Opción sexual de moda hace varios años... o siglos
Los swinger: sensación de estar en una película porno, sin pantalla
Es una tendencia muy poco aceptada, pero más concurrida de lo que se podría esperar
Mariana Norandi n Desde hace unos años, en algunos medios de comunicación y en determinadas páginas de Internet, hemos empezado a toparnos con un nuevo término en el ámbito de la diversión erótica: el swinger. Este anglicismo se traduce literalmente como "aquello que se columpia, que va de un lado a otro", pero en el contexto del espectáculo, se trata de un antiguo y clandestino juego sexual, que consiste en el intercambio de parejas. De este tipo de juego tenía conocimiento en México, pero desde hace unos cinco años esta actividad se ha hecho pública y se anuncia en periódicos de circulación nacional, revistas especializadas, en carteleras y en la ya famosa sección de "Amigos".
Hay varias formas de tomar contacto o integrarse al mundo swinger, y dependiendo a quien se dirija, el precio de esa experiencia puede oscilar entre los 200 pesos de cover en una fiesta particular, a los 2000 por contactar con una pareja de alto nivel.
Una de las formas comunes de tomar el primer contacto con este ambiente, es el de recurrir a una agencia como la de Abadía Club, del señor José Martínez, que se encuentra en la calle de Tlaxcala 155, y en la que con una cuota de mil 500 pesos anuales o 950 semestrales se pasa a formar parte del mundo swinger de una forma muy discreta, ideal para principiantes. La agencia tiene el siguiente funcionamiento: la pareja interesada o el single (soltero o soltera) acude a este despacho y se somete a una serie de preguntas que realiza Martínez de forma elegante y discreta (nombres y apellidos, edad, años de casado, profesión...). Estas preguntas le sirven para conocer las características de las personas interesadas y contactarlas con otras parejas de similar perfil. Según Martínez, a su agencia acuden personas muy distinguidas de las que debe cuidar cautelosamente su imagen pública. La función de la agencia es poner en contacto parejas con otras parejas, o parejas con un tercer participante, después organiza una cita y el resto ya lo decide el swinger.
Otro tipo de agencia, aunque ellos no se quieren denominar así, es el club swinger Suave seducción. Este grupo no tiene instalaciones propias, usan un despacho prestado y privado que nada tiene que ver con este mundo, por lo que aquí el acceso es por vía telefónica. Uno de los representantes, Antonio, dice que por mil 500 o dos mil pesos te pone en contacto con otra pareja o single por tiempo indeterminado. Sólo se trata de llamar a su número telefónico y pedir las características de la pareja o soltero que se desea, el club se compromete a buscar otra pareja lo más parecida a la petición y posteriormente los reúne en una cafetería, restaurante o casa particular de la pareja donde "ven si existe química" para swingear.
Si este modo de contacto es demasiado tímido, existe una opción más directa y menos costosa, la de las fiestas en casas particulares. Estas fiestas reúnen a 10 ó 15 parejas, pueden llevar su propia bebida o, a veces, la ponen los anfitriones por un costo de 180 a 300 pesos por pareja. De este género, son famosas las fiestas de Gea Swinger o la que se encuentra en la avenida Yucatán 3, donde se realizan diversos
juegos con ciertos "castigos" que van encendiendo el ambiente. Dentro de los juegos existen diversas categorías, depende la experiencia del swinger; para los novatos no pasan de los besos o caricias, mientras que para los ya muy iniciados, el juego es sin límite. Una regla básica en estos lugares es que nadie obliga a nadie a hacer algo que no quiera, pero eso sí, no son muy amigos de los voyeuristas.
Para los ya viejos lobos en el ambiente swinger, o los más atrevidos, existe toda una gama de locales públicos para pasar una velada a lo grande. Estos antros tienen todavía mucha aureola clandestina, aunque se anuncien abiertamente en prensa y en Internet. El precio también es bastante variable, encontramos entre los más baratos el restaurante de Lupita, que se encuentra los fines de semana en la parte de arriba de la pizzería de José Azueta 27 (col. Centro). Por 200 pesos, más el consumo, puedes disfrutar de toda un fiesta swinger, con baile, show, videos y mucho "intercambio". Los viernes suelen acudir más parejas que los sábados, unas 15 ó 20 parejas.
Otro lugar es el Palace Mundo Swinger, Bucareli 59, ahí son 100 pesos por pareja, y 100 el consumo mínimo por persona. Este lugar, que se anuncia como "no más sueños...ven y haz realidad tus fantasías", cuenta con pantallas gigantes, donde se proyectan películas xxx y varios tipos de espectáculos eróticos, funciona sólo los viernes de 10:30 de la noche a cuatro o cinco de la madrugada.
Dentro de lo que es un disco bar está el Club Private Swinger, Tapachula 62, es algo más sofisticado y cuenta con varias fiestas, como noche de toallas o noche mexicana, aquí son 200 pesos por pareja, los viernes y sábados; de martes a jueves funciona únicamente como video bar, y el acceso es de 50 pesos, en principio no existe consumo mínimo.
El más famoso y antiguo (cinco años) es el Club sw, aquí el acceso es de 350 pesos más un consumo mínimo de 60 por persona, que al final, entre guardarropa, propina de mesero y propina de recepcionista resulta una noche muy cara. Este lugar se encuentra en la calle Marsella 8 esquina Versalles. Hay que fijarse muy bien, pues a simple vista no se distingue si es un local público o una casa particular, lo que hace que se reconozca es un par de guaruras elegantes que reciben a los swingers en la puerta. Este club es aparentemente un disco bar, tiene una pequeña pista de baile donde suena música del momento, y cada cual está con su pareja tomándose una copa y bailando alguna pieza, parece que allí no va a pasar nada. Como a la una de la mañana, comienza el espectáculo stripper. El primero en aparecer en el escenario es un joven que se le reconoce el esfuerzo de gimnasio, y que vestido a lo Rambo comienza a desnudarse sensualmente. Mientras lleva a cabo tal demostración, invita a algunas mujeres a salir a restregarse en su cuerpo, mientras él les levanta la falda de una forma muy atrevida. A diferencia de otros lugares donde se muestran strippers, aquí no se oye ni un grito femenino, ni una risa nerviosa, nadie que se cohíba, ni mucho menos alguien que se resista a erotizar con el joven. Tampoco ningún hombre se siente ofendido, más bien disfruta, al ver a su pareja swingear con el muchacho. Después de que ha complacido a más de una en la pista y por las mesas, éste se retira y hace entrada otro muchacho, de similares características y demostración. Por último, aparece una "joven" stripper, físicamente no tiene cuerpo para este tipo de espectáculo pero sí el conocimiento, con ella le llega el turno al público masculino. Una vez que visitó más de una mesa, se une al primer stripper y juntos realizan un espectáculo de sexo en vivo en el centro de la pista, mientras les cae una lluvia de burbujas de jabón. Durante la exhibición, el stripper hace uso del condón evidenciando que es algo imprescindible para este tipo de encuentros. El espectáculo no dura más de 15 minutos, suficientes para caldear la sala. Una vez acabado el show, las parejas, unidas inocentemente de las manos, suben al piso de arriba. Allí empieza la verdadera noche swinger. En una especie de cuarto oscuro se despojan de las ropas y se inicia la sesión, todos con todos, ahí nadie queda fuera, es la gran orgía. Las edades de los participantes oscilan entre los 35 y 55 años, aunque predominan los cuarentones. No se habla, los vasos quedan olvidados, los cigarrillos se consumen, y lo alarmante de la fiesta, šnadie se pone un condón! En medio de todo el juego erótico, que reúne entremezclando a dos, tres, cu
atro y hasta cinco participantes al mismo tiempo, los meseros aprovechan para ofrecer alguna que otra copa, sin el más mínimo voyeurismo. A veces son los mismos clientes, que en pleno acto sexual, llaman al mesero para pedirle un tequila. Tanto ellos como ellas pasan por una y otra pareja, allí parece no tener cabida los celos, sola la descontrolada excitación. En el cuarto oscuro nadie está obligado a participar de la sesión swinger, existe suficiente seguridad por parte de los organizadores para que no ocurra nada, la dificultad de acudir y no participar en una fiesta swinger es asimilar la sensación de estar viendo una película porno xxx sin pantalla protectora. En este espacio, aunque en un principio tiene acceso cualquier pareja, es aconsejable que sólo acudan mentalidades swingers, si no, se puede pasar un verdadero mal rato.
La oferta de estos lugares no llega a 20 locales, contando video bares y fiestas particulares anunciadas públicamente. En cuanto a publicaciones sólo existen dos revistas de muy bajo costo, Eroticón y Swingers, ambas de la misma empresa. En la publicación se encuentran historias swingers narradas por lectores, cartas a la directora, páginas de contactos y patéticas fotos que envían los usuarios de esta publicación, ellos y, sobre todo, ellas se fotografían, tanto para ilustrar las historias como para darse a conocer en los contactos. La calidad de las revistas, además de estar llena de faltas de ortografía, es bastante vulgar y casera, poco aporta a la prensa erótica. En cuanto a videos swingers el mercado es nulo, Francisco Antonio Pavía, encargado de un sex-shop del centro, opina que "los mexicanos somos muy celosos todavía como para que nos guste ver a nuestra chava con otro, tal vez por eso no tenemos material sobre swingers, es algo muy oculto".
De momento, se abrió la puerta del mundo swinger en México; es una tendencia muy poco aceptada pero más concurrida de lo que se podría esperar. El ambiente tiene pretensiones elitistas y exclusivistas, pero la realidad no se ajusta a las intenciones de los empresarios y anfitriones de estos lugares. Estos espacios son frecuentados por diferentes estratos sociales, no todos acuden con traje y corbata, como en un principio exigen, y no todo queda en un juego excéntrico y extravagante, más de una vez acuden disfrazados de esposos o esposas profesionales del sexo, o se cuela alguno que otro ratero.
El mundo swinger es muy heterogéneo, pero hay, por lo menos, algunas cosas que les unen: una, es el romper con la moral establecida, usando como pretexto la necesidad de innovar en la relación para resucitar la pasión perdida, para ello buscan la excitación que les produce ver a su pareja disfrutar sexualmente con otra persona; otro vínculo es la obligación de tener que, en esos momentos, superar totalmente el sentimiento de los celos, y especialmente a los swingers les unifica una condición desenfrenada que los arrastra a swingear hasta la extenuación.
Tambien hay varias direcciones de Internet, pero no son muy recomendables, porque algunas de ellas están infectadas de esos virus raros que acaban con la memoria de las computadoras, o acceda si es que tiene un "condón" adecuado para el web.