La empresa Rockotitlán altera y daña la zona arqueológica


Teotihuacán, la historia al basurero

Pablo Espinosa y Arturo Jiménez * Alteración de "contextos arqueológicos" por remoción de materiales ųlo cual equivaldría, valga una comparación, a desordenar la escena de un crimen y, por ende, de las investigacionesų y daño a pisos prehispánicos por el uso indebido de maquinaria pesada, son algunas de las primeras conclusiones del peritaje del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) luego de los "trabajos" que, de manera ilegal y arbitraria, llevó a cabo la empresa Rockotitlán en la zona arqueológica de Teotihuacán.

En una semana el INAH terminará su investigación y podrá, de ese modo, documentar de manera detallada una demanda legal contra esa compañía de espectáculos por "daños al patrimonio arqueológico de la nación".

Estas son las aristas de una historia que pudo haberse evitado y que, además de las dos instancias mencionadas, involucra al gobierno del estado de México.

En primer lugar, lo anterior es el fin definitivo de la anunciada Ultima noche del milenio. Teotihuacán 2000, que prometía a decenas de miles de melómanos el sueño de ingresar al Año Nuevo bajo el influjo de una larga e impresionante lista de estrellas de rock como Peter Gabriel y Roger Watters, y que se fue reduciendo hasta quedar con los excelentes King Crimson y Yes.

Pero una trama más am- plia continúa, pues aunque la fantasía musical del 31 de diciembre se cancela y hereda un pleito jurídico, los de Rockotitlán dan muestras de perseverancia y aseguran que en marzo podrían organizar otro espectáculo masivo en "algún lugar" del municipio teotihuacano.

teotihuacan 2000 Un motivo poderoso los avala: los permisos que obtuvieron de parte del gobierno mexiquense ųnunca del INAHų, después de largas negociaciones, tienen una vigencia de tres años.

Destruir rompecabezas

El pasado 10 de diciembre, cuenta María del Socorro Villarreal, coordinadora nacional de Asuntos Jurídicos del INAH, trabajadores de Rockotitlán introdujeron maquinaria pesada al llamado "perímetro B", aledaño a la zona arqueológica central de Teotihuacán, protegida por mallas y custodios.

Como había una hondonada, se les hizo fácil excavar y llevar tierra desde unos montículos para aplanar el terreno y así dar cabida a los 200 mil espectadores que tenían calculados. No se dieron cuenta ųo no quisieronų que en las enormes palas de sus máquinas llevaban y revolvían gran número de fragmentos de cerámica prehispánica, lo cual dificultará ahora, aún más, la reconstrucción arqueológica.

La frenética actividad, ya con el tiempo en contra, comenzó a extenderse "de manera arbitraria" hacia la zona protegida y los custodios, extrañados desde un principio, decidieron parar los trabajos y desalojar a los invasores.

Pese a ello, días después, el martes 14, los trabajadores contratados por Rockotitlán reiniciaron sus labores... y volvieron a meterse a la zona protegida. Entonces, ante el argumento de la empresa de contar con permisos de los gobiernos estatal y municipal, se determinó que procedía una averiguación previa.

Ante la exigencia del Ministerio Público de información "más específica" y abundante, el INAH designó a los arqueólogos Rubén Cabrera y Jesús Sánchez, quienes ahora se encargan del recuento de los daños.

Al trasladarse la tierra (y con ella los fragmentos de cerámica) de un lado a otro, señala Jesús Torres Murillo, coordinador administrativo de la zona arqueológica de Teotihuacán, se afecta la investigación arqueológica en el lugar.

Acerca de la introducción de maquinaria pesada en la zona, Heriberto Villagómez, identificado como "director general del evento" por parte de Rockotitlán, se limita a decir que él no maneja esas decisiones. Su respuesta es la misma ante el comentario de las faltas expectativas que generó la promesa de ver y escuchar a Peter Gabriel y Roger Watters.

En cambio, argumenta sobre la zona afectada: "Son terrenos ejidales, nosotros hicimos un convenio con campesinos, hemos hechos las cosas de manera transparente".

Aunque las estructuras no se encuentren "liberadas" ni exploradas, pues aún se hallan cubiertas de tierra, aclara el arqueólogo José Antonio Contreras Ramírez, secretario general de los académicos e investigadores sindicalizados del INAH, el perímetro B también está incluido en las declaratorias de Teotihuacán como patrimonios Nacional y de la Humanidad.

Luego de criticar la "comercialización" que se hace con las zonas arqueológicas, Contreras indica que urge una "evaluación académica" de los daños en el terreno aplanado por los de Rockotitlán. "Esperamos que el INAH haga lo conducente, pues esa empresa transgredió el marco jurídico al no contar con una autorización del instituto y, además, actuó desde una posición de poder".

Si el INAH no actuara, advierte, el sindicato de investigadores lo haría, pues además de apoyarse en las declaratorias mencionadas se cuenta con el aval de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. "No estamos en la cerrazón, pues el rock también es una expresión de la cultura, pero todo debe hacerse de acuerdo con la ley", aclara.

Casi al punto del hermetismo, voceros de Rockotitlán señalan que, de ser necesario, su departamento jurídico entraría en acción en esta historia que aún no encuentra respuesta para una última arista: Ƒno se pudo haber prevenido este daño a la ciudad de los dioses?