La Jornada Semanal, 18 de abril de 1999



Salvador Velazco

entrevista

Con Salvador Carrasco

El grupo de jóvenes directores mexicanos que construyen una nueva imagen del cine nacional -algunos desde Hollywood- suma los nombres de Carlos Carrera, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Luis Mandoki y Gabriel Retes, entre los más destacados. Aquí, Salvador Velazco, profesor de Claremont McKenna College conversa con Salvador Carrasco, el joven director de La otra conquista, película que se exhibe actualmente en México.

La otra conquista es la primera película del joven realizador mexicano Salvador Carrasco (1967), quien es egresado de la Escuela de Artes Tisch de la Universidad de Nueva York, donde han estudiado cineastas de la talla de Martín Scorsese, Oliver Stone y los hermanos Ethan y Joel Coen, entre otros. En 1992, Carrasco funda con çlvaro Domingo (el productor de la cinta), una compañía de cine, Carrasco & Domingo Films, que opera en México y en Los çngeles. La otra conquista, producción mexicana independiente, resultado de seis años de trabajo, se exhibe comercialmente en México a partir de abril, con la distribución a cargo de la Twentieth Century Fox. La película cuenta con actores mexicanos de nivel internacional como Damián Delgado (Hombres armados) y Elpidia Carrillo (Salvador, Mi familia). En esta entrevista, Salvador Velazco, profesor de literatura latinoamericana en Claremont McKenna College, una universidad en el área de Los çngeles, aborda la temática principal de la película: el proceso de transculturación religiosa sufrido por las culturas indígenas a raíz de la conquista militar de 1521.

¿Cómo se origina la idea de La otra conquista?

-La idea tiene que ver con el hecho de ser mexicano, de darle vueltas al tema de nuestra identidad. No que la película nos vaya a dar respuestas, pero ciertamente invita a la reflexión sobre una etapa formativa y crucial de nuestra historia: la década que siguió a la conquista española de México, entre el 13 de agosto de 1521 (la caída oficial de México-Tenochitlán) y los sucesos guadalupanos de 1531. Hemos tratado de imaginarnos cómo pudo haber sido este periodo tan fascinante de nuestra historia, lleno de complejidades y ambigüedades; cómo pudo haber reaccionado un indígena fiel a sus creencias y tradiciones a la serie de pérdidas que trajo consigo la conquista, y cómo su proceso de resistencia cultural afecta a quienes le rodean, incluyendo a Cortés, al misionero franciscano a cargo de convertirlo a la nueva fe, y a la hija mayor de Moctezuma. La historia se enfoca en Topiltzin, un hijo natural del emperador, cuya ``otra conquista'' tiene que ver con la identificación y apropiación que lleva a cabo de un icono de la Virgen María, para recuperar a su propia diosa madre, Tonantzin... que en cierto modo es lo que sucedió en nuestro país con la Virgen de Guadalupe. En el proceso, fray Diego de la Coruña se da cuenta de que la convivencia entre ambas culturas sólo será posible a través de la tolerancia y el respeto a la otredad, una búsqueda que nunca ha sido un jardín de rosas y que sigue vigente cinco siglos después. Creo que, incluso, a veces hemos caído en la trampa de exaltar el mestizaje y el sincretismo como si fuesen valores en sí, como si fuesen procesos culturales más o menos pacíficos, llevados a cabo dentro de un marco de simetría de poderes -como si en la identidad mexicana se fundiesen armoniosamente dos culturas en igualdad de condiciones. En la película, a la vez que intentamos rehuir las visiones maniqueas de la historia, a la vez que queremos representar la capacidad creativa, la subjetividad (es decir, la no-pasividad) de los indígenas, también intentamos retratar la violencia y la asimetría del poder que caracterizaron -y que caracterizan- a los encuentros coloniales. Deseamos subrayar la actualidad de estos temas, la continuidad de los problemas abordados en la película, ya que el proceso de mestizaje y el sincretismo -y la violencia implícita en dichos procesos-no pertenecen sólo al pasado o a un momento ya superado de la historia de México. Espero que La otra conquista contribuya al diálogo sobre una realidad vigente de la que somos parte todos los mexicanos.

-¿El tema que aborda no podría aplicarse a otras naciones que han sufrido procesos de colonización, e incluso ya no en el pasado sino en nuestro presente?

-Sin duda, y qué bueno que lo señalas porque creo que es parte esencial del tema global de la película: la tolerancia hacia el otro. Parte del conflicto de Topiltzin y de fray Diego de la Coruña, el otro protagonista de la película, es que vienen de mundos muy distintos. Cuando fray Diego llega a México, al Nuevo Mundo, trae consigo una serie de concepciones, de prejuicios, que son parte del momento de transición que vive España entre la Edad Media y el Renacimiento. Su encuentro con Topiltzin lo lleva a reevaluar estas concepciones y a dedicar su vida a la misión de convertir a Topiltzin, a quien se le da por nombre cristiano el de Tomás (como el apóstol escéptico). Algo que la película plantea es: ¿quién está convirtiendo a quién?, y que la naturaleza misma de las conversiones es que sean inconclusas, o mejor dicho, sincréticas, como en el caso de México. Por su parte, Topiltzin presenta un conflicto de resistencia cultural o de supervivencia elemental, ya que su mundo parece estar desapareciendo de la noche a la mañana. Su reacción es una muy humana y natural, la de resistirse a un proceso de aniquilamiento y reemplazar lo que ha perdido con algo que siga expresando lo propio, pero que inevitablemente es algo nuevo. Creo que Paz tiene razón al sugerir que la Virgen de Guadalupe es la respuesta a la situación de orfandad en que quedó el indígena después de la conquista. Cuando se encuentran Topiltzin y fray Diego se dan cuenta de que, paradójicamente, tienen algunos puntos en común (por ejemplo, la profunda religiosidad de ambos) y que se pueden trascender las barreras y fronteras del idioma, del color de la piel, de las creencias religiosas. Ambos creen sinceramente en algo que va más allá de un dios cristiano o de un dios indígena. Hay una cita de Wallace Stevens que dice: ``es la creencia y no el Dios lo que cuenta''. ƒste es el punto que une a Topiltzin y a Fray Diego. Aunque es fundamentalmente una película mexicana hecha para el público mexicano, creo que La otra conquista también tiene una dimensión universal. Esta es, precisamente, la magia del cine; que a partir de una historia de aztecas y españoles del siglo XVI, un público de otra parte del mundo, en vísperas del siglo XXI, pueda encontrar puntos de identificación relativos a su propia experiencia. De alguna u otra manera, la mayoría de civilizaciones en la historia de la humanidad han pasado por un proceso de colonización, conquista o intentos de conversión.

-Me gustaría que abordaras algunos aspectos del trabajo creativo de La otra conquista como, por ejemplo, la musicalización.

-La musicalización le da otra dimensión a la película, que tiene mucho que ver con la respuesta emocional del espectador. Trabajamos con dos compositores mexicanos cuya música nos encanta y cuyos estilos musicales son muy diferentes entre sí. Samuel Zyman compuso la parte sinfónica y Jorge Reyes la parte étnica, con la premisa de representar dos lenguajes y maneras distintas de entender el mundo, tal como sucede con los idiomas español y náhuatl. Plácido Domingo interpreta un aria -``Madre eterna''- que funciona como una especie de coda a la película. En el desarrollo de La otra conquista las respectivas músicas de Zyman y Reyes se unen para convertirse en una poderosa música híbrida que combina elementos sinfónicos y étnicos. Al combinarse crean un nuevo producto, que es mucho más que la simple yuxtaposición de ambas, precisamente lo que sucedió con el nacimiento de nuestro país. En fin, creo que la musicalización está muy bien lograda en la película, gracias a la conjunción de los talentos extraordinarios de Samuel Zyman, Jorge Reyes, Plácido Domingo y la Orquesta Academy of Saint Martin's in the Fields, todos bajo la supervisión musical de Andrea Sanderson. Cabe mencionar que Andrea era la única que tenía en su cabeza el resultado final de la música hasta el día de la mezcla final, ya que Reyes y Zyman nunca compartieron el mismo espacio.

-Para terminar, Salvador, háblanos de los retos principales que conlleva realizar una película como La otra conquista, que ahora ofreces al público mexicano.

-Dejando a un lado el abismal tema de conseguir financiamiento -lo cual fue una verdadera proeza de seis años por parte del productor Alvaro Domingo, quien en todo momento luchó por conseguir los más altos estándares de calidad-, creo que el mayor reto en el cine es lograr que se dé el incomparable fenómeno de la suspensión de la incredulidad: en otras palabras, ``que te la creas'', que estés ahí viviendo las situaciones, compartiendo el mundo con los personajes. Eso es sin duda lo más importante: capturar al espectador. Se trata de una labor de equipo que hemos afrontado desde la primera escena, que es la secuela de la matanza del Templo Mayor. Por otra parte, como el tema de la conquista es inherente a todos los mexicanos, había que abordarlo de una manera absolutamente sincera y respetuosa, en el sentido de que esta película no pretende ser la versión definitiva o la ``nueva historia'' de la post-conquista. Al contrario, la idea es fomentar la multiplicidad de relatos y de puntos de vista, que se discuta a fondo un tema inagotable, que no sea tabú hablar de la conquista (o de cualquier otra cosa) so pretexto de que ``es un tema muy delicado'', y, sobre todo, que se hagan más y más diversas películas en un país en el que abundan el talento y la creatividad.