CUBA: LA OTRA MITAD DE "LA MITAD DEL CIELO"
* Bloqueo, turismo, dolarización, jineteras
* La ética del trabajo frente a los valores hedonistas que pregona el neoliberalismo

Guillermo Almeyra

Las mujeres cubanas pasaron por un verdadero Calvario durante el llamado "periodo especial" y, todavía en 1995, carecían de todo. En efecto, además de hacer largas filas para conseguir algún alimento para sus niños y para el hogar, se encontraban después con que los cortes de luz o la escasez de combustible les impedín cocinar o con el deterioro de los alimentos perecederos y de los propios aparatos electrodomésticos por caída repentina de corriente y los cortes totales nocturnos.
Pero si esto fuera poco, no habían toallas higiénicas ni nada con qué remplazarlas y tampoco había jabón para lavar los trozos de tela con que intentaban sustituirlas o la ropa sucia propia y la de la familia. La inventiva popular, según la zona, llevaba pues a lavar con tierra, con sosa cáustica rebajada, con tripas de cerdo o con hierbas, que no eran nada fácil de conseguir ni de utilizar, sobre todo en las viviendas populares urbanas. El Estado, es cierto, garantizaba y garantiza el litro de leche diario para los niños, los ancianos y los enfermos pero, en cambio, era muy común ver a eso de las 11 de la mañana los chicos de las escuelas pasear por las calles porque les habían dejado salir, ya que era imposible darles el almuerzo que los centros de enseñanza se suponía debían proporcionarles. Por otra parte, la práctica desaparición del transporte público urbano por la falta de combustible agravaba aún más esa situación pues las larguísimas esperas de la "guagua" (autobús) o las aún más largas caminatas después de trabajar o de buscar los alimentos eran una terrible carga suplementaria. Puede decirse que había hambre en las ciudades y escasez de alimentos en todo el país y que la situación era similar a la sufrida por los pueblos europeos en plena Guerra Mundial... con la diferencia de que la guerra que Cuba sufría era, por un lado, la real pero nunca declarada por Estados Unidos con su bloqueo que dura desde 1960 y, por otro lado, el resultado de una guerra no guerreada pero perdida por el llamado "bloque socialista" al que Cuba había apostado todo su presente y su futuro.

Dos sectores contrapuestos

El "periodo especial" trajo consigo el agravamiento de la dolarización de una parte de la economía y de la sociedad cubana hasta obligar al Estado a legalizar la circulación de la moneda estadounidense, y también provocó la aparición masiva del fenómeno de esa especie particular de prostitutas que son las jineteras. De este modo, quienes tenían familia emigrada a Estados Unidos y recibían dólares o quienes pasaban a depender del turismo (trabajadoras y trabajadores de la industria hotelera o de las diversiones y la restauración, taxistas, pero también vendedores de puros falsificados, de medicinas supuestamente afrodisiacas adulteradas o jineteros y jineteras) no sólo podían comer y darse lujos relativos sino que también, de golpe, pasaban a constituir un sector muy privilegiado con respecto a los asalariados normales y los funcionarios, inclusive importantes, que cobraban en devaluados pesos cubanos (en ese entonces un dólar se cotizaba en 155 pesos en el mercado popular de divisas).
Las jineteras eran jóvenes con buena preparación cultural y profesional: enfermeras, médicas, economistas, estudiantes, universitarias. Y su objetivo era sobre todo poder comer en los restaurantes para extranjeros, comprar en las tiendas para extranjeros, acceder a consumos normales o de lujo que el común de los cubanos veía sólo de lejos. No eran prostitutas comunes ni estaban a la búsqueda de muchos clientes; por el contrario, se limitaban a funcionar como "novias" de un extranjero durante la estancia de éste en la isla y a veces se iban con él. El mismo Fidel Castro trató de analizar esa diferencia, destacando el nivel cultural de estas chicas pero se le fue la mano al decir que hacían "por gusto" su antiguo oficio, porque se veían de todos modos obligadas a vender su cuerpo debido a la escasez y también, a la carencia de valores opuestos a los del hedonismo ya que la sociedad supuestamente "socialista" en realidad siempre había compartido los valores capitalistas en lo que respecta a los premios y al consumo. Otros analistas del fenómeno destacan que las jineteras "besan sin problema" a sus novios-clientes lo cual, según ellos, demostraría una relación de "paridad sexual". A mi juicio, sin embargo, esto sería más bien resultado del carácter incipiente del desarrollo de lo que entonces no aparecía como "profesión" y tenía más bien el carácter de actividad de apoyo y complemento al trabajo productivo o social que todas seguían desempeñando.
En este doble mercado (dolarizado y en pesos) y de valores (la austeridad y la visión del bien colectivo; el egoísmo y la búsqueda del disfrute dejando de lado los escrúpulos), quedan de un lado los sectores adultos urbanos y los sectores campesinos y, de otro, la juventud urbana de ambos sexos, sin diferencias étnicas. En los diez años que lleva ya la agudísima crisis en Cuba, mientras la economía lentamente mejora y, de ese modo, cambia para bien la vida cotidiana de las mujeres (que sigue siendo difícil, pero no desesperada) los problemas sociales, en cambio, se cristalizan. La diferencia entre las que viven del dólar y quienes viven en pesos, en efecto, se ha afirmado: una directora de escuela gana 350 pesos por mes (el dólar está a 22 pesos) y una mesera saca, en cambio, en una noche, de propina, el equivalente de ese trabajo mensual o incluso más. Ni hablamos de las que venden en cada ocasión su cuerpo por 20 dólares o más, cantidad que equivale al sueldo mensual de la directora de un instituto de investigación biotecnológica.
Las mujeres campesinas o de las pequeñas ciudades rurales, sin turismo, trabajan en el campo o en los servicios, hacen artesanías, desempeñan cargos en las cooperativas y aparatos administrativos. Su nivel de vida ha mejorado con respecto al momento peor del "periodo especial" y esperan mejorar aún más plantando huertos familiares, desarrollando su creatividad, que se apoya en el hecho de que todos los habitantes de la isla tienen como mínimo nueve años de escolaridad. Es más, la reducción del papel burocrático y paternalista del Estado y la necesidad de recurrir a la iniciativa y autogestión populares ha dado un peso social mayor a esas mujeres,eso es visible en su participación y poder de decisión en los organismos campesinos rurales, si bien no se ha acabado con el machismo. Por el contrario, las jineteras, perseguidas oficialmente por el Estado pero ante las cuales la policía cierra un ojo, se convierten cada vez más en prostitutas clásicas, ofrecen sus servicios mediante padrotes y han perdido la comprensión de sus vecinos.
De modo que "la mitad del cielo" - las mujeres- está dividida por mitades, según su edad y su carácter urbano o rural. Y mientras el mercado significa para las campesinas un reforzamiento de la ética del trabajo y de su participación e iniciativa social, para muchas jóvenes urbanas significa la subordinación a los valores hedonistas que pregona el neoliberalismo y que difunden el turismo y los dólares. Hay pues en Cuba una lucha por la hegemonía entre valores diferentes y opuestos y las mujeres, de ambos lados, desempeñan una papel de punta (agregador, en un caso e innovador, disgregador en el otro, homogeneizador en el mercado mundial).
Aún no es claro cuáles vencerán.