Reventón electrónico en el Ajusco

 

Juan José Olivares n Para despertar la conciencia galáctica de los amantes de la naturaleza, el baile y la música electrónica, este sábado a partir de las nueve de la noche, en el bosque del Ajusco, podrán diluirse entre un fuego tribal prehispánico y más de 12 horas de total psichodelic trance.

Este festival, bautizado como Hun Hunahpu Conciencia Galáctica, "tendrá un fuego enorme, con cuatro caminos hechos con antorchas, que indicarán los cuatro puntos cardinales, gente que vestirá atuendos mayas, que simbolizarán el encuentro de la nueva generación con nuestros antepasados, y mucha música para permanecer en movimiento durante varias horas", afirmó Alejandro Luna, mejor conocido en el ambiente de este género como DJ Moon-o, y quien además es el organizador de este hiperreventón al aire libre.

Participan los ingleses Cosmosis -que en esta ocasión remezclarán su propia música de Live Act, y quienes cuentan con una reconocida trayectoria en Europa, con varios discos de la llamada música electrónica surrealista Shakta, y los mexicanos: Onanis, Pit-UFO, Organix y Kirtan.

Habrá zona de acampar, bebida, comida y estacionamiento; esto será en el kilómetro 32 rumbo a Santo Tomás, después de la ye. En Perisur habrá camiones gratuitos, desde las 8:30 de la noche.

 

Los Tres presentan nuevo disco

 

Patricia Peñaloza n La explosividad y la sorpresa fueron dejadas de lado en el quinto disco de la banda chilena Los Tres, La sangre en el cuerpo (Sony, 1999). Acaso se deba a que se sienten más contentos y relajados que nunca, a decir de su cantante y letrista, Alvaro Henríquez --se sabe que a veces el dolor lleva a crear intensidades exacerbadas. Más accesibles, más baladistas, con tintes de folk y destellos sesenteros, Los Tres presentan hoy este álbum en el Hard Rock Live.

La sangre en el cuerpo contiene 12 rolucas, dos de ellas instrumentales (quizá las más prendidas), con todo y chido órgano Hammond, el cual le da el toque nostálgico. El trabajo de composición comenzó en Santiago de Chile, continuó en México (donde ahora reside Henríquez), y culminó en Manhattan, donde fue grabado, en el estudio de su productor Joe Blaney -producción en la que también participaron Henríquez y Roberto Lind, en el contrabajo y los teclados. Para acentuar el sonido antiguo en este álbum, eligieron grabar con sonido análogo y mezclar en cinta, tal cual se hacía en los 60, pero guardando la calidad y fineza que los caracteriza. Y es que los miembros de la banda son altamente fanáticos de la música de la primera mitad del siglo, por lo cual rehúsan con orgullo adentrarse en los sonidos electrónicos en boga. Pues para completar la ofrenda instrumental ya cuentan con el talentosísimo Ángel Parra, en la guitarra, y con el potente Pancho Molina, en batería.

Otro elemento que prevalece, muy del cuarteto de Concepción, es su sentida poesía en las letras, plenas de sentidos múltiples: "El sol vive en mi pecho y es azul"; "He visto obispos y pendejas contar la plata en un altar"; "A los 29, quién no es frágil, doliente, cínico y valiente". Los temas son más amorosos en la lírica, a diferencia de su tradicional depresión, sin abandonar su peculiar melancolía. Igualmente, hay nuevos juegos en la rítmica de los fraseos. En otros momentos, hasta llegan a recordar a Los Ángeles Negros, a quienes también admiran.

Sin embargo, aunque la interpretación musical es de primera, algo ocurre que el disco suena muy monótono, en cuanto a melodías, en cuanto a voces. Hay algo de cercanía con su reposado y más fox-trotero y rocanrolero La espada y la pared (su tercer disco) pero nada que ver con su cuarto disco, el implacable, espectacular, rocanjazzero Fome. Sólo falta que pasen la prueba más difícil y acaso capaz de redimir: continuar ofreciendo en vivo su singular ejecución desgarrada.