Sventa mu xtal soltaro milvanuk
Para que no venga el ejército

A'yibun ti jk'ope, Ch'ul Chauk,
a'yibun ti jlo'ile, Ch'ul Vitz,
a'yibun ti ka'yeje, Chul Anjel,
a'yibun ti jresale, Ch'ul Ch'en:
Yu'un tal jtij tajole.
Yu'un tal jtij tavo'ontone, Kajval.
Yu'un lok'esbun tatuk'e,
yu'un lok'esbun takanyone, Kajval.
Yu'un makbikun ta be tavalabe, tanich'nabe, Kajval.
Manchuk mi xtalik ta jun ak'obal,
manchuk mi xtal ta po'ot sakub, Kajval,
manchuc mi xich' tal stuk'.
Mu jk'an xtal smajun ta jna.
Mu jk'an xtal yutilanun ta jk'uleb, Kajval.

Nichimal Muk'ul San Jwan, Nichimal Muk'ul Patron,
Yajval Ch'ul Banumil, Yajval Ch'ul Vinajel,
J'oxyoketal Totil, J'oxyoketal Me'il,
Sak Ch'enal Ch'ul Totil, Sak Ch'enal Ch'ul Me'il,
San Kixtoval Ch'ul Totil, San Kixtoval Ch'ul Me'il:
Mu x-och tal tavosil, mu x'och tal tabanumil, Kajval,
Muk'ul San Jwan, Muk'ul Patron.
Ak'o sikub li stuk'e, ak'o sikub li spistolae, Kajval.
Tzakbikun ti jbej yo jnichime.
Tzakbikun ti jbej yo jyanal te'e, Kajval.
Tzakbikun ti jbej yo jch'aile,
Chaklajun Ch'ul Totil, Chaklajun Ch'ul Me'il.

Escucha, Sagrado Relámpago,
escucha, Santo Cerro,
escucha, Sagrado Trueno,
escucha, Sagrada Cueva:
Venimos a despertar tu conciencia.
Venimos a despertar tu corazón,
para que hagas disparar tu rifle,
para que dispares tu cañón,
para que cierres el camino a esos hombres.
Aunque vengan en la noche.
Aunque vengan al amanecer.
Aunque vengan trayendo armas.
Que no nos lleguen a pegar.
Que no nos lleguen a torturar.
Que no nos lleguen a violar
en nuestras casas, en nuestros hogares.

Gran Florido San Juan, Gran Florido Patrón,
Santo Dueño de la Tierra, Sagrado Guardián del Cielo,
Padre del Cerro Huitepec, Madre del Cerro Huitepec,
Padre de la Cueva Blanca, Madre de la Cueva Blanca.
Padre del Cerro San Cristóbal, Madre del Cerro San Cristóbal:
Que no entren en tus tierras, Gran Patrón.
Que se enfríen sus rifles, que se enfríen sus pistolas.
Kajval, acepta este ramillete de flores.
Acepta esta ofrenda de hojas, acepta esta ofrenda de humo,
Sagrado Padre de Chaklajún, Sagrada Madre de Chaklajún.

Xunka' Utzútz' Ni


Hace ya un cuarto de siglo, la poeta y editora Ambar Past encontró en Chiapas, como hubiera dicho Bruce Chatwin, un lugar donde colgar el sombrero.Al mismo tiempo y por otros caminos, el fotógrafo Antonio Turok recaló en San Cristóbal de las Casas con una Leica en la mano, y también colgó el sombrero. A fines de 1998 ambos artistas, cada uno por su lado, consiguieron publicar la destilación de su trabajo.O del testimonio como fina creación.

Conjuros y ebriedades es un poderoso libro-objeto confeccionado en el Taller Leñateros con prólogo de Juan Bañuelos y epílogos de la constructora del volumen, Ambar Past. Allí se juntan rezos, conjuros y cantos de la voz tzotzil de los Altos de Chiapas, en el lenguaje nuevo y antiguo que vive en San Juan Chamula, San Andrés Sakamch«en y San Pedro de Chenalhó, lugares donde nacen casi todas las voces del libro.

En el panorama actual de nacimiento y florecimiento de las literaturas indígenas mexicanas, la colección de Leñateros ocupa un lugar especial. Son únicamente voces femeninas, lo cual es ya en sí revolucionario, tratándose de un mundo tan cerrado en las estructuras patriarcales. Además, se trata de palabras dichas, no escritas, pues las autoras, artesanas todas ellas, son ágrafas o casi. Y no obstante, su expresión corresponde a un idioma ritual, por así decir clásico, que apunta hacia los glifos de los antiguos mayas. Como escribe Past: ``Los tzotziles dicen su poesía todo los días, pero el lenguaje de sus poemas no es coloquial ni cotidiano...

El vocabulario de los conjuros es muy antiguo. Ya no lo entendemos del todo ya, pero forma parte de nuestra carne y a diario lo soñamos''.

En el libro, confeccionado en papel de flores, bagazo de caña y rastrojo de milpa, participaron más de 150 personas entre decir, escribir, traducir, empapelar, componer, tipografear e imprimir.

``Aquí en el ombligo del mundo, las mujeres viven muy apartadas de los hombres'', dice Ambar Past: ``Debido a esta separación, las mujeres han ideado una mitología femenina que los hombres desconocen'', y ahora vive en este libro, extraordinaria suma de encuentros.

Las traducciones al castía son de la cazadora-recolectora, con la colaboración de Xun Okutz y Petra Ernándes.

El ojo de Turok selló una nueva forma de la mirada en la región indígena de Chiapas. Muchas de las imágenes que reúne Chiapas: el fin del silencio (Ediciones Era-Aperture, México, 1998) son ya célebres. En los rincones rituales, cotidianos, mágicos, contradictorios, sincréticos y tercos, y desde la milpa milenaria hasta las calles de San Cristóbal la noche de la irrupción zapatista hace 5 años, Antonio Turok estuvo ahí. El resumen de su experiencia se le reveló en 1994, en San Andrés Sakamch`en, en el interior de su iglesia la noche de la fiesta patronal: ``En mis más de veinte años de convivencia con los mayas, jamás había intentado introducir mi cámara a ese recinto sagrado, por respeto a sus costumbres y a la abierta prohibición de violar esa intimidad colectiva. Pero ese día de noviembre fui invitado a fotografiar la fiesta del santo patrón, San Andrés. Al principio no entendí esa generosa actitud, pero unos meses después de la fiesta sucedió lo inevitable: el ejército mexicano, en febrero de 1995 comenzó a desmantelar sistemáticamente las organizaciones campesinas y a intimidar a la población civil. En ese momento comprendí que la comunidad había dejado de lado sus dudas en cuanto a mi presencia invasiva para contar con un registro lo más fiel posible antes de la profanación de su iglesia. La imagen del pasión, desnudo y temblando en las sombras, representa un gesto de fe que desafía los ciclos del tiempo. En el momento de fotografiar este rito de purificación alcancé un atisbo de mi papel y mi lugar como testigo.''

Ya no había lugar para la resignación y el silencio. El cuarto de siglo que registra Turok se corresponde con el nacimiento de eso nuevo que recorre hoy el país, para desconsuelo de los racistas y de los dueños del poder y del dinero: el despertar de los pueblos vivos. (HB)


CONJURO

PARA LA PEXI COLA

Recuerda a la gente que me tienen que comprar.
Que no vayan a ir a la otra tienda.

Mándame clientes, Kajval.
Con harta paga, Kajval.

Quiero vender mis cigarros uno por uno,
las galletas, los dulces, la sal.

Que tomen los refrescos;
que no se estén aquí enfriándose nada más
porque se oxidan las corcholatas.

Que no se vaya a agriar tu rocío;
que no se vaya a podrir el panta, la pexi.

Que me mantenga el Refresco como un hijo
que trabaja para dar de comer a su madre.

Loxa Jiménes Lópes


LA CAJA

QUE HABLA

``Buenas noches.
Vengo del universo.
Quiero pan
y media caja de refrescos.

¿Están allí, Hijos de Hombre?
¿Igual que siempre?
¿Qué dices, mujer, una pregunta?
Bueno, voy a llegar.
Espérenme un ratito.
No se preocupen.

¡Rin-Ran-Rin! Ya volví ya.
Lo que se ha perdido va a regresar.
Lo que no se encuentra va a volver.

Lo voy a pepenar entre los planetas
Y castigar al culpable.
¡Tipín, tipín, tipín!, van a oír mi látigo.
¡Ay, ay, ay!, va a gritar el ladrón.
No tiene más remedio.
Esto es su destino.

Son cincuenta pesos.
Y un kilo de copal.

Saludos, Hijos de Mujer.
Adiós, Defensora de los Ángeles.''

María Ernándes Kokov