Las memorias de Carlos Hank

(Segunda de tres partes)

Arturo Cano n México pudo tener un presidente llamado Carlos Mejía. Cuenta Carlos Hank que su padre, Jorge Hank Weber, coronel de los ejércitos alemán y mexicano, murió a causa de un accidente de motocicleta en Río Hondito, camino a Tianguistenco. El tenía apenas unos seis o siete meses de nacido. Su madre, Julita González Tenorio, contrajo segundas nupcias en 1934: "Mi padrastro era Trinidad Mejía, mexicano puro. Si mi mamá hubiera aceptado que me adoptara, como él quería, yo me habría llamado Carlos Mejía. Y a lo mejor entonces no hubiera tenido impedimento para ser candidato a presidente de la República. šFíjate qué curiosa es la vida!"

Estar impedido por la Constitución ųpor el artículo 82, ya reformadoų para aspirar a la Presidencia tuvo, sin embargo, sus ventajas para Hank González. Le permitió, por ejemplo, seguir construyendo su imperio empresarial.

A Díaz Ordaz y López Portillo les ofreció dejar los negocios; se lo prohibieron

En enero de 1977 le informa al presidente José López Portillo que va a vender sus empresas.

López Portillo le pide que no se las venda "a Monterrey", sino al gobierno, y encarga el asunto a José Andrés de Oteyza, quien tiempo después se reúne con Hank: "Carlos, como sabes ya terminaron los avalúos, pero te traigo un recado del presidente: te pide que no vendas este grupo; él cree que hay que multiplicar este tipo de grupos".

Hank trata el asunto nuevamente con el presidente: "Don Carlos ųdijo López Portilloų, yo le pido que no venda su grupo de empresas, al contrario, hay que fomentar grupos empresariales... No lo venda, déjelo en manos de su hijo. Y aprovecho para decirle: no quiero que se deshaga de sus empresas por razones políticas. Se lo digo con toda honestidad: no voy a reformar el artículo 82 constitucional".

Hank le pidió a López Portillo que lo declarara públicamente: "Yo voy a hacer obras importantes y resolver problemas de peso en la ciudad de México. Los que aspiran a la Presidencia se pueden encelar de mí; entonces, es mejor que sepan que yo no puedo ser presidente".

Al parecer, Hank siguió siendo empresario muy a su pesar, pues en el libro Relato de una vida cuenta que en 1964, al ser nombrado director de la Conasupo, decide vender a su socio, José Cruz, su parte de los negocios. "No necesito dinero, porque lo que reciba voy a invertirlo en Bonos del Ahorro Nacional".

El socio se resiste porque le da miedo seguir en solitario con las ya para entonces "tres más grandes empresas de transporte de petróleo". Hank insiste.

El asunto se resuelve con una visita al presidente Gustavo Díaz Ordaz: "šSe lo prohíbo! šEsa empresa es el patrimonio de sus hijos! Estoy absolutamente seguro de que usted nunca va a usar su influencia como funcionario público para su negocio. Lo ha hecho sin influencia, pues lo seguirá manejando sin influencia. No lo venda", ordena Díaz Ordaz.

"Muy bien, señor Presidente", responde Hank.

Por esos años, Hank le explica a Fernando González Díaz Lombardo ųdueño de Ovaciones, periódico que lo atacabaų el origen de su riqueza: "Entonces, don Fernando, por eso hago dinero, porque lo que producen los camiones no lo gasto: se sigue invirtiendo. Crece como una bola de nieve, si se sabe manejar bien..."

Negocios y política

La "bola de nieve" había comenzado la noche de 1949 en que Hank planteó a sus amigos de Atlacomulco que se dedicaría a la política y a los negocios. Esa noche consiguió, de sus amigos, el dinero para su primer negocio: una fábrica de dulces. "Empezamos haciendo chiclosos y natillas. Con el tejocote hice ate y jalea, luego corazones de chocolate rellenos de tejocote".

En un tris Hank dejó de depender de sus ingresos en el servicio público. En el primer año de la fábrica de dulces ganó un promedio de siete mil pesos mensuales, cuando su sueldo en la enseñanza era de 750 pesos.

Siempre con créditos de amigos, Hank se hizo, según su relato, de una camioneta para repartir sus dulces, de un camión para distribuir Pepsi-Cola en la región, y luego de una pipa con la que entró a trabajar para Petróleos Mexicanos.

A partir de ahí todo fue cuesta arriba.

Largas páginas de las memorias de Hank se consumen en la historia de todos y cada uno de sus negocios. Hasta que él mismo hace un alto: "Te hago un breve recuento: teníamos los camiones, las refaccionarias, la fábrica de camiones, Campos Hermanos, Herramientas de México, Herramientas de Mano y Cerrey. Y a eso le agregamos la fábrica de grúas Hércules..."

ƑY la carrera política que corría en paralelo?

"Te estoy contando la historia de la fortuna, que algunos dicen saqué de la política, del uso de influencias o de malos manejos, que son estupideces, mi querido Fernando".

El dinero y los amigos

Carlos Hank considera la amistad una religión y él la profesa devotamente: "Mis amigos opinan que soy muy generoso... porque son mis amigos. Será porque jamás he amado el dinero; siempre pensé en ganar dinero y ya has visto que desde niño hice negocitos, y ya después negocios y más tarde negociotes. No amo el dinero, pero me gusta vivir bien, y vivir bien cuesta dinero. A mí no me pesa desprenderme ni de dinero ni de las cosas. Entonces, si puedo obsequiar a alguien, lo hago con mucho gusto".

Hank no miente. En Mis Tiempos José López Portillo escribió: "ahí están las casas (el conjunto popularmente conocido como La Colina del Perro). Se las debo todavía a ese varón generoso y considerado que es Carlos Hank González. Esperamos la plusvalía de los terrenos sobrantes, más de 80%, para pagarle".

Cuando el sexenio lopezportillista estaba por concluir, le preguntaron a Hank si había hecho grandes regalos a algún presidente: "No, no... alguna vez he regalado algún pedacito de terreno a algún amigo; pero un pedacito, para que haga una casita de campo. Y si me pregunta si he hecho algún regalo a los presidentes, nunca."

En sus memorias, López Portillo lo explicó así: "Hank González, que como jefe del DDF se había enterado del proyecto, generosamente nos ofreció el crédito en las condiciones planteadas. Nos prestó inicialmente 200 millones de pesos y, más tarde, sumas complementarias... El profesor no aceptó que formalizáramos el préstamo ni la garantía. Se lo debemos."

Hank, qué duda cabe, supo hacer amigos.

A mediados de los cincuenta, cuando era alcalde de Toluca, su amigo José Ramón Albarrán lo invitó a una comida en la Hacienda La Gavia, porque asistirían Raúl Salinas Lozano y su familia: "Me hice amigo de él y lo sigo siendo".

En marzo de 1988, Carlos Hank organizó una cena en su casa de Las Lomas de Chapultepec. El invitado estelar fue el candidato a la presidencia Carlos Salinas de Gortari, y asistieron varios de los empresarios más ricos del país.

Al tomar posesión de la presidencia, Salinas lo nombró secretario de Turismo y un año más tarde pasó a la Secretaría de Agricultura.

Y en 1993, Carlos Hank Rhon estuvo entre los convidados a la célebre cena del pase de charola para la campaña del PRI.

Zanjas viales

Fernando Benítez pregunta: "Adolfo Ruiz Cortines decía que para ser político había que saber 'comer sapos'. ƑHas tenido que comer muchos?"

"Claro, responde Hank, creo que una de las obligaciones del político es tener paciencia y no perder los estribos; comprender a la gente, soportar actitudes injustas, a veces irrespetuosas y ofensivas...

"Qué crees que sentí cuando al hacer los ejes viales la ciudadanía se encrespó, me aborrecía, odiaba e insultaba a Hank González... y a su mamá. šFue terrible!, pero había que hacerlos, y la gente tenía razón en quejarse... Materialmente tuve que destruir la ciudad para que después me permitieran reconstruirla, como se hizo. Me acuerdo que fue la época de los chistes: que ya no era Hank González sino "Zanjas Viales"; muchos insultos, muchas ofensas... Es el precio que tienes que pagar por el honor de que un pueblo te permita gobernarlo; y hay que pagarlo con sonrisas".

Con sonrisas se despidió Carlos Hank (Gengis Hank también le decían en aquellos años) de la regencia del Departamento del Distrito Federal (1976-1982). Con sonrisas y un balance alentador. En sus discursos finales, la ciudad de México era casi el paraíso, gracias a que él había enfrentado a fondo los que llamó sus "siete pecados capitales".

Las gigantescas obras viales, la Central de Abasto, el sistema Cutzamala, la construcción de más kilómetros del Metro estuvieron entre los logros que presumió. De ahora en adelante, decían entonces sus aduladores, la historia de la ciudad de México será antes y después de Hank.

En diciembre de 1982, su sucesor, Ramón Aguirre Velázquez, pintaba un panorama muy distinto: El DDF está al borde de la quiebra. La inseguridad pública crece. Las obras del Metro están inconclusas. Los ejes viales quedaron inconclusos.

En una crítica abierta a Hank, Aguirre prometió no realizar obras que "privilegiando el maquillaje de imágenes, atiendan a lo superficial mientras soslayan lo indispensable".

En aquel entonces Aguirre Velázquez no tocó el tema, pero en esos años también menudeaban las denuncias sobre los camiones defectuosos que la armadora de Hank González había vendido al jefe del DDF Hank González, y sobre los negocios de especulación inmobiliaria que los amigos del profesor hicieron en el poniente de la capital.

Pliego de mortaja

Cuando finalizó su periodo como gobernador, narra Hank, presentó a los "jefes políticos de la entidad" su "pliego de mortaja": les recomendó cuidar el territorio y el agua del estado de México, pero sobre todo "de manera especial la unidad política del estado. Ahora, en 1975, tenemos un ingreso per cápita como cinco veces superior al de varios de nuestros estados vecinos. ƑPor qué? Porque en algunos de ellos hay lucha política y no se apoya al gobierno, y el gobierno, en consecuencia, no puede ejercer correctamente la autoridad. En cambio, en el estado de México la unidad política es completa y cuando es necesario actuar en defensa del estado para su desarrollo y progreso, todos los políticos acudimos a la orden del gobernador".

Apenas hace unos días, Hank acudió al llamado: estuvo en una reunión con el candidato Arturo Montiel, en la cual participaron todos los ex gobernadores.

Hombre de maíz

"Terminó así la historia de un mexicano, de un pueblerino, de un tianguistecano, que nacido en medio de una milpa de maíz, rodeada su casa de milpas de maíz, concluye su carrera política en la Secretaría de Agricultura y, afortunadamente para mí, después de haber alcanzado en ella tres objetivos fundamentales que me propuse".

Esos tres objetivos fueron lograr la autosuficiencia de México en la producción de maíz y frijol, crear el Procampo y "la reforma al artículo 27 constitucional, que encarna el ideal de Emiliano Zapata, entregando la tierra en propiedad definitiva y para siempre a quien la trabaja y quien de ella vive".

No fueron los críticos de siempre, sino Manuel Bartlett, aspirante a la candidatura presidencial del PRI, quien esta semana hizo una dura crítica de la política hacia el campo. Algunos de sus dardos alcanzaron la última obra pública del profesor.

La reforma del artículo 27, dijo Bartlett, "partió de un doble supuesto que ha resultado falso".

ƑEl profesor redimió a los campesinos?

"Muchos de los ejidatarios que vendieron son ahora parias sociales", remató Bartlett.