Masiosare, domingo 30 de mayo de 1999


Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre


La historia de un
líder sencillo



Sus padres, líderes históricos de los pepenadores, le dieron su principal lección política: le enseñaron ``cómo ser sencillo y cómo ayudar a la gente''. Pero quizá a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre no se le conozca tanto por su sencillez sino por las fotografías de los diarios del 5 de mayo: a la salida del Reclusorio Oriente, un hombre de cara regordeta, colgado de un teléfono celular, clama su inocencia. Unas horas antes se ha declarado ``preso político'' del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas. Libre bajo fianza, con un auto de formal prisión por el delito de despojo agravado, debido a la invasión de un predio, el dirigente del Movimiento Territorial del PRI y líder de pepenadores Cuauhtémoc Gutiérrez se considera un perseguido y una víctima del ``amarillismo'' de los medios. Las historias de violencia y enriquecimiento que rodean a su familia son, para el líder, una leyenda negra y nada más.

Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre conoció a sus veinte medios hermanos gracias a que su padre, Rafael, no dejó testamento: ``Fuimos 26, entre todos, conmigo somos seis (hijos de la misma madre), quiere decir que tengo 20 medios hermanos. Después del proceso de sucesión (testamentaria) no volví a tener contacto con ninguno''.

-¿Se pelearon?

-Nunca, fue distancia, nunca fuimos presentados hasta el día que se anunció el intestado.

Además de muchas mujeres e hijos, Rafael Gutiérrez Moreno, padre de Cuauhtémoc, tuvo durante décadas el control de los tiraderos de basura de la capital del país. En sus dominios nada se movía sin que él lo supiera. Se le llamaba Rey o el Zar de la Basura.

A su hijo Cuauhtémoc, de 31 años, le molestan esos apodos: ``En México no hay monarquías y siento que se dice nomás para fastidiar. Fue el dirigente, bien o mal, allí estuvo, yo no sé si todo lo que dicen sea cierto, desgraciadamente ya no está para defenderse, y ya muerto, después de 12 años, merece un respeto. Ya estarán juzgándolo arriba o abajo, no sé, y ya será cuestión de tener una visión de futuro hacia los prolegómenos del próximo siglo''.

En 1987 Rafael Gutiérrez fue asesinado por orden de Martha Alicia García, una de sus esposas. Se desató una batalla por la cuantiosa herencia (``una leyenda'', dice Cuauhtémoc) y por el control de la Unión de Pepenadores.

Guillermina de la Torre y sus hijos se quedaron con una buena parte del pastel y se dividieron las tareas, luego de que Cuauhtémoc regresó de Canadá, donde estudiaba ``un diplomado en idiomas''.

Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana, Cuauhtémoc se dedicó a la política, actividad en la que había sido iniciado en la niñez por su padre, cuando lo acompañaba en los mítines de campaña (Rafael fue diputado federal y amigo de Carlos Sansores Pérez).

A los 14 años, Cuauhtémoc ya militaba en el pri. Y aprendía de las acciones y palabras de su padre, ``pero más de mi madre, cómo ser sencillo y también cómo ayudar a la gente, y ese es un valor fundamental que debemos de tener todos quienes nos dedicamos al ejercicio de la política''.

Aunque en su formación también contribuyó su lugar privilegiado: por ejemplo, a los tiraderos donde mandaba su padre llegaron en campaña los candidatos presidenciales Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid.

Con todo, Gutiérrez de la Torre se considera un ``político sin padrinos'' y como prueba ofrece que su primer cargo de importancia en el pri lo tuvo un año después del asesinato de su padre.

De ahí en adelante. En 1991 es diputado federal suplente, en 1993 gana la presidencia del Frente Juvenil Revolucionario (``en la primera elección democrática que tiene el pri''). En 1994 gana una curul en la Asamblea de Representantes del df.

El tropiezo viene en 1997, cuando, al igual que todos los candidatos priístas en el DF, Gutiérrez pierde la diputación federal que buscaba en Iztapalapa. Se concentra en el pri, donde es líder del Movimiento Territorial, consejero y secretario general adjunto.

Y decide convertirse en un ``opositor duro'' del gobierno cardenista.

Cupido en la pepena

``Es muy cierto, hasta la tenemos que hacer de Cupido, bueno, Guillermina (De la Torre, su madre y lideresa de la Unión de Pepenadores) la tiene que hacer de Cupido.

-¿Cuándo interviene?

-Supongamos que hay violencia intrafamiliar que el hombre le pega a la mujer, o que la mujer le pega al hombre, como en un grupo que conocemos como los sanluises, donde la mujer sacaba el jilguerillo y le tronaba a su esposo porque lo encontraba con otra. Allí es donde Guillermina o el grupo de trabajadoras sociales han intervenido.

El papel de árbitro todopoderoso de Rafael, como se ve, lo heredó Guillermina. Pero fuera del papel de Cupido, insiste Cuauhtémoc Gutiérrez, la Unión de Pepenadores ha cambiado mucho, en ``un 90 por ciento''.

El tiradero ya no es un terreno inexpugnable. Ya no se ven niños en en el sitio de disposición final ni casas de cartón. Hay escuelas construidas por la Unión y clases para adultos. Se acabaron las piqueras y racimos de jóvenes alcohólicos han ido a parar ``a las granjas de Xochimilco''. Es más, ``cuatro hijos de pepenadores están estudiando en la unam''. Un mundo feliz.

Lo demás, dice el líder priísta, es solamente el afán ``amarillista'' de los medios, obsesionados con la ``leyenda negra'' de su padre.

Cuauhtémoc Gutiérrez ya no deja pasar los ataques: ``Diego Fernández de Cevallos decía que aquí todo mundo acusa. Hay que reglamentar muchas cosas en los medios; el que acusa está obligado a probar, y si no a ver quién queda como el mentiroso''.

En su batalla contra los medios, igual acusa a un reportero de La Jornada de ser peor que la Santa Inquisición que a Ricardo Rocha, de Televisa, de tener intereses ``sobre la privatización de la basura'', pues presentó imágenes ``amarillistas'' y le dedicó al problema ``cuatro programas, que a ningún tema, ni al caso Colosio, le había dedicado''.

A pesar de todas las obras de beneficio común realizadas por la Unión, ``de la que soy sólo un miembro más'', la situación de los pepenadores no ha cambiado mucho, reconoce el propio líder: ``Los compañeros realmente están sufriendo y padeciendo, aunque tengamos una planta de selección y no se trabaje como antes, a cielo abierto, pero de nada nos sirve una planta muy moderna si no llega el producto de selección''.

El problema, explica, es que a los miembros de la Unión les llega sólo ``la basura de la basura'', pues el 80 por ciento de los materiales que se pueden vender se quedan en los camiones recolectores, controlados por el sindicato de trabajadores del gobierno capitalino, que aprovechó la muerte de Rafael Gutiérrez para quitar a los pepenadores el control absoluto de los desechos.

Además, la basura de la ciudad ya no es lo que era, y menos luego del ``error de diciembre''. Gutiérrez de la Torre explica que en 1988, de un trailer proveniente de la delegación Benito Juárez, una de las demarcaciones ``más ricas en cuestión de desechos'', se sacaban hasta 16 costales de vidrio, ocho barcinas de papel y siete pacas de cartón. ``Hoy cuando mucho se obtienen seis costales de vidrio, tres barcinas y una paca de cartón''.

En otros aspectos, las cosas siguen como en tiempos de Rafael. Por ejemplo, los 7 mil 300 afiliados siguen obligados a entregar a la Unión toda la hoja de lata que recolectan. El producto de su venta, dice Gutiérrez de la Torre, se destina a las obras de beneficio general. Claro, sin contar la cuota diaria por trabajar.

-¿Cuánto?

-No quiero falsear la información, no sé cómo se hayan adecuado las cuotas, tendría que preguntar, pero recuerdo que en el acta constitutiva de la Unión se aportaba cinco pesos de cuota y lo que es la lámina, sólo eso, no el aluminio, se aporta directamente a la Unión para la construcción de las viviendas, para el mantenimiento de las viviendas, de las escuelas, y para las prestaciones y el servicio médico.

Esos ingresos fueron el origen de la gran fortuna que se atribuía a Rafael Gutiérrez y sus herederos. Para Cuauhtémoc Gutiérrez, por supuesto, se trata de un mito más.

``No hay fortunas. Yo tengo una cuenta en el banco de 236 mil pesos, la pueden revisar, la pueden investigar, y no aquellas que dicen que tengo, ni de aquellos emporios que dicen que se tienen. También están las cuentas de mis familiares, se pueden revisar, están a la orden de la opinión pública''.

Displiciente, Gutiérrez de la Torre ofrece incluso pedir ``a la organización'' que dé a conocer públicamente sus informes financieros.

Nada relacionado con la Unión, machaca el líder, es motivo de secreto. Es más, ya hasta se democratizó: ``Cada cuatro años se realizan asambleas, con la participación de todos sus miembros. En cinco urnas se elige quién quiere que los represente, si están de acuerdo como los han representado o si quieren una nueva forma de elección. Después si hay algunos interesados en participar se hacen planillas y se elige a través del voto''.

Hace un año y medio, dice Gutiérrez, hubo campañas de una semana y se registró una planilla contraria a su madre Guillermina: ``Esta gente obtuvo casi 800 votos y Guillermina tuvo la ratificación de casi seis mil gentes''.

Una ``denuncia de oídos''

Inocente, se proclama Gutiérrez de la Torre. Poco a poco, ``con mucho tiento'' dice, irá dando las pruebas para demostrar ``que no tuve nada que ver, que fue una denuncia de oídos''. Se refiere a la formal prisión por despojo agravado dictada por un juez.

En los expedientes de la procuraduría capitalina existen otras cinco denuncias en contra del líder -por los delitos de despojo, lesiones, amenazas y robo-, cuyas indagatorias no han concluido.

A todas y cada una responde el dirigente, quien siempre pone por delante la ``venganza política'' de que, dice, es objeto.

En 1998, el prd lo acusó de falsificar su sello del prd y de estamparlo en vales para pipas de agua que proporciona la delegación Iztapalapa.

Otras denuncias involucran a Gutiérrez y su madre en la ocupación ilegal del predio Tlayapaca, que terminó con un desalojo, en enero pasado, durante el cual los invasores se defendieron con bombas molotov, palos y tanques de gas. El saldo fue de 19 detenidos y varios heridos.

Esta vez, cuando una denuncia lo llevó tras las rejas por unas horas, Gutiérrez de la Torre no estuvo solo.

Manuel Aguilera, ex regente y presidente del pri capitalino, acusó a la procuraduría capitalina era ya un ``instrumento de venganzas políticas''. Jorge Schiaffino, líder del sector popular, habló de persecución política y advirtió: ``No nos quedaremos de brazos cruzados''.

Libre luego de pagar una fianza de 100 mil pesos, Gutiérrez afirma que el apoderado legal de la asociación de Las Gardenias, propietaria del predio Las Minas, le dijo: ``A usted no lo conozco, y lamento mucho lo que está pasando, pero nosotros lo tuvimos que involucrar porque decían que usted era el líder del pri en Iztapalapa, y esa señora que invadió es priísta''.

El vínculo de Gutiérrez con el predio Las Minas se dio a través de la lideresa de los invasores, Marcela Serrano, coacusada en el caso: ``Esta señora Serrano dijo a mí me apoya el pri y me apoya Cuauhtémoc Gutiérrez, pero eso no quiere decir que haya armado la invasión o que haya sido el autor material o intelectual de la misma, sino que simplemente hubo un respaldo moral. Yo conocía a la señora Serrano, porque tampoco puedo negarla, pero después de que ella ya tenía ese predio, mucho después de que ella me dijo, yo soy simpatizante del pri y tengo un grupo de gentes, y bueno tú tratas de ayudar a todos los que simpatizan''.

Para ayudar en este caso, Gutiérrez hizo que ``La Güera Serrano'', como le llama, recibiera asesoría del área jurídica del pri capitalino.

Tan no está involucrado en la invasión de predios, dice, que promovió un convenio ``de no invasiones'' firmado por la delegación Tlalpan, el pri y el prd.

En Iztapalapa, afirma, propuso un convenio similar al delegado Elio Villaseñor y a su sucesor Ramón Sosamontes, de quienes no recibió nunca respuesta.

``Si nosotros estuviéramos pensando en invadir predios yo no me voy a hacer un hara kiri''.

Guerra en Iztapalapa

Que Ramón Sosamontes llegó como delegado a Iztapalapa con una ``pequeña declaración de guerra'' por delante. Eso dice Cuauhtémoc Gutiérrez.

¿Cómo fue?

``En su primera aparición ante el Frente Popular Independiente (fpi), lo que hizo fue mentarnos la madre a nosotros y a (Ernesto) Zedillo''.

¿Duele a los priístas una presunta ofensa al presidente de la República?

``Si lo hizo con Zedillo es bronca con Zedillo, no estamos defendiendo a Zedillo. Pero somos ciudadanos mexicanos y merecemos respeto a nuestra libertad de militar en un partido que no es el que gobierna''.

El incidente, cuentan en la delegación Iztapalapa, fue un tanto distinto. Los miembros del fpi -algunos de los cuales militan también en el pri- lanzaron insultos al delegado Sosamontes, quien les respondió que, en todo caso, el blanco de sus ataques debían ser quienes achicaron el techo de endeudamiento de la capital y con ello los recursos para muchas obras.

Declarada la guerra, Gutiérrez organiza una marcha al edificio delegacional, que culmina en una tensa reunión con el delegado.

Ha sido, describen autoridades de la demarcación, la forma habitual de operar de Gutiérrez de la Torre. A la llegada de nuevos funcionarios, muestra su fuerza para mantener privilegios y prebendas.

``A Elio Villaseñor (el anterior delegado), los priístas de Iztapalapa, le hicimos una sola marcha. Cuando Jaime Aguilar Alvarez era delegado (en la pasada administración) le hicimos seis marchas'', explica Gutiérrez.

¿Por qué la diferencia si Aguilar era de un gobierno priísta?

Gutiérrez explica que Elio Villaseñor ``tenía el don de bajarnos, de platicar y agotaba todas las instancias del diálogo, ya cuando agotas todas las instancias, haces tu reflexión y piensas pos sí, no tiene lana''.

-Entonces no es cuestión de partidos, sino de personas- se plantea al líder.

-Sí. Elio sí quería gobernar para todos. Y de tal manera que al final denunció una serie de anomalías y de atropellos que sufría de los subdelegados que sí respondían a las tribus del prd.

La única marcha que le hizo al delegado Elio Villaseñor, terminó en la oficina del funcionario, con amenazas de ``desquiciar'' la delegación si no se atendían sus demandas, según refieren funcionarios de la demarcación. Luego ya hubo buen trato.

El efímero Oficial mayor Jesús González Schmall, en marzo de 1998, no tuvo mejor suerte: un grupo de 600 pepenadores le invadieron la oficina para protestar por declaraciones en las que había involucrado a Manuel Aguilera en el espionaje a funcionarios del nuevo gobierno.

-¿Con quién les fue peor, con Oscar Espinosa o con Cárdenas?- se pregunta a Gutiérrez.

-Nos ha ido muy mal con los dos. Porque Cuauhtémoc nunca ha gobernado la ciudad, quien ha gobernado se llama Rosario Robles, y la ha gobernado con el hígado. Esa es la verdadera gobernante, y ella es la que da indicaciones. Siempre le reclamé a Oscar (Espinosa) y a Jesús Salazar Toledano, que muchas obras que nosotros estábamos gestionando nunca se tomaron en cuenta. Y siempre al prd se les hacían sus obras.

No sólo los priístas Espinosa y Salazar Toledano han tenido malas relaciones con el líder del Movimiento Territorial.

En Iztapalapa se ha enfrentado al presidente de la dirección delegacional y muchos militantes del pri en el Distrito 23 están felices porque el proceso penal en su contra impide a Gutiérrez contender por la presidencia del Comité Distrital.

Los priístas de Iztapalapa todavía recuerdan que en 1991, al frente de un grupo de pepenadores, Gutiérrez se apoderó de la sede del entonces distrito 26 durante varios días, hasta que logró la destitución del comité directivo, no sin antes ``mandar al hospital'' a varios militantes.

La jugada tuvo efecto. Guillermina de la Torre ganó la nominación a la Asamblea de Representantes del df y tres años después le heredó la candidatura a su hijo.

El estilo rudo de Cuauhtémoc y su madre lo probó la asambleísta del pri Miriam Jure, a quien los pepenadores le boicoteaban todos los actos que pretendía organizar en Iztapalapa. Acabó desterrada.

René Arce, hoy diputado local del prd, ha batallado con los Gutiérrez en diversas ocasiones. Durante la administración de Manuel Camacho, y pese a que hubo un pacto de no agresión, los seguidores de los Gutiérrez atacaron a los perredistas en diversas ocasiones. A mediados de 1992, por ejemplo, varios pepenadores evitaron que un perredista distribuyera propaganda en la colonia Renovación: lo lazaron con una cuerda y lo arrastraron hasta los límites de la colonia.

Hace unos seis meses, recuerda Arce, un grupo de pepenadores interrumpió violentamente un acto sobre seguridad pública en Santa Cruz Meyehualco: ``enfrente de la subprocuradora Sara Cartagena, se robaron el equipo de sonido y abollaron mi camioneta''.

En el pri y en la delegación Iztapalapa consideran que la fuerza del líder ha disminuido y se encuentra restringida al predio Las Minas, ya desalojado, el tiradero y la colonia Renovación, donde viven miembros de la Unión de Pepenadores.

Los adversarios priístas de Gutiérrez consideran que su protector es Jorge Schiaffino, cuyas gestiones contribuyeron a que la familia Gutiérrez tenga el control de Santa Catarina.

Aunque menguada su fuerza, no disminuye su beligerancia. Autoridades de la delegación Iztapalapa le atribuyen haber alentado -a través de unos 30 incondicionales suyos que laboran en la demarcación- un paro de labores que coincidió con los días de su detención. ``Sus gentes se encargaron de difundir el rumor de que íbamos a despedir a todos los eventuales y atizaron el fuego de un conflicto que sí existía, por el retraso en el pago que ya llevaba tres meses''.

``No sabía, ni estuve atrás ni al lado del paro'', se defiende Gutiérrez, quien afirma andar en otra ruta: ``No seremos los que abramos fuego. Lo que sí te digo es que vamos a contestar los agravios y el fuego que empiecen a propiciar nuestros detractores''.

El candidato del PRI según Gutiérrez

Un ``pacto de gobernabilidad y civilidad'' con miras a las elecciones del próximo año, propone Cuauhtémoc Gutiérrez, para eliminar las tensiones políticas que podrían crear ``un escenario encarnizado de la elección''.

Con pacto o sin él, Gutiérrez está seguro de que el pri va a recuperar el df en los próximos comicios aunque, eso sí, ``vamos a recibir una ciudad en ruinas''.

-¿Tan frágil estaba la ciudad que la acabaron en dos años?

-No era muy frágil. Tan sencillo, empezaron a mandar misiles a todas las estructuras, y bueno pos con estos misiles no puedes hacer nada. El pri con todo y lo que hizo Oscar Espinosa, que fue muy poco, dejó una ciudad funcionando.

A fines de noviembre, con el también ex asambleísta Rafael Luviano, Gutiérrez de la Torre publicará un libro titulado ``El pri como partido de oposición en la ciudad de México'', donde incluirá declaraciones de algunos priístas que fueron candidatos perdedores en 1997: ``Les dije si volverían a ser candidatos del prien ese momento, y ellos decían que ni regalada. A casi dos años ahora quieren otra vez''.

¿Con cuál candidato va a ganar el pri?

Gutiérrez de la Torre dice que debe ser un militante que conozca a fondo los problemas de la ciudad.

``Espero que (José Angel) Gurría siga esperando a ser presidente, cuando se quiten los candados y no venga a una ciudad donde no tiene ni el 2 % de popularidad. Y no estoy tratando de sacar a nadie de la jugada, todos tienen derecho de participar, hasta yo tengo derecho porque ahora sin candados reúno más los requisitos''.

-La ventaja del pri, de ganar, sería que el gobierno federal sí les daría dinero.

-Pos si, pero qué tal si recuperamos la ciudad y perdemos la presidencia, eso todavía no lo sabemos, hay que esperar a ver la composición del Congreso. Si ganamos contaríamos con recursos, obvio, pero si no fuera así puede que nos apliquen lo mismo que les aplicaron a esta (administración).