Una noche especial
Achim M. Loske
El 21 de diciembre de 1866, los indios sioux, aprovechando la luz de una Luna extremadamente brillante, sorprendieron a los soldados del territorio de Wyoming (Estados Unidos) en una emboscada histórica. Esa iluminación nocturna tan sorprendente se debió a un fenómeno astronómico poco común, que volverá a repetirse en unos días.
De la luz que recibe la Luna del Sol, sólo 7 por ciento es reflejada hacia el espacio. El 22 de diciembre de este año, el solsticio de invierno, denominado primer día de invierno, la luna llena y el perigeo lunar prácticamente van a coincidir. Debido a que la Luna se encontrará en el perigeo, es decir, a la mínima distancia de la Tierra, ésta aparecerá con un tamaño 14 por ciento mayor que durante el apogeo (punto más distante).
La distancia a la cual se dan los perigeos y los apogeos
de la trayectoria elíptica de la Luna también
varían durante el año. El próximo perigeo
será el más cercano. Adicionalmente, durante el invierno
la Tierra, y consecuentemente la Luna, siempre están varios
millones de kilómetros más cerca del Sol, con lo cual la
irradiación solar sobre ambas aumenta considerablemente. Ello
es independiente de que en el hemisferio norte, debido a la
inclinación del eje de rotación de la Tierra, en
invierno los rayos solares inciden con un ángulo
más rasante, las temperaturas bajan y los días son
más cortos que las noches.
A pesar de que la Luna estuvo aún más cerca de la Tierra en enero de 1912 y en diciembre de 1893, la coincidencia de luna llena, perigeo y solsticio es poco frecuente. En diciembre de 1980 y 1991, esas tres posiciones también estuvieron muy cercanas. Pasarán más de 100 años para que nuestros descendientes puedan admirar la Luna en un instante equivalente.
Este año, el solsticio de invierno será el 22 de diciembre a la una de la mañana con 44 minutos (hora del centro del país). Unicamente tres horas más tarde, la Luna pasará por el perigeo, de manera que, 133 años después de la mencionada batalla, nuevamente tendremos una noche sumamente iluminada, en la que, dependiendo de las condiciones atmosféricas, probablemente no necesitemos encender las luces de nuestros automóviles.
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