Ojarasca, octubre 1999


La irrupción

Francisco López Bárcenas

Diez años son más que dos palabras. Es toda una vida y sus transformaciones. Así lo atestiguan los que van de 1989 a la fecha, y coinciden con el ascenso del movimiento indígena en México, donde los pueblos indígenas dejaron de ser apéndice de los movimientos campesinos, levantaron su propia bandera y se colocaron en el centro del debate nacional, luchando por ser reconocidos como pueblos y reclamando derecho de tales: la autonomía como eje de ellos, y a su alrededor el reconocimiento de sus propios sistemas de gobierno, sus territorios, sus sistemas de normas para regir su vida interna y la conservación de su identidad cultural, entre los más importantes. Hoy en día ningún cambio trascendental en la vida de nuestro país es pensable sin pasar por estos rumbos.

pag 3 El camino recorrido es, por lo mismo, aleccionador. Comenzó como protesta por las actividades que el gobierno preparaba para celebrar los 500 años del "encuentro de dos mundos", el europeo y el indígena, a lo que las organizaciones indígenas --todavía confundidas entre el movimiento campesino-- respondieron denunciando que el mencionado encuentro en realidad había sido una invasión y por ello no había nada que celebrar. La fuerza de las protestas obligó a los gobiernos a modificar su estrategia y optaron por realizar actividades que supuestamente ayudarían a los indígenas a superar la exclusión de la sociedad nacional y por esa vía salir de la pobreza. El gobierno federal impulsó una adición al artículo cuarto de la Constitución federal en donde se reconoció la pluriculturalidad de la nación debido a la presencia de los pueblos indígenas, una declaración que no hacía más que reconocer la realidad al mismo tiempo que negaba el carácter de sujetos de derechos a los pueblos indígenas. Con justa razón las organizaciones indígenas denunciaron la maniobra y lucharon porque no se decretara la ley que reglamentaría sus derechos culturales, que era lo que la reforma constitucional permitía.

Que no estaban equivocados lo demostró el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, aquel histórico primero de enero de 1994. A partir de ahí se desató un proceso que bien a bien no se sabe cuál será su final, aunque una cosa es segura: México y los derechos indígenas no volverán a ser cómo antes de la rebelión. El proceso ha marcado dos caminos diferentes por donde han caminado el gobierno federal y los pueblos y las organizaciones indígenas.

El del primero ha sido demasiado errático, por decir lo menos. Comenzó desconociendo la composición indígena del movimiento, de ahí pasó a un reconocimiento legal de los rebeldes, con quienes entró en un proceso de negociación que terminó con la firma de los Acuerdos sobre Derechos y Cultura Indígena, popularmente conocidos como Acuerdos de San Andrés. En el intermedio hubo una consulta sobre el tema, promovida por el propio gobierno federal y el Senado de la República, a través de la cual buscaban bajar el nivel de los Acuerdos, con resultados bastante malos para sus promotores, porque a pesar del control del proceso y la manipulación que se ejerció sobre los indígenas del país, estos se pronunciaron en el sentido que los zapatistas caminaban.

Esos resultados llevaron al propio gobierno a anunciar públicamente, antes de la firma de los Acuerdos, que se reconocería constitucionalmente la autonomía de los pueblos indígenas, pero después vino otro golpe de timón. Efectivamente, en los Acuerdos de San Andrés el gobierno asumió el compromiso de modificar la Constitución, para inmediatamente decir que no lo haría porque eso creaba privilegios para los indígenas, atentaba contra la unidad y la soberanía nacional y fraccionaba el territorio mexicano. Así se mantiene hasta la fecha, al tiempo que ha promovido reformas a las leyes de los estados, en donde se ha ensayado todo tipo de argucias para simular que reconocen los derechos indígenas, algo imposible jurídicamente por no permitirlo la Constitución Federal.

El otro camino ha sido el construido por los propios pueblos indígenas y sus organizaciones. A partir del levantamiento zapatista y sobre todo durante el proceso de negociación en San Andrés, los participantes crearon una serie de redes y nudos a través de los cuales se fue construyendo un programa de lucha que ha convocado la solidaridad nacional e internacional. Durante el proceso de negociación y después de él se organizaron varios foros nacionales y regionales hasta construir, en octubre de 1996, el Congreso Nacional Indígena, espacio privilegiado para la discusión y el análisis, a través del cual se difundieron por todo el país los mencionados Acuerdos de San Andrés, lo mismo que la propuesta de reforma constitucional de la Comisión de Concordia y Pacificación. Ese mismo proceso sirvió para ir tejiendo fino, desde las bases, nuevas estructuras organizativas de los pueblos indígenas, al tiempo que comenzaba a surgir una nueva generación de líderes indígenas que han contribuido al debate sobre estos derechos.

Nada de lo aquí escrito es una novedad. Otros lo han hecho y tal vez de mejor manera. Pero no he resistido la tentación de volver sobre ello para insistir que diez años son algo más que dos palabras, que son toda una vida y sus transformaciones. Una vida y sus transformaciones que también es la de Ojarasca, el espacio privilegiado entre los medios de comunicación, donde se ha escrito la historia reciente de los pueblos indígenas y su lucha por dejar de ser ciudadanos de segunda, los excluidos de siempre. Por algo será que en el número 15 de la Enciclopedia iberoamericana de filosofía, a nuestra revista se le señala como el órgano de comunicación que más ha contribuido en los últimos años al debate sobre el derecho de los pueblos indígenas en el país.

Y lo seguirá siendo, sin duda alguna. Porque la historia no ha terminado y alguien tiene que escribirla.

 

Francisco López Bárcenas: abogado mixteco, hoy uno de los teóricos más importantes del derecho y la impartición de justicia indígena. Publicó sus primeros escritos en Ojarasca, y es autor de Diversidad cultural y legislación indígena en México (inédito).


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