La expresión artística no es ajena a la división sexual del trabajo
El arte popular, expresión femenina por excelencia
La perspectiva de género no basta, la mirada feminista conlleva cambios

Eli Bartra

La creatividad de las mujeres dentro del llamado arte popular es tan enorme, que creo que es una expresión femenina por excelencia. Para acercarnos a él y conocerlo desde un punto de vista feminista es preciso seguir un camino particular (método) que consiste, a grandes rasgos, en lo siguiente:
Lo primero es ver quién crea el arte; no se trata simplemente de observar lo bello, lo feo, lo grotesco, lo fino o lo burdo de los objetos, sino ver quién los hace. Es preciso interesarse por las personas que crean.
En cada circuito de creación, distribución y recepción se pone al descubierto la presencia o la ausencia de las mujeres. Cuando es posible, se requiere explicar esta falta y analizar su presencia. Es necesario ver las diferencias y similitudes entre la forma de crear, trabajar, distribuir, recibir y mirar las obras de los hombres y de las mujeres.
Cuando hay figuras, se requiere ''leer'': observar, comparar y analizar las representaciones de mujeres y de hombres en este arte, la manera en que se representan iconográficamente los géneros. Es preciso conocer lo que los y las artistas populares dicen al ''hablar'' de las mujeres.
Ahora bien, ¿en qué medida esto sería feminista y no simplemente estudiar al arte popular contemplando la división genérica? ¿Cuál es la diferencia fundamental entre lo primero y lo segundo?
Contemplar la división genérica es absolutamente necesario, pero no suficiente. Una investigación feminista y sus métodos van siempre acompañados de una voluntad de cambio. Detrás se encuentra, además de la intención por conocer, la de denunciar un estado de cosas injusto y la necesidad de transformarlo; se quiere entender y poner de manifiesto la jerarquía entre los géneros. Este es el interés político siempre presente en una investigación feminista.
En los estudios del arte popular, más que a menudo aparece la idea de que éste es expresión de una creatividad considerada inferior, marginal respecto del ''gran arte''. ¿Por qué es inferior? Porque la hacen, en su mayoría, los pobres y las mujeres, y probablemente también porque tiende a ser repetitivo.
En los países que no cuentan con gran cantidad y variedad de arte popular como México, por ejemplo Inglaterra, Francia o Estados Unidos, se ha tenido que empezar por enriquecer y transformar el concepto mismo de expresión popular para poder incluir y estudiar la creatividad de las mujeres que está plasmada en lo que comúnmente queda enterrado detrás del trabajo doméstico no asalariado, del ''trabajo por amor''. Pensemos, por ejemplo, en las figuritas de migajón, los tejidos, las labores de ganchillo, los trabajos con papel, las figuras de papier maché y las ya famosas colchas de pedacería o quilts, que a veces resultan en obras de interesante calidad artística. En México, la riqueza del arte popular es tan grande que ni siquiera se ha llegado a la necesidad de ampliarlo para abarcar esas mismas creaciones femeninas realizadas en el ámbito doméstico.
Conocer el papel de las mujeres en el arte visual popular mexicano no es un puro deporte intelectual; no se trata de conocer por el simple afán de conocimiento; resulta importante para el presente y el futuro de las mujeres que vivimos la transición entre el no ser y el ser. Conocer la creatividad femenina, poder identificarla como tal, crea modelos estimulantes para que ellas puedan mirarse en ese espejo, se suban en sus hombros y sigan creando. Señalar y subrayar su ausencia en espacios de creación, también es importante para saber las razones reales de esas ausencias.
La investigación que contempla la división genérica es un gran avance frente al conocimiento ''neutro''. Sin embargo, el sólo hecho de tomar en consideración el sexo de las personas involucradas a lo largo de todo el proceso de conocimiento no significa per se que sea una indagación feminista. Esto último se dará si se tiene en la mira la liberación de las mujeres.
La inmensa mayoría de los textos sobre arte popular no menciona la existencia de géneros. Punto. Hay algunos que en toda ocasión posible consignan si los objetos han sido hechos por hombres o por mujeres. Ya es algo. Unos pocos, poquísimos, además de señalar claramente el sexo de los involucrados en la creación del arte popular, van más allá y analizan el significado de la división genérica, estudian el papel que desempeñan hombres y mujeres (o a veces sólo ellas) dentro del proceso creativo y la imagen de los géneros que se transmite. Estos son los trabajos útiles.
Por ejemplo, si se estudia el arte de los huicholes es importante ver qué hacen las mujeres y por qué, qué hacen los niños, las niñas y los hombres. Además de ver cómo están representados unos y otras en su arte, y estudiar los códigos con los que se comunican cada uno de los géneros.
Dentro de ciertas comunidades indígenas de México existen las genealogías por género, claramente diferenciadas. Las niñas huicholes empiezan temprano a crear y a querer ser buenas en sus obras. Las mujeres decoran jícaras con chaquira, hacen collares y bordados en prendas de vestir y morrales. Las hijas siguen los pasos de sus madres, de sus abuelas, que son su fuente de aprendizaje, sus modelos perfectamente identificados. Pero, para desarrollar esa creatividad no siempre es fácil encontrar aquéllos en femenino, los hombres no son buenos ejemplos para las mujeres, no siempre ayudan a su creatividad y a veces, incluso, tienden a paralizar, porque ellas no son como los hombres. De ahí, la importancia que tiene descubrir la tradición creativa femenina.
Las diferencias genéricas dentro del arte popular se pueden dar de la siguiente manera:
a) Existe una separación y diferencias entre los tipos de arte que crean ambos sexos. Una especialización por géneros; hay objetos que sólo son creados por los hombres, otros sólo por las mujeres y otros por los dos. Por ejemplo, los bordados y figuras de barro, generalmente los hacen las mujeres; las más caras, objetos de cobre, los hombres; los amates y algunos objetos de barro los hacen ambos.
b) El mismo tipo de objeto que es producido por hombres y mujeres indistintamente presenta diferencias que tienen que ver con el género de los creadores. Por ejemplo: los judas, los sarapes, las lacas.
c) Ambos elaboran un mismo objeto en colaboración, pero con una clara división del trabajo. Unas veces la parte más creativa del proceso artístico recae en los hombres y otras en las mujeres. Por ejemplo: en los alebrijes de madera, ellos hacen las figuras tallando la madera y las mujeres los pintan; en ciertas figuras de barro, como las que se hacen en Ocumicho, Michoacán, o las figuras de las hermanas Aguilar en Ocotlán, Oaxaca, ellas hacen las piezas y los hombres ayudan a pintar.
Ir descubriendo el arte femenino y lo femenino en la expresión popular es importante, tanto para conocer cada día más y mejor a las mujeres, como para entender mejor ese trabajo, este patito feo de las artes; es preciso que se deje de pensar que la expresión artística (todo tipo) es ajeno a la división social-sexual del trabajo y, además, que sólo los hombres y las élites lo realizan, como nos cuenta la Historia (con mayúscula).