* Con la muestra, Vicente Rojo ofrece un homenaje a Alberto Gironella


Escenarios abiertos convoca a las emociones

* Las 45 obras son laberintos en los que puede deambular la gente, define el artista plástico

Mónica Mateos * Ciudades despobladas, con olor a tierra fresca y entrega. Ciudades donde no se ve ni un alma, pues fueron construidas con utopía. Ciudades laberintos que invitan a convertirnos en Icaro y caer en algún rincón color de sol. Son los Escenarios abiertos, de Vicente Rojo (Barcelona, 1932), que se exhiben en la galería Juan Martín.

Con esta muestra conformada por 45 obras, el artista celebra su medio siglo de creador y la ofrece como homenaje a "su hermano mayor y maestro", el recién fallecido Alberto Gironella. ''A principios de los cincuenta, cuando era un aprendiz de pintor, vi una exposición de Alberto que todavía recuerdo con emoción. En ella se mostraban dos versiones de un mismo paisaje urbano de Guanajuato: una de ellas en tonos grises y plateados, y la otra en ocres y dorados.

''Aunque no estoy totalmente seguro, esa doble visión de una misma imagen puede estar en los orígenes de mi trabajo seriado. Pero de lo que sí estoy seguro es de la importancia de su obra y su amistad en mi vida, y en la de Alba y nuestros hijos. Por ello, esta exposición está dedicada a Alberto Gironella", apunta Rojo como preámbulo a un recorrido por ciudadelas de luces asombradas.

Agrega que el recuerdo de Gironella permea esta muestra, "sobre todo por la relación que tuvimos, que fue para mí muy enriquecedora. Sus obras y las mías son muy diferentes, también éramos muy diferentes como personas, pero eso no evitó que tuviéramos una entrañable amistad, y yo una admiración enorme por su obra a lo largo de mi vida. Mi casa está presidida por un enorme cuadro de él, así que está presente permanentemente. No sé qué tanto se pueda reflejar en mi obra su quehacer como artista, pero sí están presentes los recuerdos que tuvimos".

Son los niños, visitantes sabatinos de esta exposición, quienes nunca se extravían en los escalones que bajan al cielo y suben a las entrañas. Con el índice dibujan en el aire el camino más largo para llegar a nuncajamás o un zigzag, o juegan a elegir su recoveco favorito. Saben, lo que nunca debería olvidarse, que los laberintos no son para abandonarlos pronto, sino para aprender a hallar ante cada desconcierto.

"Convoco, si es posible, a un espectador que busque dentro de sí sus emociones, el interés o inquietudes que la obra le pueda producir. Que él decida por sí mismo lo que ve en estos cuadros. Le doy laberintos en los que puede pasear, detenerse, buscando salidas o entradas. Pero siendo dueño absoluto de su propia ruta".

Escenarios abiertos es la contraparte de la exposición mostrada en febrero del presente año en la galería López Quiroga con el título Escenarios secretos. Ambas son la continuación de dos muestras anteriores que se dieron a conocer en España: Escenarios urbanos (galería Juan Gris, Madrid, 1998) y Escenarios junto al mar (Sala d'Art Artur Ramon, Barcelona, 1999).

"En sus escenarios recuerda Rojo lo desaparecido, y funda, sobre ello, una nueva morada, una ciudad laberíntica, abierta a todo lo imprevisto, alma en sí misma y, sin embargo, sin una sola alma que por sus calles deambule. Homenaje, mental y manual, a un vasto espacio que desea tan sólo ser recorrido a tientas con la mirada pendular del corazón. De ahí su altura de miras, a vista de pájaro, para que desde allí nos asomemos a eso que se nos fue y a eso que, pese a todo, fundamos: esquinas, hoyos, curvas, llanuras y escalones sobre el solar que ese pintor convierte en lugar oreado para la coincidencia", opina en el texto del catálogo José-Miguel Ullán.

Escenarios abiertos, añade, tienen un singular punto de vista: "Desde arriba, que hace de cada cuadro un descendimiento. Y, al contemplar de frente o de cuadrado tales pinturas, caemos pronto en la cuenta que, en efecto, descendemos. Inventario abismal de lo exento: construcciones destechadas, muros oxidados, casillas, celdas, cajas apiladas, columnas, tipografías, torres, nichos, graneros, biombos, macizos, calles vacías, paneles verticales, surcos horizontales, bloques ciegos, módulos mudos, ciudadelas fantasmagóricas, colores asombrados bajo una luz sí usada, estancias lamidas por las aguas, oquedades sin fin. Acorde y desconcierto''.

(Escenarios abiertos, de Vicente Rojo, se inauguró ayer en la galería Juan Martín, Dickens 33-B, Polanco, y permanecerá abierta hasta el 15 de enero del 2000).