La Jornada miércoles 1 de diciembre de 1999

Samuel Ponce de León R.
La Secretaría de Salud

Hoy conocemos quien es el nuevo titular de Salud y se confirmaron parcialmente los rumores que mencionaban que la oficina sería ocupada por un médico extraño a la Ssa, aun peor, ni siquiera es médico. A pesar de que existen muchos médicos capaces de atender con eficiencia esta responsabilidad, se ha decidido disponer de la Ssa políticamente, un efecto inesperado de la huelga en la UNAM. En los últimos meses del actual gobierno, un cambio que no dé continuidad al trabajo se percibe como negligencia y menosprecia la labor desarrollada durante cinco años.

La Secretaría de Salud es un área de importancia secundaria para el gobierno, excepto cuando se trata de buscar titulares y fotografías.

Durante muchas décadas, los médicos y trabajadores, en general, hemos sostenido el sistema de salud aceptando magros salarios, entendiendo nuestro compromiso con los sectores sin acceso a la medicina privada, que representan la mayoría. Hoy corren vientos de cambio, en donde se presagia un nuevo sistema, que permitirá el enriquecimiento de dueños de aseguradoras y sistemas de atención privados a costa de pacientes y médicos. Los sistemas de medicina corporativa o mejor conocidos como HMO (Health Manteinance Organizations) han fracasado en EUA y Europa, los pacientes no reciben una adecuada atención y los médicos son limitados en sus posibilidades de atención a los enfermos.

La Secretaría de Salud y la seguridad social en México tienen una extraordinaria capacidad de atención, que aunque con múltiples deficiencias resuelven las necesidades de la mayoría de los mexicanos. Hoy requerimos un plan que permita a este sistema mejorar su eficacia y cobertura, y que refuerce sus posibilidades de mejorar la calidad. Nuestro sistema de salud, aunque defectuoso, es mejor hoy que la medicina como negocio. Efectivamente, la medicina puede ser un buen negocio, pero no debe serlo.

Durante las últimas décadas, los médicos hemos soportado la depauperación social y económica impuesta por sistemas de gobierno altamente ineficientes para mantener nuestro compromiso con los enfermos, pero será muy difícil asumir convertirnos en empleados de sistemas corporativos nacionales o extranjeros. Si los cambios en la Ssa buscan facilitar esta transición, mala es la visión del gobierno y peor su capacidad de aprendizaje después de lo ocurrido en la UNAM.