Por su contribución a la educación y el trabajo comunitario
refugiadas guatemaltecas ganan el Premio Nacional a la Juventud Indígena

 

Cinco mujeres pertenecientes al grupo Investigación y Desarrollo Femenino (IDEFEM), fundado en 1982, recibieron, junto con otros siete representantes de diferentes etnias del país, el Premio Nacional a la Juventud Indígena, por el trabajo radiofónico que realizan en Comitán, Chiapas, en beneficio de mujeres, niños y refugiados guatemaltecos que habitan en ese estado.
Las indígenas guatemaltecas Mara Imelda López Baltazar, (kajobal) María Pablo Calmo (mam), Eulalia Pascual Pedro (kajobal), María Marcos Pérez (chuj), y la chiapaneca tzotzil Dionisia Pérez Pérez, son las encargadas de la producción, locución y grabación radiofónica de la radio revista Palabras de la Tierra (que incluye desde temas culturales de las comunidades indígenas, salud reproductiva de las mujeres y medio ambiente) y el programa Corazón de Copal. El primero se transmite los martes a las 9:30 horas en Radio Margaritas XREBFF, 1030 en español y los jueves a la mismas hora en tres lenguas: kajobal, chuj, tzotzil y en castellano.
En tanto que Corazón de Copal , dirigido a la comunidad infantil, se transmite en el Imer con el nombre de Balún Canán. En esa misma estación cuentan también con un programa dirigido a mujeres que se transmite a las 5:30 en español.
Dionisia Pérez, de 22 años, cuenta en breve entrevista telefónica que las mujeres refugiadas guatemaltecas, preocupadas por mantener contacto con gente de sus regiones y comunidades, iniciaron en 1993 con el proyecto radiofónico que en un principio se denominó Las mujeres Guatemaltecas.
Sin embargo, cuando se fueron arraigando en Chiapas, el programa se fue extendiendo a las etnias de la región. "Aunque a veces no llega la transmisión o no tienen radio para oír su programa -comentó Dionisia- muchas mujeres nos escuchan con sus vecinas y se sorprenden de saber que, al igual que los hombres, también tienen derechos".
Los temas que más llaman la atención de esas mujeres, continuó, son los conocimientos que les transmitimos acerca de las plantas medicinales "porque muchas veces no pueden ir a las clínicas a atenderse y por ello prefieren saber más acerca de las plantas curativas".
El premio del primer lugar al que se hicieron acreedoras el pasado 21 de octubre por su experiencia con las comunidades indígenas y su contribución a la educación y el desarrollo comunitario, consistió en un diploma, medalla y 25 mil pesos.