninguna inversión social logrará lavar

Hermann Bellinghausen, enviado, Acteal, Chis., 22 de diciembre Ť Dos años de un futuro herido, tres años de una experiencia política en el extremo. La guerra que oficialmente no existe, y sin embargo no para de lastimar. La Iglesia católica que se desgarra, presionada por el poder político y las manchas de sangre que ningún discurso, ninguna "inversión social", ninguna complicidad logrará lavar.

A 9 días del año 2000, como insistieron en Polhó los indígenas, Acteal no ha terminado. Los muertos no saben morir aquí. Hacen ruido, no lo pueden evitar.

Las luchas no callan, no pueden. Las dos celebraciones hoy en el municipio autónomo San Pedro Polhó se hicieron un potente eco una a la otra. Así, hay un obispo en resistencia, asediado, y hay un concejo municipal que pide perdón a su pueblo al entregar el cargo. Hay sobrevivientes representando a los muertos, y un gobernador en rebeldía a quien asesinaron hace cinco años y esta tarde habla ante miles de campesinas tzotziles, en su mayoría desplazados de sus tierras por unos paramilitares que oficialmente no existen (si es que acaso alguna vez existieron).

Las dos principales hondonadas de la resistencia indígena en las tierras de Chenalhó se llenaron hoy de memoria agravada, denuncia viva y constancia de lucha en proceso.

En Acteal, los muertos hicieron ruido en las gargantas de los vivos. En Polhó, la tradición de un pueblo antiguo respaldó una vez más a las autoridades en rebeldía.

Como declararon Las Abejas durante la prolongada e intensa celebración cristiana en la "tierra sagrada" de Acteal, en tono completamente secular. "La situación de guerra sigue viva". Y en vez de lamentarse, denunciaron los atropellos de estos días, no de aquellos que tanto hicieron llorar, tanto horror y todo.

Un obispo con lodo en los zapatos

Con la ritualidad de los ciclos litúrgicos en la compleja espiritualidad pedrana, los padres y los hijos de los hijos y los padres asesinados por la espalda hace exactamente dos años, escenificaron la masacre y hasta "quemaron" una casa, con el consecuente fuego que echó a la concurrencia dos pasos atrás.

El que fue lugar de casos y agonía hoy está engalanado, y la misa concelebrada por el obispo de San Cristóbal tiene una belleza extraña.

Al fondo está la gran casa de ladrillo rojo donde viven los muertos. Y la peor ladera hace 2 años hoy la ocupa el coro de Acteal, a dos voces y las mujeres de blanco por sus rebozos de manta y flores rojas. Un melódico, aliñado coro para este templo a cielo abierto en que han convertido el lugar.

Sobre un altar volado, de tablas y guirnaldas, Raúl Vera deja claro que para que haya paz el gobierno tiene que cumplir. En estos precisos momentos el cabildeo de los voceros episcopales del gobierno de México ha llegado al secretario del Estado Vaticano, y apunta para, como botín de guerra, echar al obispo que sustituye a Samuel Ruiz García.

Rodeado de crisantemos y alcatraces, el prelado dominico se mantiene en la raya, junto con los indígenas de su grey y participa en su reclamo de justicia.

El escándalo mundial por la masacre no ha traído tranquilidad a los tzotziles de la diáspora pedrana. Los paramilitares, y los funcionarios que los solaparon, siguen libres, actuando. Los primeros, amenazan, controlan los caminos, conservan las armas que les repartieron entonces, y la disposición a usarlas.

De los segundos, todos siguen impunes, y el ex gobernador Julio César Ruiz Ferro representa al gobierno mexicano en la embajada de Washington.

Es curioso que para el poder resulte más incómodo un obispo que sólo propone la paz, que un diplomático con graves cuentas pendientes. Que lo tolere el gobierno estadunidense puede dar un indicio de que comparte responsabilidades en la guerra de contrainsurgencia en Chiapas.

MEXICO_CHIAPAS_LWI Las agresiones no han cesado. Hace poco, los paramilitares impidieron ominosamente el regreso de los desplazados de Canolal. Tal cual es dicho en la mesa.

La banda de viento de Santa Catarina acompaña la procesión del obispo Vera hacia la cripta. Las laderas de Acteal siguen hechas de fango. Raúl Vera desliza su blanca sotana rodeado de indígenas. Se han nombrado, uno por uno, a los masacrados; se ha dicho la edad que tenían.

"Herida abierta de la patria", dice una manta. Atrás del conjunto tropical suena una cajita musical con Blanca Navidad, ad nauseam. El papa comparte un muro con San Pedro, la Guadalupana, la Virgen de los Remedios y un Cristo resucitado, y vestido para el frío.

"Justicia que no llega", prosigue la manta. El dolor de la masacre está sublimado, pero la denuncia y la protesta están vivas. Suenan raras las palabras del canon en este contexto:

"Roguemos por que este sacrificio sea agradable a Dios Todopoderoso", reza Vera, antes de hacer el esfuerzo de orar en tzotzil.

Inexplicables como tantas cosas, unas pobres matas de banquilán siguen vivas en la ladera pelona y hoy sobrepoblada. El camarográfo Carlos Martínez indica que es una planta sagrada para los indígenas de aquí. Por lo tanto la han respetado. De este vegetal extraen un tabaco silvestre que ofrecen por costumbre los pedranos a sus visitantes. Una dádiva que nunca se agradece, sólo se toma.

La resistencia es doble: contra la militarización y los actos de autoridad del gobierno, y contra el odio que les quieren sembrar a los indígenas de la región, sean priístas, abejas o zapatistas. El gran veneno.

Y la manta termina: "Dolor que se acrecienta. Dignidad que no es vencida".

Hay un trompetista que toca sobre las tumbas con la libertad de Don Cherry en tiempos de Ornette Coleman, acompañado de flautines indígenas. Hay mujeres que se cubren completamente la cabeza y el rostro con su rebozo, para llorar a solas ante los 45 retratos, sobre las 45 sepulturas.

Un ciclo de autonomía y resistencia

ƑCuántos años habrán de pasar para que veamos pedir perdón al pueblo a algún funcionario gubernamental el día que abandona el cargo? El cambio de autoridades en el municipio autónomo de Polhó, esta tarde, resulta un acto político ejemplar.

Los pasaros, que ya se van, son ayuntamientos pasados. El nuevo concejo municipal autónomo ocupa las primeras filas del público. Hombres y mujeres, todos llevan una vara y un bastón de mando. El concejo saliente, de cara a la multitud, rinde cuentas, y transmite los bastones de mando "a quienes el pueblo eligió" para ocupar el cargo.

Domingo Pérez Paciencia habla a nombre de "los miles de desplazados de guerra de 1997", a nombre de las bases de apoyo del EZLN, a nombre de las comunidades de Chenalhó cercados por miles de soldados federales.

A nombre de los perseguidos y amenazados de cárcel o muerte, "por órdenes del gobierno tirano y antidemocrático de Ernesto Zedillo y Roberto Albores Guillén".

A la sombra de un cobertizo, dos arcos de flores y vistosos adornos de papel de china con las siglas EZLN, y acompañados por los principales de la tradición, los miembros del ayuntamiento saliente cumplen tres años de gobierno autónomo y en resistencia. Una experiencia extraordinaria, que se dio de casa al mundo.

Tanto Pérez Paciencia como Bartolo Gutiérrez Vázquez, nuevo presidente del ayuntamiento rebelde, se dirigen con humildad a su gente y alzan la voz para ser escuchados por la sociedad civil, el país entero y los países extranjeros que se toman la molestia de mirar en esta dirección. Un minúsculo municipio proscrito le rinde pues cuentas al mundo.

Domingo Pérez Paciencia pide a las nuevas autoridades "hacer más mejor que nosotros", y pide disculpas al pueblo que los eligió hace tres años "por la falta de capacidad y experiencia", por los errores "concientes e inconcientes".

"Son muchos los problemas y trabajos. Los problemas de las desplazados son muchos y graves, dice Pérez Paciencia, sonriendo con seriedad.

"No nos rendiremos", dice, invocando "la sangre de nuestros compañeros caídos en Acteal, y muchos asesinados antes y después de Acteal".

El patio de escuela que sirve de plaza central al incrementado pueblo de Polhó, acoge esta tarde a miles de pedranos, la mayoría desplazados, que vive en alguno de los ocho campamentos, pequeñas comunidades compactas en sí, o vienen de las comunidades autónomas que no dominan los paramilitares priístas realmente existentes.

Pero más que un informe de actividades, el discursos del ayuntamiento pasaro es una prolija relación de agravios, una cronología meticulosa y elocuente de cómo se construyó y escaló la locura paramilitar que tuvo su clímax y frenesí en Acteal.

"El gobierno ofreció cantidades de dinero para comprar armas: dice. "En el año 1997 llegaron a los municipios los promotores de los grupos paramilitares. Se repartieron e hicieron campamentos en Puebla, Yaxjemel, Los Chorros, Yiblejoj, Sanembolon, Acteal, Tzajalcum Yabteclum, La Libertad", etcétera.

Y empezó la ofensiva, con el asesinato de Cristóbal Pérez Medio, regidor autónomo, y la explusión de los pobladores de Majomut, por parte de la Seguridad Pública, la Judicial y los paramilitares. Hoy, por cierto, Majomut es la sede del mando militar en Chenalhó. Y la gente de la comunidad vive, despojada, en Polhó.

Las casas quemadas, los robos, los muertos, van desfilando en el informe de Pérez Paciencia. Las maniobras del ayuntamiento priísta para solapar la contrainsurgencia y hacer fracasar las negociaciones de paz, todavía una semana antes de la matanza.

Nos recuerda a qué grado, el crimen fue anunciado, cantado. Las muertes de priísta "fusilados por los priístas" en Chimix y otros puntos del expediente que la PGR ignoró en su informe en días pasados, aferrada a su famosa versión "conflicto intrafamiliar", que tiene presos a varios comandantes de la policía, algunos soldados, y ex autoridades municipales como Jacinto Arias. Esa gran familia que organizaron, casi científicamente, los usuarios del Manual de Guerra Irregular

del Pentágono en los Altos de Chiapas.

De cara a la nación

En Polhó, hoy se imparten lecciones prácticas de qué significa "mandar obedeciendo".

Con sus mantos blancos desplegados sobre el pecho y cubriéndoles la cabeza, las nuevas autoridades reciben los tres mandatos: "cumplirás con el pueblo que te eligió; cumplirás nuestros principios de buscar la unidad, el respeto, y luchar concientemente por la justicia, libertad y la democracia; llevar siempre el bastón como símbolo de autoridad, unidad y resistencia".

Entonces Bartolo Gutiérrez Vázquez, con su bastón de mando y su aspecto de campesino ancestral (lo mismo griego, que israelita, que maya), se dirige a sus chiltak (compañeros), para asumir la responsabilidad.

Las montañas de Chenalhó, nebulosas, y los campamentos-colonias, rodean el escenario de la resistencia municipal que, contra viento y marea, insiste en existir de cara a la nación.

Acteal y Polhó: la protesta que no se rinde, la celebración de seguir vivos, las batallas por la dignidad en el reino de este mundo, y el cinturón de la guerra que no deja de apretar.


Ť Segundo aniversario de la masacre de Acteal


Miles de mexicanos exigen que salga el Ejército de Chiapas

Ť Piden también castigo para los autores intelectuales de la matanza

Andrés T. Morales, Luis Boffil, Víctor Hernández, Carlos Camacho y Raúl López, corresponsales Ť Con la exigencia de que el Ejército retire sus tropas de las comunidades indígenas y el llamado a evitar que masacres como la ocurrida en Acteal hace dos años se repitan en nuestro país, miles de ciudadanos de distintos estados de la República se manifestaron este miércoles con la consigna también de que se castigue a los autores intelectuales del asesinato de 45 indígenas y campesinos en aquel poblado chiapaneco.

Al cumplirse 24 meses del multihomicidio y en memoria de los caídos, en Orizaba, Córdoba y el puerto de Veracruz, miembros del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN) pidieron la destitución del gobernador chiapaneco, Roberto Albores Guillén, por "representar un obstáculo para la paz y ser el principal protector de grupos paramilitares".

Fernando Reséndiz, miembro del FZLN en Veracruz, externó que la sociedad civil no puede permanecer indiferente a lo que acontece en Chiapas y ante un crimen que permanece en la impunidad porque los autores intelectuales reciben la protección de los gobiernos federal y estatal.

En una marcha efectuada en ese puerto, los activistas solicitaron al Congreso de la Unión intervenir para que se detenga el financiamiento de organizaciones paramilitares, el desmantelamiento de guardias blancas y el cese de la represión policiaco-militar contra comunidades indias.

Pugnaron porque los legisladores disminuyan las partidas presupuestales destinadas a la compra de armamento y al entrenamiento militar y policiaco contra la insurgencia, y a presionar para que el gobierno federal respete los acuerdos firmados en San Andrés Larráinzar y retorne a la mesa de diálogo.

Ofrenda floral en el zócalo de Tlaxcala

Organizaciones no gubernamentales de Tlaxcala colocaron ayer una ofrenda floral en la Plaza de la Constitución de la ciudad capital y convocaron a la sociedad a mantener esa masacre en su memoria y en sus corazones para evitar que se repita.

Convocados por el FZLN y por la Central Nacional Urbana y Campesina (CNUC), los participantes reclamaron justicia y democracia, y señalaron que a pesar de los intentos del gobierno federal no se ha evitado que la semilla de la rebeldía se extienda en todo el país a consecuencia de los acontecimientos de Acteal, del municipio Chenalhó, en la entidad chiapaneca.

Provenientes de varios municipios del estado, los dirigentes del FZLN y de la CNUC también demandaron la salida del Ejército Mexicano de la zona de conflicto en Chiapas y el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, a fin de que la paz vuelva a esa región.

Nunca más otro Acteal, fue el grito en Yucatán

"šNunca más otro Acteal!", fue la consigna de organizaciones no gubernamentales y simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) al recordar ayer en Yucatán la matanza de 45 indígenas en ese poblado de Chiapas.

En distintos actos, ese triste episodio fue motivo de reunión de varias agrupaciones que encabezaron actos litúrgicos y plantones para exigir al gobierno federal poner fin al asedio y a la represión contra los pueblos indios.

Mediante un comunicado, el Frente Zapatista de Liberación Nacional en la entidad denunció que a dos años de la matanza de Acteal, los verdaderos culpables no han sido castigados y continúan con sus impunes acciones, mientras que el presidente Ernesto Zedillo, el secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco, y el gobernador de Chiapas "hablan de un estado de derecho que sólo ellos ven".

El FZLN agregó que la violencia y la guerra de exterminio contra los pueblos indios imperan en Chiapas y en todo el país, y de igual forma aumentan los prisioneros de conciencia, la represión social y crece la amenaza contra la estabilidad y la paz.

A dos años de la matanza de indígenas, el FZLN en Yucatán llamó a toda la población a demandar: "šnunca más otro Acteal!", y advirtió que Zedillo, Carrasco y Albores Guillén preparan otro genocidio en las cañadas de la selva Lacandona.

Manifestaciones en Hidalgo y Michoacán

Grupos indígenas y defensores de los derechos humanos de los municipios hidalguenses de Pachuca, Ixmiquilpan y Tulancingo realizaron actos para recordar la masacre de Acteal y demandaron al gobierno resolver el conflicto de Chiapas "por la vía del diálogo" si no quiere que en el país ocurran "otros Acteales".

Con sencillas ceremonias, reducidos grupos simpatizantes con el EZLN y con la lucha de los indígenas chiapanecos recordaron la matanza de 45 campesinos de Acteal, "cuyo único delito fue ser indígenas".

Finalmente, en Morelia, alrededor de 100 personas demandaron "castigo pleno" y una investigación a fondo para dar con los autores intelectuales de la matanza. Asimismo, exigieron la destitución del gobernador, Roberto Albores, y la desmilitarización de Chiapas, pues ello "significaría una buena señal para la paz".