Cinco décadas de trayectoria


A sus 78 años, O'Farrill es la leyenda viva del cubop

Orquestador de charangas, jazz bands, grupos corales y boleristas

Ernesto Márquez * Chico O'Farrill es uno de los nombres básicos de la música popular de este siglo. Compositor, arreglista y director de orquesta, posee una trayectoria tan grande como variada, y un genio creativo desmedido que ha servido de apoyo tanto para el desarrollo del jazz como para apuntalar figuras de relumbrón de casi todos los géneros musicales.

Con más de 50 años de carrera y 78 de edad, Chico no es la clase de músico que vive de su leyenda, sino uno muy activo y propositivo que sigue grabando discos y realizando conciertos con su orquesta de 18 profesores. Sus trabajos más recientes -Pure emotion (95) y Heart of a legend (99)- son apenas dos muestras del talento y las capacidades de este hombre que evolucionó el concepto cubop de los cuarenta y que ahora se presenta en el Festival Internacional de Cultura del Caribe, que se realizará del 10 al 13 de noviembre en Quintana Roo.

Según una aún inconclusa biografía, Arturo O'Farrill nació en La Habana, en 1921. Hijo de un abogado severo que lo matriculó en una escuela militar en Estados Unidos para que adoptara una férrea disciplina y se forjara como "hombre de carácter", cuando el joven O'Farrill se encontró con un mundo inexplorado por él, el del jazz, abandonó todo aquello y decidió emprender una carrera musical.

De vuelta a La Habana, estudió armonía y composición con el maestro Félix Guerrero, mientras cursaba de forma paralela sus estudios de leyes -una carrera impuesta por la autoridad paterna-. Comenzó a tocar la trompeta figurando como músico de orquestas de cabaret. En 1946 se fue de gira por Europa con los Havana Cuban Boys, de Armando Orefich. A su regreso abandonó la universidad -y la trompeta- y decidió viajar a Nueva York para abrirse paso como arreglista. Se incorporó a la factoría del arreglista Gil Fuller, en la que trabajó de manera anónima hasta que conoció a Benny Goodman, para quien compuso Undercurrent blues.

Por entonces los Afrocubans, de la orquesta de Frank Grillo Machito, estaban en la cima de la popularidad. Era la única agrupación de latinos que había logrado prestigio y comodidad en los predios de los blancos. Su virtud radicaba en haber matrimoniado los ritmos afrocubanos con las armonías y los giros del jazz de vanguardia. Aquello había llamado la atención del joven O'Farrill, quien pronto entró en contacto con Mario Bauz, director, compositor, arreglista del grupo y gestor del llamado cubop, a quien le entregó el tema Gone city. Bauz quedó gratamente impresionado por aquella obra "llena de color y magia" y se la presentó al trompetista Dizzy Gillespie, para quien más adelante O'Farrill escribe Carambola, un tema en el más puro estilo de jazz afrocubano.

 

Sorpresa por la innovación

 

Muy pronto el nombre de Chico O'Farrill empezó a trascender en el mundillo musical neoyorquino, llamando la atención del productor Norman Grantz, quien le encomendó la primera pieza extensa de jazz afrocubano.

A comienzo de los cincuenta, Chico grabó su Afrocuba jazz suite con la orquesta de Machito y la participación de Charlie Parker, Flip Philips y Buddy Rich como solistas. Se trató de una espléndida obra en la que se aprecia la textura y la riqueza armónica, aunada a un tiempo rítmico medido y otro de libre ejercicio que contribuyeron al plano sonoro de excelsitud jazzística, con colores afroantillanos.

La crítica quedó sorprendida con el genio musical de este hombre menudito y de carácter reposado. Uno de esos críticos escribió: "Si Mario Bauz inventó el jazz afrocubano, O'Farrill ha venido a darle forma y vestirlo de etiqueta".

Gracias al éxito obtenido, Chico forma su propia orquesta en la que figuran M El jazz afrocubano, vestido de etiqueta n Foto: Fabrizio Le—n ario Bauz, Doug Mettome, Jimmy Nottingham, Eddie Bert, Fed Zito, Lenny Hambro y Flip Phlips, banda que incluía además la sección rítmica de los Afrocuban de Machito: René Hernández (piano), Bobby Rodríguez (bajo) y José Mangual (congas). La formación es muy poderosa y con ella grabó el Second afro-cuban jazz suite (52) y viajó por casi todo el territorio estadunidense presentándose en teatros, casinos y elegantes cabaretes. Sin embargo, el advenimiento del rock and roll y la declinación del interés por la música de grandes bandas lo hicieron volver a Cuba.

En la isla se desempeñó como director y orquestador de charangas, jazz bands, grupos corales y boleristas, siendo de esa época su creación Chico's cha cha cha, en la que adapta el ritmo propio de charanga al formato big band.

Es una época en la que su presencia hace mella en la música popular cubana. Chico derrocha talento y experiencia. Mientras realiza "descargas" para el sello Gema, hace arreglos para Bola de Nieve, el Cuarteto D' Aida o para orquestas de baile, como la del director Aldemaro Romero o la mítica Riverside con la que estrena su Cuban Blues.

En busca de una promoción mayor para su trabajo Chico O'Farrill decidió viajar a la ciudad de México, plaza esencial para todo músico latino. Por un tiempo pertenece a la bohemia de la gran ciudad. En su casa de Polanco era frecuente ver a músicos de la talla de Chilo Morán, Héctor Hallal El Arabe, Oscar Jaimes u otros compartiendo partituras o desarrollando nuevos ritmos. Con ellos crea una formación musical con la que se presenta en programas televisivos de variedades acompañando a todo tipo de cantantes.

Pero O'Farrill es un hombre inquieto, además alguien que está pensando siempre en hacer música. Así que en 1965 decidió regresar a Estados Unidos para radicar definitivamente en Nueva York, cubriendo una etapa de tres décadas trabajando indistintamete para gente tan disímbola como La Lupe, Carl Tjader, Clark Terry, Count Basie, Gato Barbieri, Ringo Starr y David Bowie, por mencionar a unos cuantos.

Sin embargo y a pesar de ser uno de los músicos que más contribuyen al desarrollo del jazz latino, la industria del disco le tiene olvidado. Treinta años después de que grabó su último disco, el productor Todd Barkan le rescató del abandono con Pure emotion, editado por el sello Milestone, álbum que fue postulado para el Grammy en 1995 y que significó más que un premio el reconocimiento a uno de los talentos musicales de este siglo.

Cercano a esas fechas, la Verve le publica un paquete antológico titulado Cuban blus: The Chico O'Farrill sessions, en el que se incluyen 45 temas de jazz, grabados la mayor parte de ellos por su orquesta y otros por la orquesta de Machito, con Mario Bauz.

Todo esto hace que el impulso artístico de Chico se vigorice y amén del alud de contratos para realizar presentaciones con su orquesta tuvo que atender encargos especiales, como aquel que le pidiera Winton Marsalis para su trompeta y de lo que devino Trumpet fantasy, la pieza que estrenó Winton recientemente en el Lincoln Center.

 

Satisfacción por el trabajo

 

Chico O'Farrill ahora luce feliz. Previo a sus presentaciones en Quintana Roo, ha estrenado Heart of a legend, un trabajo que reúne, junto a su Afrocuban Big Band, una pléyade de estrellas del jazz latino, entre los que se descubre a Cachao, Arturo Sandoval, Paquito D' Rivera, Candido, Mario Rivera, Juan Pablo Torres y Gato Barbieri. Quienes, dejando egos personales, se han reunido para rendir homenaje al hombre que a los 78 años de edad se mantiene activo, productivo y gozando de su estatus de leyenda viva del jazz afrocubano.