La Jornada Semanal, 5 de noviembre de 1999



(h)ojeadas

Para documentar
nuestro pesimismo


Luis Tovar

Emilio García Riera,
Breve historia del cine mexicano.
Primer siglo 1897-1997,

IMCINE/Ediciones Mapa,
México, 1998.

.

En 1960, la revista Artes de México publicó un número especial bajo el título Medio siglo de cine mexicano. En ese ejemplar, hoy inconseguible, los lectores podían consultar una filmografía compuesta por ochenta y cuatro películas, cifra demasiado escueta incluso para nuestra -desde hace ya demasiados años- anémica producción cinematográfica. El número de cintas referidas sólo es indicativo, como se verá más adelante, de lo insuficiente que el espacio le resultaba al autor.

Tres años después Ediciones Era publicó El cine mexicano -otra obra tan difícil de encontrar en librerías como difícil es hallar calidad en el cine de ficheras. En él se multiplican las películas registradas hasta acercarse a las dos mil, y con esta cifra el autor del libro casi homologaba la cantidad de las películas que había visto con las que consignaba en este antecedente directo de lo que vendría, poco más adelante, a satisfacer una necesidad que nadie había logrado -ni se había propuesto- cubrir.

Durante diez años, de 1969 a 1978, también bajo el sello de Era, se publicaron los nueve tomos de la primera edición de la Historia documental del cine mexicano, conocida obra monumental que el propio autor revisó y corrigió en 1990, añadiendo lo que nuestro cine produjo en el ínter, hasta sumar la comprehensiva cifra de 3,544 películas, cuyas ficha técnica y sinopsis -deliciosamente aderezadas con los comentarios del creador de esta auténtica enciclopedia- requirieron dieciocho apretados tomos.

Todos estos datos pueden parecerle ociosos -o pedante su mención- a quien conozca el nombre del autor de las tres obras referidas. Nada más común en el muchas veces ocioso y no pocas ocasiones pedante mundillo de los ``enterados'' de cine. Por desgracia, ellos y muchos otros que también se dicen profesionales de la crítica y el periodismo cinematográficos han venido demostrando, desde hace tiempo, un desconocimiento y un desinterés -muy parecidos a la soberbia- respecto a la obra de Emilio García Riera. Es verdad que las dificultades para encontrar (y comprar) la colección completa de la Historia documental han abonado lo suyo para que la omisión contra García Riera sea más redonda. Pero también es verdad que, problemas de distribución y de costo aparte, son más bien pocos los que aciertan a recurrir a este documento indispensable cuando se trata de conseguir un dato certero sobre cine mexicano.

Consciente de los problemas habidos con la extensión y la disponibilidad de su Historia documental, Emilio publicó recientemente la Breve historia del cine mexicano, cuyo optimista subtítulo (``Primer siglo'') es el mejor testimonio del ánimo con el que García Riera ha enfrentado siempre la tarea colosal que se echó a cuestas por lo menos desde 1957, cuando México en la cultura, ese pionero de los suplementos culturales en nuestro país, publicaba sus notas, también pioneras del arte de la reseña cinematográfica en estas latitudes.

Con toda seguridad, Emilio García Riera es la única persona que ha visto cerca del ochenta por ciento de toda la producción cinematográfica mexicana, desde la época silente hasta 1997, año al que llega esta Breve historia. Se dice fácil pero, por supuesto, no lo es, y las razones son tantas que podrían abarcar un volumen casi tan extenso como las 466 páginas del libro que nos ocupa. Quedémonos en la mente, por ahora, sólo una de esas (sin)razones, ya enunciada por el propio García Riera (e incluida en el excelente artículo de Vicente Rojo que aparece en este suplemento): ``En México no hay cinemateca a la que se pueda acudir para ver las películas nacionales que uno quisiera.'' Valga la repetición de la cita por lo grave de la aseveración: Emilio señaló esta carencia hace veintiún años y todavía es la hora en que nadie le ha puesto remedio.

Antes de la era del press kit (paquete más promocional que informativo sin el cual hoy en día muchos articulistas no serían capaces de escribir una sola línea); antes de que los créditos de un filme pudieran consultarse cómodamente en Internet; antes de que los adjetivos fueran más importantes que los datos, el interesado tenía que anotar, a oscuras y a toda prisa, quién produjo, quién hizo el guión, quién actuó, quién etcétera (es bien conocida la referencia a don Emilio en el cine, siempre provisto de una discreta luz, sin moverse de su butaca hasta haber escrito cada uno de los datos necesarios a su labor de difusión). No es mera nostalgia ni son ganas de complicar las cosas proponiendo hacer algo que -aunque no en todos los casos- ya no es necesario, pero en esa labor entonces ineludible se basó la elaboración del único documento cinematográfico completo con el que contábamos hasta hace muy poco tiempo, mismo del cual proviene, en línea directa, esta Breve historia del cine mexicano.

Como apunta el autor en el texto introductorio, se trata de ``un trabajo de extrema condensación y de gran ampliación''. Lo primero es porque este volumen incluye, resumida al máximo, toda la información contenida en la Historia documental, y lo segundo porque a ese inmenso cúmulo de datos ha debido sumarse lo realizado en México desde 1895 hasta 1929, así como la producción cinematográfica comprendida en el periodo de 1977 a 1997. García Riera confiesa la ``mucha ayuda'' prestada por sus compañeros del Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos de la Universidad de Guadalajara (centro que, por cierto, le debe su creación al propio García Riera). También agradece -lo mismo que el lector, tanto el que se dedica profesionalmente al cine como quien sólo quiere disfrutarlo sin más-``la generosidad'' de Moisés Viñas al facilitar las fichas básicas de todas las películas filmadas en el último periodo mencionado.

Hasta aquí se ha hablado casi exclusivamente de la indudable importancia que tiene la obra de García Riera en lo que toca a su carácter de fuente histórica, para obtener o cotejar información sobre la totalidad del cine mexicano. Pero ese valor, de suyo concluyente, no es el único apreciable tanto en sus libros anteriores como en esta Breve historia: si la profusión de datos puede resultar abrumadora, también es deslumbrante la capacidad de García Riera para la reflexión, el análisis y la opinión siempre moderada. Los adjetivos no son gratuitos; basta echar una simple ojeada a cualquier párrafo para advertir que este libro está escrito con conocimiento de causa y amor por su materia de trabajo. Refiriéndose a Santa (más concretamente, a la primera versión de esta historia, filmada en 1918 bajo la dirección de Luis G. Peredo), ilustra así el recibimiento que el público le concedió:

La cita es larga porque, en efecto, han sido largos, larguísimos los años de vigencia de esta ``actitud prejuiciada contra el cine doméstico'': todavía hoy, para un gran número de espectadores, es necesario que la película transcurra en lugares ``cosmopolitas y sofisticados'' para que valga la pena verla. Tal vez eso no sería tan malo si la actitud proviniera del último de los adormilados, los masticadores de palomitas, los fajadores que no juntaron para el hotel o los oradores que no saben callarse durante una hora y media o dos cuando se meten a un cine. Tal vez sería mejor si los prejuicios, el desconocimiento y los lugares comunes a la hora de opinar sobre una película no provinieran, precisamente, de quienes se supone están capacitados para hablar de ella. Por supuesto que lo mejor sería que ni unos ni otros pontificaran sobre cine a partir de la ignorancia (y la palabra no debería sonarle ofensiva a nadie puesto que, Perogrullo dixit, nadie lo sabe todo, ni de cine ni de ninguna otra cosa), es decir, del dato parcial, la historia parcial, la opinión parcial.

Es para subsanar estas carencias que Emilio García Riera lleva más de cuarenta años escribiendo sobre nuestro cine; es para brindarnos la posibilidad de sumar elementos a nuestra cinefilia que se ha ocupado de recopilar, corroborar y difundir los datos básicos de esta siempre vilipendiada cinematografía. No es lógico que habiendo una obra tan vasta sobre cine mexicano, obra que es al mismo tiempo registro exhaustivo y punto de vista bien fundamentado, todavía haya quien siga valiéndose de la cita inexacta y quien siga emitiendo opiniones basadas en la parcialidad. Ojalá que esta Breve historia del cine mexicano sea útil para que pronto dejemos atrás una actitud que sólo le ha hecho daño a nuestro séptimo arte, siempre tan necesitado de cinéfilos cabales y enamorados como Emilio García Riera.



p o e s í a


El onirismo maya

Rosa Aurora Chávez

Feliciano Sánchez Chan,
Ukp'éel wayak'/Siete sueños,
Escritores en lenguas indígenas, A.C.,
México, 1999.

Una imagen. El fuego. Fuego quemando palabras, toda una tradición escrita. Crepita una lengua y su poesía entre las voraces llamas. ``En el humo de la quemazón se van desdibujando mis sueños.'' Cinco siglos de incendios y la palabra aún palpita. Entre las cenizas se erige la voz, la poesía maya, la palabra verdadera y fresca, el canto que renueva la vida, los versos de Feliciano Sánchez Chan.

Después de siete largos sueños la lengua despierta, murmura, grita que la vida renace en el verbo. Nos abre los ojos. Nos encontramos bebiendo leche de la madre ceiba que nutre nuestras vidas y las de nuestros antepasados. Descansemos nuestras fatigas, nuestra agonía en la tierra y soñemos, prendidos a los pechos de la madre ceiba. Aventurémonos como Dante o Virgilio en el descenso-ascenso, del inframundo a los trece cielos.

Dejémonos caer en el sueño primero, volvamos al origen: el árbol que nos engendra, las ramas-brazos de la madre que nos envuelve, madre luna desnuda, la muerte que es principio de toda la vida, el dolor que es principio de todo gozo. Universo en gestación.

Prosigamos al sueño segundo: la palabra. Cantemos, que la voz abre caminosÊporque los dioses escriben a través de mí, porque la primera voz estalla en ecos, la palabra más antigua. Recordemos nuestro nombre.

Penetremos el sueño tercero: la vida, el aliento en el vientre, la noche que nace,Êel día que muere, la luz en la sombra. Somos de maíz. Somos hombres y mujeres de maíz. Cuerpo que alimenta la tierra. Brota la nueva semilla.

Comamos del sueño cuarto: la luz. ``El lenguaje de las estrellas del cielo. Fuego que gime, a gotas brotan mis temores por mi semidesnudez.'' Fuego que todo lo destruye pero que también ilumina; el trueno, el relámpago, la capacidad de ver todo lo que falta, todo lo que viene.

Veamos el sueño quinto: el espíritu. Estamos volando. Somos un colibrí.

Nuestras alas en el sueño sexto: la otredad. Soñar, soñar la noche, el grito... querer asir el grito y encontrar un espejo. ``¿Quién ha abierto tantos surcos en mi rostro?'' Tú y yo en el espejo. Tú y yo haciendo un hijo.

Engendremos el sueño séptimo: las otras muertes, son tantas mis otras muertes que no las conozco. Son tantos los silencios.

Las cosas no vienen ni van. Somos nosotros los que vamos a ellas. Ukp'éel wayak' nos guía, nos descubre que somos hombres y mujeres amasados del maíz igual que antaño, aviva las voces de nuestros ancestros a flor de piel y canto, nos alegra este peregrinar con la música de la lengua maya, olvidada en nuestro entendimiento, rítmica y melódica al oído, clara y contundente en nuestro corazón. La lengua maya no está muerta. Nosotros tampoco, afortunadamente.

Despertemos en el ensueño del poeta:



FICHERO

Antología

32 narradores del sur, Horacio Salas, Alfonso Romano de Sant'anna, Gerardo Fogel, Washington Benavides, Editorial Don Bosco/Grupo Velox, Asunción, Paraguay, 1998, 406 pp.

Ensayo (literario)

Archipiélago de signos. Ensayos de literaura mexicana, Felipe Vázquez, Ediciones del H. Ayuntamiento de Toluca, Toluca, México, 1999, 223 pp.

Trayectoria de un intelectualista, Gottfried Benn (traducción de José Manuel Recillas, Ensayo ediciones/Verdehalago, México, 1999, 91 pp.

Ensayo (sociológico)

Ultimo cielo en la cruz. Cambio sociocultural y estructuras de poder en Los Altos de Jalisco, Eliseo López Cortés, Universidad de Guadalajara/El Colegio de Jalisco, México, 1999, 342 pp.

Filosofía

La ilustración olvidada, Julio Seoane Pinilla (comp., int. y trad.), Fondo de Cultura Económica, México, 1999 223 pp.

La intuición del instante, Gaston Bachelard, Fondo de Cultura Económica, Col. Breviarios, 2a. edición, México, 1999, 141 pp.

Narrativa

Aforismos. La palabra es el falo del espíritu, Gottfried Benn, selección y versiones de José Manuel Recillas, Universidad Autónoma de Puebla/Verdehalago, Col. Las cascadas prodigiosas 42, México, 1999, 59pp.

Cielo de invierno, Luis González de Alba, Cal y Arena, México, 1999, 253 pp.

El candor del padre Brown, Gilbert Keith Chesterton, traducción de Alfonso Reyes, Losada/Océano, Col. Biblioteca clásica y contemporánea, México, 1999, 286 pp.

El libro de las noches, Sylvie Germain, traducción de Fabienne Bradu, Editorial Aldus, México, 1998, 318 pp.

Juan del Jarro, Norberto de la Torre, H. Ayuntamiento de San Luis Potosí/Verdehalago, Col. Las cascadas prodigiosas 33, México, 1999, 107 pp.

La cruzada de los niños, Marcel Schwob, traducción de Rafael Cabrera, Instituto Cultural de Aguascalientes/Verdehalago, Col. Las cascadas prodigiosas 40, México, 1999, 62 pp.

Marcha seca, Francesca Gargallo, Ediciones Era, Col. Biblioteca Era, México, 1999, 76 pp.

Trágico a medias, Fidencio González Montes, Instituto Veracruzano de Cultura, Col. Los cincuenta, México, 1999, 106 pp.

Poesía

Amor convenido, Rodolfo Naró, Editorial Letras vivas, Col. Los otros poetas de la banda eriza, México, 1999, 52 pp.

Antorchas, Francisco Magaña, Verdehalago, Col. Las cascadas prodigiosas 34, México, 1999, 95 pp.

Armar las palabras, Pilar González Basteris, Fidel Luján, Araceli Mancilla, Julio Ramírez, Universidad Nacional Autónoma de México, Col. El ala del tigre, México, 1999, 150 pp.

Escrito en México (1974-1984), Enrique Fierro (selección y prólogo de Verónica Grossi), Fondo de Cultura Económica, Col. Tierra firme, México, 1999, 334 pp.

Oficio: arder (obra poética 1982-1997), Efraín Bartolomé, Universidad Nacional Autónoma de México, Col. Poemas y ensayos, México, 1999, 545 pp.

Ora la pluma, Fernando Fernández, El Tucán de Virginia, México, 1999, 85 pp.

Revista

Arqueología mexicana, vol. VII, núm. 40, noviembre-diciembre 1999, Alfredo López Austin, Eduardo Matos Moctezuma, Roberto García Moll, Elsa Malvido, Elisa Ramírez, entre otros, Editorial Raíces, México, 77 pp.

La troje. Re-vista literaria, núm. 11, junio-agosto 1999, Lizbeth Padilla, Eduardo Osorio, Raúl Trejo Villafuerte, Raúl Bañuelos, entre otros, Instituto Mexiquense de Cultura, México, 120 pp.

Revista de filosofía, año 32, núm. 95, mayo-agosto 1999, Mauricio Beuchot, Ma. Dolores Illescas Nájera, José Eduardo Pérez Valera, entre otros, Universidad Iberoamericana, México, 342 pp.

Teatro

Al final del espejo. Monólogo en un acto, Lucero Curiel, Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco/Verdehalago, Col. Tiempo de voces 25, México, 1999, 21 pp.