-Más universitarias, cambios en el lenguaje pero fracasos en la solución de la violencia y el aborto

-Ya no hay movimiento, las mujeres trabajan aisladas

Del GAMU al PUEG,
20 años de feminismo
en la UNAM

-Los problemas siguen sin resolverse
Aleyda Aguirre

Lo que primero fue un largo silencio, luego se transformó en la confrontación de una amarga realidad. A casi veinte años de distancia de la creación del GAMU (Grupo Autónomo de Mujeres Universitarias) -1979-, quienes asistieron al reencuentro para celebrar los 20 años del feminismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tuvieron que decirlo: en la actualidad, los problemas que enfrentan las mujeres siguen sin resolverse.
Luego de un largo silencio, divagaciones y titubeos de las feministas para contestar la pregunta: ¿cuáles han sido los logros obtenidos por las mujeres universitarias que conformaron el GAMU? Entre idas por lo que consideraban avances y vueltas por lo que resultó fallido, fueron aceptando que: "Se ha fracasado en la solución de problemas como la violencia, la violación y el aborto".
Esperanza Brito, directora de la revista FEM, culpó a la inexistencia de una "coalición", es decir, un "movimiento amplio de mujeres" que respalde a las mujeres que se encuentran en el Congreso y quienes se enfrentan -dijo- a un "Congreso de machos". Al referirse específicamente al tema del aborto, expresó que actualmente "no existen partidos políticos que asuman la lucha para enfrentar este problema. Socorro Gutiérrez, quien formara parte del GAMU, coincidió con las declaraciones de Brito y agregó que "las mujeres han caído en un 'inmediatismo' y no quieren organizarse".
Asimismo, las mujeres reunidas para festejar la presencia del feminismo en la UNAM -que primero se dio de una forma autónoma, para después dar paso a la creación del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG)- se preguntaron por qué, en la actualidad, no existen grupos organizados de mujeres jóvenes dentro del ámbito universitario, tal como lo hicieran las "gamuzas" hace 20 años, las cuales realizaron entonces, una campaña para denunciar las violaciones cometidas en ese recinto educativo, así como el hostigamiento sexual en las aulas.
Al acto asistieron mujeres que hoy ocupan altos cargos oficiales como la actual Secretaria de Gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles; mujeres de ONG como Marta Lamas del Grupo de Información y Reproducción Elegida (Gire), Mujeres en Acción Sindical, integrantes de la Asociación Política Diversa, otras más que han trabajado arduamente en la defensa de los derechos femeninos y algunas jóvenes. También se invitó algunos hombres como Luis Villoro, Adolfo Sánchez Vázquez y Fernando Curiel, quienes hicieron sus recomendaciones a las mujeres presentes.
Luego de un efusivo encuentro, la discusión se tornó controvertida y las opiniones de las feministas se bifurcaron, algunas, como Graciela Hierro, actual directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), resaltaron los logros, los cuales se traducen en el ingreso masivo de las mujeres a las universidades, la nueva cultura del lenguaje, la creación de cursos, seminarios, encuentros y coloquios, y la adopción del concepto de género que ha permitido observar la realidad desde otra perspectiva.
Otras reconocieron que el movimiento de mujeres feministas universitarias que inició con el GAMU, quedó atrás y ahora "las mujeres están trabajando aisladamente". En ese sentido, la diputada Patria Jiménez argumentó que, por ello, siguen sin resolverse casos como el de Tláhuac y los asesinatos cometidos en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Y cuando algunas mujeres levantaron la voz para decir que uno de esos grandes logros fue la creación de agencias especializadas en delitos sexuales, una de las jóvenes que asistieron al evento, tomó la palabra para explicar el caso de su amiga, que había sido violada y que a partir de esa amarga experiencia se habían dado cuenta de la "porquería" que es el sistema de justicia de nuestro país, al no encontrar apoyo en ninguna parte.
Tratando de apuntar hacia adelante, se planteó que, además de la necesidad de volver a formar un movimiento organizado, quienes conforman grupos de organismos no gubernamentales que trabajan a favor de la mujer, deben establecer una especie de complicidad con las mujeres a quienes se les proporciona ayuda, para así crear un grupo amplio de mujeres que contribuyan a ejercer presión en contra de quienes violan los derechos fundamentales de las mujeres.
A pesar de la polémica surgida, o tal vez por ello, el encuentro para muchas de ellas fue excitante y a su vez aleccionador, ya que resultó en un exhorto para que se retome el trabajo organizado de las mujeres y para continuar en pie de lucha y, sobre todo, para pasar de la reflexión de los problemas a las acciones concretas.