La Jornada Semanal, 13 de diciembre de 1998



Rick Schultz

entrevista con Martin Amis

La fama y la infamia

Martin Amis autor de Dinero, Campos de Londres, La información y El infierno americano, entre otras, encarna el mito del Fausto moderno. ``El éxito es algo vulgar, la materia que hace las novelas de Jackie Collins. La escritura seria trata del fracaso, no del éxito. Como dijo Henry de Montherlant: `La felicidad escribe en blanco. Es algo que no aparece en la página.'''

De cómo el mercado le trajo a Amis una atención no deseada y más fama que nunca

Un descamisado Martin Amis se recuesta al lado de la piscina, de cara al sol en la azotea de un elegante hotel del Westside. Muy cerca, senos al aire, una escultural y joven mujer se asolea en una de las sillas. El espectáculo parece no importarle a Amis. Un ejemplar empastado proveniente de Inglaterra de Las aventuras de Augie March, de Saul Bellow, se halla sobre la mesa a su lado deformándose bajo el calor. Resulta que el libro tiene una dedicatoria: ``Para Martin, mi gran amigo, con cariño, Saul''.

Amis ha sido una celebridad literaria durante años; hijo adulado y quisquilloso del célebre novelista Kingsley Adams, niño malcriado de las letras inglesas, ahora se enfrenta a la madurez, y a los cuarenta y cinco años se ha convertido en un personaje notorio -por lo menos en su país. Tuvo la osadía de pedir un adelanto de 800,000 dólares por su novela La información y de abandonar a su próspera mujer estadunidense por una igualmente próspera novia también estadunidense. Se atrevió a gastar 30,000 dólares en unos dientes nuevos. La negociación de The Information (1995) apareció en su momento en la prensa británica tan frecuentemente como el asunto de O. J. Simpson o el de Clinton y Lewinsky en los Estados Unidos.

``Transcurrió un año en el que me sentía una mierda'', afirma Amis refiriéndose no sólo a la ruptura con su esposa, Anthonia Phillips, y a los efectos que este hecho tuvo sobre sus dos jóvenes hijos, sino también a las amistades que se truncaron cuando traicionó a su agente y amiga de toda la vida, Pat Kavanaugh. En su lugar, Amis contrató a Andrew ``El Chacal'' Wylie, de infame reputación, por su afán de lucro y su talento para ``piratearse'' a los clientes. Además, Kavanaugh es esposa del novelista Julian Barnes, quien era buen amigo de Martin: jugaban tenis, billar y ajedrez juntos. Ahora esto se acabó.

``De haber sabido que todos se enterarían -un encabezado en Time y un debate al respecto en el Washington Post- me hubiera suicidado en ese mismo instante'', dice Amis. ``Pero todo esto me endureció, porque no puede uno andar neurótico y con secretitos sobre algo de lo que todos están enterados. Por eso más vale decir, ¡al carajo!''

Durante una buena temporada, agredir a Amis se convirtió en el pasatiempo nacional de Inglaterra. ``Yo siempre desquito mis adelantos'', declaró la famosa novelista A.S. Byatt a la prensa británica. ``No veo por qué tendría yo que subsidiar su codicia, sólo porque tiene que financiar su divorcio y se acaba de reconstruir la dentadura.''

``En Inglaterra se me trató de una manera inaudita'', dice Amis. ``El libro no se examinó honestamente y a conciencia. El tono de alguna de las reseñas fue increíble. Los críticos afirmaron que el libro no tenía nada rescatable.''

Amis se resiste a decir que los estragos que sufrió por parte de la crítica fueron producto de la envidia, pero ¿de qué otra cosa podría tratarse? La envidia jamás dirá, ``Soy envidiosa''. Más bien suele decir cosas como ``Tengo criterios morales altos'' o ``Me asquea el materialismo''.

``Me gustan las controversias virulentas'', dice Amis. `El buen material no se asimila inmediatamente. Deben existir reticencias, incluso gente que se ofenda por la obra. Uno tiene que provocar a la gente, que ir a contrapelo. Pero hay límites; la lectura de mi trabajo avinagró por completo a los críticos ingleses.''

Durante su annus horribilis personal, Amis se refugió en su trabajo, y a ese respecto afirma: ``Nada ha podido impedirme que siga en esto. Lo escrito es lo único que permanece inmutable.''

Afortunadamente para Amis, la acrimonia acerca de su jugoso adelanto sobre La información (y sobre su flamante dentadura) no tuvo consecuencias del otro lado del Atlántico. ``En Estados Unidos todo ha salido a la perfección.''

``Este asunto sobre sus dientes es una ridiculez'', según el novelista estadunidense Richard Ford. ``Si consideramos lo que obtiene John Grisham por sus novelas, aquí el adelanto de Martin no hubiera causado el mínimo revuelo. Nuestra reacción hubiera sido ¡Qué bien, vas por buen camino!''

Amis considera La información como una obra formativa. ``No se trata de un trabajo pulido'', dice. ``Da la impresión de que algo falla, pero así salió. Sabía desde un principio que las pasiones presentes en el libro no se asimilarían, que conservarían su furia, y que la obra estaría impregnada de mi desconcierto personal.'' Mientras escribía La información, Amis comenzó a vivir la novela en carne propia. Al igual que su personaje, Richard Tull, se vio involucrado en una relación extramarital. Aunque la imagen que da Amis sobre el tema de la infidelidad es esencialmente de índole literaria. ``Toda escritura es infidelidad'', dice (para su ex esposa seguramente el asunto no fue tan abstracto.) ``Nunca estás disponible al cien por ciento para nadie, ni siquiera para los niños, porque siempre tienes encendido ese aviso luminoso de las preocupaciones en el tablero. Esto significa también que a partir de cualquier incidente doméstico siempre te preguntas cómo escribirías sobre el tema -estás en un cuestionamiento permanente de cómo percibiría esto un escritor. Te hallas a menudo ligeramente ausente. En comunión con tu libro, sin importarte lo que suceda, y hay algo de tristeza en todo ello... pero esto es inevitable en la literatura.''

Quizá la opinión pública considere a Amis como una mierda de primera, pero él no deja de contar con lectores que cada vez lo admiran más y, como hombre de letras, se trata de alguien de primera y punto. ``En realidad, Martin es muy agradable, porque no se toma muy en serio'', dice Ford. Para Amis, haber soportado el conflicto que representó su crisis de la madurez abiertamente, frente a un público hostil, nos remite a uno de sus rasgos inconfundibles: lo posmoderno. Según él, ``el hecho de que todo sucediera en público'' es lo que le confiere el elemento posmoderno al asunto. ``Había un tipo en una camioneta afuera de mi departamento, del de mi novia, y al exterior de la casa de mi esposa.'' Algunos escritores se regodean ante tal notoriedad; Amis no. ``La fama es como una secadora de ropa que te agita hacia todos lados'', se lamenta. ``Para un escritor esto es en cierto modo superfluo. En sí, el éxito es un estorbo. Tiene la única ventaja de atraer a los lectores, pero el resto dista mucho de ser divertido.''

En La información, su octavo y muy posmoderno libro, Amis aborda temas como la envidia y la crisis de la edad madura (``si usted dice no haber atravesado por una crisis en su vida adulta'', sostiene el pesimista autor, ``entonces es precisamente porque está sufriendo una crisis de esta naturaleza''.) De igual modo en sus anteriores sátiras, Dinero (1984) y Campos de Londres (1989), La información alude a la decadencia moral y cultural; sin embargo, en esta ocasión Amis no se limita a desempeñar el papel de un alegre y malicioso observador. En el libro nuevo existe una meditabunda intimidad, un complemento ideal entre el tema y el tono. La información contenida en La información realmente también lastima a Amis. ``La creencia de que la muerte es un rumor y de que tú eres la afortunada excepción -¡cuán listo eres!- casi podría considerarse como la definición de la juventud'', dice. ``Sin embargo, alrededor de los cuarenta, lo fanfarrón se acaba. La crisis de la cuarentena es una reacción histérica a esta situación.''

No obstante la profunda universalidad de su tema, no todos los lectores tendrán una fácil experiencia con La información, ``Yo me divertí muchísimo'', comenta Richard Ford, pero me pregunto qué pensará al respecto alguien ajeno al mundo literario. Otros escritores, aunque declaran su aprecio por Amis, reconocen que les ha costado trabajo leer novelas tan largas y densamente presentadas.

``No pude terminar Campos de Londres'', afirma el escritor de novelas de misterio, Elmore Leonard, cuyo nuevo libro, Riding The Rap, recibió críticas muy favorables de Amis en un ejemplar reciente del New York Times Book Review. ``Siempre he pensado que la mayoría de las novelas contienen demasiadas palabras. Sin embargo, Amis cuenta con el don del lenguaje; él puede permitírselo. Ese es su punto de vista y eso es lo importante acerca de sus libros.''

La opinión del padre de Amis también salió a la luz, al declarar ante Charles Michener en la revista Esquire: ``No logro llegar al final de un párrafo: son demasiado rebuscados. Me recuerdan lo que alguien dijo sobre Kipling, `bombardea con expresiones felices'. Es muy importante escribir una frase aburrida de vez en cuando.''

En efecto, puede ser que Amis père tenga algo de razón. Dada la falta de personajes agradables y la presencia de argumentos que a menudo no conducen a nada, La información es posmodernista a ultranza. Para Amis, el lenguaje debe danzar sobre las páginas, lo que es mucho más importante que una trama coherente. Su padre, que pocas veces lo lee, le dijo en alguna ocasión. ``Hijo, no debes estar jodiendo continuamente al lector.'' Sin embargo, Martin no está de acuerdo. ``La motivación en la novela, en mayor o menor grado, ya pasó a la historia'', le advirtió a su padre. Según Amis, ``el arte radica en complacer al lector empleando formas complicadas, y no necesariamente a través de una historia bien contada'', dice: ``Tomemos a los grandes relatores de historias, como Dickens por ejemplo. Sus tramas son completamente caóticas. Como lo señalo en La información, el argumento de La pequeña Dorrit está centrado en este enredo: alguien le hereda dinero a la hermana del hermano más joven del tutor del sobrino de su amante. Una trama así la podemos encontrar en todas partes. En realidad, Dickens prevalece debido a su voz, sus percepciones, sus ritmos y su prosa.''

Cuando se le recuerda que su padre piensa que el posmodernismo es solamente una moda, Amis replica: ``Sí, pero él se equivoca. El posmodernismo no es simplemente un carro al que uno se sube. Se trata de una etapa en la evolución de la prosa en estos tiempos. Siempre lo he practicado. Desde mi primera novela había destellos de su presencia. De alguna manera se encuentra en nuestra sangre. Nunca pensé que el posmodernismo sería un camino muy fructífero para la literatura; sin embargo, resultó ser increíblemente profético ya que hoy en día todo el mundo es posmoderno.''

No obstante, advierte, ``El posmodernismo está dejando de ser útil. Cuando se han escrito novelas posmodernistas tan soberbias como La contravida, de Philip Roth, no se puede llegar a mayor complejidad. Al acercarnos al milenio, siento que en torno a la literatura en general surge un gran `¿Y ahora qué?'''

Aun cuando La información recibió reseñas espléndidas, tanto del diario New York Times como de su edición dominical, Amis fue zarandeado por los semanarios Time y especialmente Newsweek, cuyo crítico Jeff Gilles escribió que la novela era ``tan sólo una explosión de hostilidades confusas sin un núcleo emocional verdadero'', añadiendo que las ``comas, dos puntos, paréntesis y guiones se arrastran por toda la página como microbios carnívoros.'' ¿Y qué respondió Amis? ``El comentario sobre la puntuación no es sino un cúmulo de pendejadas. Realmente me saca de quicio. No me importa el resto de lo que dice. Soy extremadamente sensible respecto a la puntuación -refleja fielmente lo que yo quería expresar en la obra y es necesario hacerlo de esa manera- y de ningún modo es una excentricidad.'' En alusión al comentario de que su libro ``No cuenta con un núcleo emocional'' y que contiene ``explosiones de hostilidad'', Amis responde con sarcasmo, ``¿hostilidad hacia quién? Se tragó la frase más estúpida del libro, que en realidad es un roman à clef''.

Amis, como Norman Mailer, forma parte de un grupo selecto de importantes críticos literarios y culturales que se han ganado el derecho de usar la primera persona en sus reseñas. Como revelará la lectura de cualquier ejemplar de Los Angeles Times Book Review, el uso del ``Yo'' es una mera vanidad para la mayoría de los escritores; sin embargo, en el caso de Amis es el resultado de un punto de vista firme, fruto de una sensibilidad intensamente cultivada y de un trabajo literario sólido. ``Siempre he pensado que dedicarse a escribir crítica constituye la otra faceta de ser una persona culta.'' En su actividad como crítico literario, Amis pone un espejo frente a personajes tan variados como Claus von Bulow, Truman Capote e Isaac Asimov. Respecto a More Die of Heartbreak, de Saul Bellow, escribe: ``Es tan denso como gracioso, tan atiborrado de ideas, tan ricamente asociativo y tan cruelmente contemporáneo como cualquier otra cosa que haya escrito.'' Tal descripción caracteriza fielmente las propias novelas de Amis cuando escribe sobre John Updike: ``Su fascinación por el mundo tangible es definitivamente promiscua: puede referirse tanto a una catedral como a una taza de excusado con la misma deslumbrante intensidad.'' Los lectores podrán sospechar, atinadamente, que se trata de una cualidad que Amis también persigue.

El autor, que también fue editor literario de The New Statesman a los 27 años, da y recibe por igual. ``He escrito críticas que han acabado con algunas carreras'', dice sonriendo. En una de las más cáusticas, en el New York Times Book Review, Amis hizo trizas las memorias incómodas de Richard Rhodes intituladas Making Love. ``Lo que el Sr. Rhodes nos presenta, en cualquier caso, es una catarata de desvergüenzas. Making Love es, sin duda, un libro candente, pero el calor se concentra en las axilas. Todo esto dicho muy `tiernamente'. Pero como se trata de `hechos reales' (sucedieron), el Sr. Rhodes se permite la clases de clichés que hasta el peor de los novelistas desecharía con impaciencia... Con frecuencia, cuando el Sr. Rhodes actúa con agradecimiento y reverencia te ves obligado a releer la frase, aunque no habrías deseado leerla ni una sola vez.'' Amis, quien ha soportado su ración de críticas negativas -``Las he recibido muy numerosas'' -dice que ``Más o menos concuerda con aquel que dijo, `Una mala crítica te puede echar a perder la mañana, pero no la vida'.''

Los antecedentes de Amis le ayudaron a desarrollar una piel correosa. ``Una de las ventajas de ser hijo de un escritor famoso es que te prepara para que te flagelen. Ves a tu padre recibiendo críticas mordaces y te das cuenta de que es parte del negocio.'' Cuando Amis aún se encontraba despertando de los ataques personales en su propio país, debió trasladarse a Estados Unidos. Después de todo, si uno de sus héroes, Vladimir Nabokov, logró hacerlo ¿por qué él no?

Pero no siempre fue el hijo de un padre famoso. ``Existió un auténtico asomo de pobreza durante los primeros tres o cuatro años de mi vida. Vivía en un departamento que mis padres compartían con un doctor indio y su mujer. Pero entonces mi madre heredó una pequeña suma de dinero, nos mudamos a una hilera de casas en una parte bastante agradable de Swansea, en el Sur de Gales, en donde mi padre era maestro.'' Así que no existió nada en su juventud que pudiera prepararlo para la extravagancia de gastar $30,000 dólares en su dentadura. ``El trabajo dental aún no se ha terminado. Apenas he iniciado con material provisional y todavía necesito todo tipo de implantes de hueso'', afirma, ``Pero no me sometí a lo anterior para masticar un puñado de chicles o para sonreírle a las cámaras. Fue algo más fundamental; mis dientes han representado un problema toda mi vida.'' Sin embargo, aun este padecimiento -sin duda fuente de regocijo para sus enemigos- le ha sido útil a Amis. La dentadura funciona como un indicador dramático de nuestra mortandad, su existencia transitoria puede agravar la crisis de la madurez de cualquiera. ``Los dientes son tanto internos como externos -son nuestros huesos exteriores'', dice. ``Habitas entre ellos, existe una vida un tanto extraña en nuestra boca.''

Los planes de Amis para el futuro incluyen escribir algunos cuentos cortos, completar una colección. La más antigua de las historias para el libro que planea se remonta a la mitad de los años setenta, cuando terminó El libro de Raquel. ``No es particularmente buena, pero soy menos autoprotector que algunos escritores que se censuraron a sí mismos como Auden y Robert Graves.''

Al igual que el poderoso aunque dispéptico poeta Philip Larkin, Amis ha tenido roces de tipo político. Por ejemplo, su visión novelesca de las mujeres ha sido catalogada como misógina. Amis acepta, aunque con cierto sarcasmo, que El libro de Raquel fue un ``libro prefeminista''. Sin embargo, piensa que nada bueno se obtiene al reprimir los sentimientos propios. Considera que, de permitirse que actitudes políticamente correctas corrompieran la búsqueda del novelista de las realidades, en ocasiones desagradables, de la vida, nada valioso se escribiría.

``Por ejemplo, el racismo es algo intrínseco a todos y que continuará siendo parte de nosotros mismos'', dice Amis. ``Liberarse de esos sentimientos puede ser sólo un objetivo, no algo que esté a nuestro alcance. El sentimiento familiar siempre conllevará algo de racismo -algún temor o desconfianza del otro. Es simplemente humano. Plantearlo de manera franca representa una actitud más adulta'', concluye Amis. ``La rabia proviene de la distorsión misma que implica imaginar que puedes limpiarte de la noche a la mañana de todas esas cosas: has identificado el problema y te has ocupado de él de ese modo. ¿Sí? ¿De veras? Pues esto es tan sólo una ilusión.''

Traducción:
Alfonso Herrera Salcedo T.
Tomado de L.A. Village View