Ť Exposición en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo


Luz Jiménez es ''la mujer más pintada de México'', sostiene Blanca Garduño

Ť Aparece en más de 50 murales, monumentos, obras de caballete, esculturas, dibujos y fotografías

Ť Fue modelo de Diego Rivera, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo, entre otros artistas

Merry Mac Masters Ť Una de las caras más recurrentes del mundo pictórico mexicano es Luz Jiménez (cuyo verdadero nombre era Julia Jiménez González). Ella es La molendera y La vendedora de Diego Rivera, la Malinche de José Clemente Orozco y ''la mujer de la mandolina'' de Rufino Tamayo. De hecho, la figura de esta mujer indígena, nacida en Milpa Alta, en 1897, y fallecida en 1965 en la ciudad de México, aparece en más de 50 murales, además de media docena de monumentos arquitectónicos, gran cantidad de obra de caballete, aparte de esculturas, dibujos y fotografías.

Desde que empezó a modelar en las escuelas de pintura al aire libre en 1920 y hasta su muerte, doña Luz fue pintada por más de un centenar de artistas de diferentes generaciones que la captaron en las diversas épocas de su vida. Sin embargo, fue más que una modelo. Hablaba náhuatl, francés y un poco de inglés; era traductora, bordadora, autora, vendedora de pan, trabajadora doméstica, pero más que eso deseaba ser maestra rural, lo que se le cumplió sólo al final de su vida.

Símbolo de la raza mexicana

Gracias a una investigación del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, hoy sabemos el nombre de ''la mujer más pintada de México", de acuerdo con Blanca Garduño, directora del recinto. Según el estudio existe un mínimo de 50 imágenes de Luz en los murales de la Secretaría de Educación Pública. Además, participó desde el principio del movimiento muralista, ya que Rivera la representó tres veces en su mural del Anfiteatro Bolívar, en el Colegio de San Ildefonso, como la tradición, la sabiduría y la fe. Con el paso del tiempo la imagen de Luz se convirtió en un símbolo de la raza mexicana.

TINA MODOTTI La Revolución propició que la joven dejara su pueblo. A los 14 años presenció la entrada de Emiliano Zapata y después, cuando los zapatistas y los federales transformaron Milpa Alta en un campo de batalla.

Respecto de por qué Luz se volvió modelo de artistas, su nieto Jesús Villanueva señala que la única referencia que se tiene es una columna anónima que, se supone, escribió Anita Brenner en donde se dice que luego de ser expulsada de su pueblo, Luz Jiménez ganó el concurso de belleza Izcalichpochtzintli (antecedente de La flor más bella del ejido), por sus atributos de indígena; después fue convencida para trabajar de modelo en las academias de arte.

Garduño cuenta que Fernando Leal y Jean Charlot conocieron a Luz por medio de Ramón Alva de la Canal y las escuelas al aire libre, y la llevaron a San Ildefonso. En el caso de Charlot, apunta la historiadora del arte, al empezarla a dibujar, se involucró mística e ideológicamente con ella, al grado que comenzó a aprender náhuatl. Cuando nació Concha, la hija de Luz, Charlot y Brenner se volvieron sus compadres. Las soluciones formales ''muy escultóricas", que hizo Charlot de la imagen de la indígena fueron retomadas por los escultores Luis Ortiz Monasterio y Oliverio Martínez.

''De allí que encontramos a Luz Jiménez en los monumentos a la Revolución y de Alvaro Obregón", apunta la entrevistada. También se hizo comadre de Ignacio Asúnsolo, quien la retrató.

Diego Rivera tuvo un trato especial con la modelo. Hay textos de Luz que registran cuando el maestro la necesitaba y mandaba al chofer por ella, le daba casa, alimentos y teléfono. En el mural que el guanajuatense pintó para el cárcamo de Chapultepec, se ve a Luz afuera de una esquina del actual Museo Casa Estudio (donde llegó a vivir) ''arreglando amorosamente las plantas". Si Rivera era muy celoso en cuanto a quién entraba a su estudio, la investigación del recinto también reveló que Carmen Caballero y Luz Jiménez eran las únicas artistas que podían trabajar allí. Una de las equinas del estudio le sirvió de fondo, a Rivera, para retratar a su modelo en el telar de cintura. La mujer vendía fajas para ayudarse.

Maja junto a Zapata

Zapata es una de las figuras más reproducidas por Rivera. Luz, por su experiencia con los zapatistas, tampoco está ausente en esos murales. Para Garduño, si bien sus retratistas le decían, ''estese quieta, me imagino que Luz Jiménez debió haber hablado y hablado, y platicado tantas cosas que logró captar la atención de los artistas". En sus murales de Cuernavaca, ''Rivera la pone en uno de los arcos, en la parte superior, en una posición de descanso como de maja junto a Zapata". Luz escribió dos libros, uno de cuentos en náhuatl, publicado por la UNAM, que el Museo Casa Estudio reditará y, otro, De Porfirio Díaz a Zapata. También escribió uno de cuentos con Anita Brenner, sin recibir el debido crédito.

Para Garduño, la modelo tuvo la fortuna de vincularse con fotógrafos, lingüistas, antropólogos y arqueólogos. Destacan los estudios que le hicieron Edward Weston y Tina Modotti; de esta última se cuenta con dos placas vintage, en posesión de la familia, que nunca se habían visto y que al darse a conocer amplían la serie respectiva que de manera ordinaria presentan los investigadores acerca de la fotógrafa.

Por otra parte, debido al paro en la UNAM, no se pudo exhibir el acervo en poder de esta institución.

(Doña Luz Jiménez: símbolo de un pueblo milenario comprende obra también de Siqueiros, Nishizawa, Jesús Guerrero Galván y Francisco Zúñiga, se exhibe desde anoche y culminará en marzo del 2000, en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, calle Diego Rivera y Altavista, San Angel. Luego, de abril a junio, la muestra se presentará en el Mexic Art de Austin, Texas.)