Municipios: El camino que traza nuestro mundo

Adriana López Monjardin

La nueva crisis económica, que se va a agravar en 1999, obliga a profundizar la discusión sobre la autonomía y los procesos de autogobierno en los municipios indígenas y rurales, poniendo el acento en la elaboración democrática de programas de desarrollo regionales, alternativos al neoliberalismo y atentos a las necesidades de los pequeños productores. La construcción de la autonomía no es sólo una cuestión política y jurídica: tanto los pueblos indígenas como los campesinos tienen un largo camino por recorrer para hacer realidad el principio revolucionario del municipio libre, que pasa por la búsqueda de opciones de desarrollo capaces de recuperar la historia, la biodiversidad y la identidad regional.

Para contribuir con esta reflexión, compartir experiencias y generar propuestas alternativas, la segunda semana de diciembre se realizó en Oaxaca el Foro ``Municipio y desarrollo en el medio rural. Conflictos, convergencias y propuestas'', que contó con la participación de autoridades locales y organizaciones campesinas e indígenas de México, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Cuba.

Mirar hacia el pasado y hacia el futuro

Las experiencias que se presentaron en el Foro tienen mucho en común: durante los años setenta y ochenta se formaron un conjunto de organizaciones sociales que se propusieron la recuperación de las tierras y la apropiación de los procesos productivos. Algunas de ellas lograron la conquista de los gobiernos municipales, como un espacio que ha permitido desarticular el poder de los caciques y terratenientes; ha posibilitado el acceso de las comunidades a la información sobre derechos y recursos que se ignoraban; constituye un ámbito en el que es posible reconstituir las tradiciones e instituciones políticas de los pueblos indígenas; y ha permitido la formación de nuevos espacios democráticos, en los que el desarrollo local se define a partir de las necesidades y aspiraciones de todos los habitantes. Por eso, la lucha por los municipios implica también la defensa de las tierras y las culturas de los pueblos rurales, tanto indígenas como mestizos.

Este proceso ha implicado grandes sacrificios para los campesinos: ha costado las vidas de decenas de personas y ha exigido un largo aprendizaje colectivo. Todavía prevalece la herencia de los cacicazgos y de la militancia priísta forzosa. La corrupción no sólo acapara los recursos, sino también los espacios para que la gente conozca sus derechos. Además, los gobiernos de los estados buscan destruir los esfuerzos de los ayuntamientos democráticos, y sus acciones van desde los intentos de comprar los votos e imponer autoridades hasta la división deliberada de las comunidades y la destrucción del tejido social.

Durante los años noventa, en América Latina se ha enfatizado el desarrollo local. Por una parte, se abren nuevos espacios para que los pueblos indígenas, las organizaciones sociales y los gobiernos municipales tomen en sus manos los poderes locales. Pero, como este proceso va aparejado a la reforma neoliberal, implica que el Estado se desentiende de las demandas sociales y restringe los recursos destinados al desarrollo, limitando la participación social al acceso a ``mano de obra barata''. En este contexto resulta todavía más urgente la definición de planes de desarrollo regional autónomos, elaborados, aplicados y vigilados por las organizaciones sociales y comunitarias.

Un instrumento fundamental de los gobiernos municipales democráticos ha sido la planeación autogestiva y los procesos de autodiagnóstico desde todas las comunidades, ejidos, agencias o localidades que componen el municipio. Los ayuntamientos de Tanlajás, en la Huasteca Potosina; Cuquío, en Jalisco; Texcatepec e Ixhuatán del Café, en Veracruz, han logrado una amplia participación en la elaboración de los planes municipales de desarrollo que priorizan las obras y la distribución de recursos. En Tepoztlán, Morelos, se ha dado un proceso de apropiación de los organismos de planeación municipal, a través del Coplade-mun, que cuenta con la participación de los representantes de los barrios y las comunidades.

Construir el poder desde abajo

La coordinación autónoma entre varios municipios, para promover un desarrollo autosustentable, se ha visto frustrada por la imposición de formas de agrupación regional diseñadas por los gobiernos, que no responden a las necesidades de los productores campesinos. Cuando los presidentes municipales buscan crear espacios propios de coordinación, son amenazados con la suspensión de obras y el retiro de los recursos públicos. Por otra parte, las organizaciones tienen que convivir y hasta promover los programas del gobierno, que en ocasiones lesionan a las organizaciones con supuestas ayudas (como Procede o Progresa), que van fraccionando la participación.

El objetivo central de la participación de las organizaciones sociales en los gobiernos municipales consiste en contribuir a la construcción de un poder desde abajo. No se trata del poder de los gobernantes sobre los gobernados, sino un poder para hacer, para servir; capaz de recuperar el pasado, el futuro y la cultura de cada pueblo; capaz de expresarse en la participación, que es la única forma de dar fuerza y visibilidad a ese nuevo sujeto al que se ha llamado ``ciudadanos''.

Este proceso de construcción del poder desde abajo implica reconocer que los objetivos de las organizaciones sociales y de la participación ciudadana consisten en lograr una democracia social y económica, y no únicamente política. Se trata de la construcción de una red de alianzas estratégicas que se tejen entre los pobres: campesinos, indígenas, trabajadores, artesanos.

Es indispensable reconocer también que la ciudadanía no es homogénea, sino que tiene gran diversidad de rostros que la enriquecen. Por ello, la autonomía de los pueblos indígenas es una manera de fortalecer tanto sus identidades como la coexistencia entre todos los habitantes de los territorios locales y de la Nación.

Como dicen los tenek: ``no hay más camino que traza nuestro mundo que el que representan nuestras mujeres al danzar en círculo'' y que les permite mirar hacia adelante y hacia atrás simultáneamente, es decir hacia el pasado y el futuro.