La Jornada miércoles 11 de noviembre de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

El mariscal Roberto Albores Guillén se afana en preparar un nuevo paredón. Esta vez, el destinatario sólo recibirá disparos oratorios y obuses retóricos, además de una especie de acta de defunción partidista. Se trata, según los actos en curso, de censurar públicamente al senador priísta Pablo Salazar Mendiguchía y de pavimentar el camino para su expulsión de facto.

La nueva maniobra bélica del sureste trata de acallar la voz independiente del senador, quien se ha convertido en una molestia para los mandos de su partido y gubernamentales, tanto de Chiapas como a el nivel nacional.

Acostumbrados a la disciplina castrante y al asentimiento acrítico de toda orden superior, los conductores de las políticas (¿pero las hay?) oficiales para Chiapas consideran que el legislador chiapaneco traiciona las necesarias complicidades con las que opera el sistema. Por ello, se ha convertido en un elemento incómodo, en un priísta indeseado, en alguien a quien los mandos partidistas invitan con reticencia a las reuniones rituales.

Pablo ha confirmado las dudas de quienes entienden la militancia en el Revolucionario Institucional como un acto de obediencia ciega a todo lo que venga de las alturas. Ha dicho lo que piensa, ha actuado como su conciencia le dicta y no como el coordinador o líder le impone, y ha actuado en Chiapas, su tierra, con una congruencia que irrita a los mariscales y sus superiores de cuatro estrellas.

Uno de los ejemplos recientes de esa conducta independiente que molesta a las alturas tricolores es la carta personal que Andrés Manuel López Obrador envió en días pasados a Salazar Mendiguchía -en el marco de comunicaciones personalizadas que éste ha hecho llegar a diversos legisladores para invitarlos a razonar su voto en el asunto Fobaproa- para detallarle aspectos de la operación de ese fondo con el que, por ejemplo, se perdonó a un gran consorcio el pago de una cantidad equivalente al presupuesto anual de la entidad chiapaneca, donde 90 por ciento de sus habitantes se encuentran en estado de extrema pobreza.

Por ello, el alto mando de Chiapas ha ideado una estrategia, tan genial como otras más de las que se tienen funestos resultados: desea aprovechar que el próximo fin de semana, cuando se realizará el relevo del presidente estatal del partido oficial; allí, en un acto multitudinario -de acarreo al viejo estilo- las fuerzas priístas ``se manifiesten'' contra Salazar Mendiguchía. (Breviario deportivo: sale José Antonio Aguilar Bodegas, diputado local plurinominal,quien será el coordinador del congreso local, para que en su lugar quede Reynol Ozuna, el secretario general actual del comité estatal priísta, quien ha ganado una gran fuerza frente al gobernador Albores Guillén, acompañándole a jugar básquetbol, la mejor destreza del citado Ozuna).

El linchamiento que se prepara en Tuxtla Gutiérrez es parecido al que se ha dado ya en Villahermosa, donde las huestes madracistas tratan de amedrentar políticamente al senador priísta Héctor Arguello, quien se atrevió a suscribir junto con panistas y perredistas un frente por la democracia y contra la represión que mucha molestia ha causado (y causará) al gobernador de Tabasco.

No regresó a Dublín por la respuesta

La detención de Carlos Cabal Peniche aparece como una expedita respuesta del gobierno federal mexicano a las pretensiones de Carlos Salinas de Gortari de reinsertarse en el escenario político nacional y de influir en el relevo presidencial del año 2000.

La osadía y el cinismo salinistas estarían así siendo castigados por una vía idónea: el empresario tabasqueño es un ejemplo claro de la manera como se privilegió a determinados personajes en el sexenio anterior, y su encarcelamiento, luego de mantenerse prófugo durante largos años, podría llevar a sesiones indagatorias y a recolección de declaraciones que ayudarían a castigar a Carlos y Raúl, el dueto del momento.

Hay, sin embargo, un dato notable: las relaciones peligrosas de Cabal Peniche se dieron principalmente con el hombre que ahora publica artículos en Newsweek, pero no sólo con él. También forman parte de las sospechas en torno a su mano contaminante otros personajes como, por ejemplo, Carlos Hank González y Roberto Madrazo Pintado e, inclusive, respecto a financiamientos de campaña, el propio doctor Ernesto Zedillo.

Cabal Peniche, en ese sentido, sería una especie de notario público de algunas de las más importantes transacciones realizadas en el círculo vicioso de los negocios y la política, de la riqueza pública utilizada para beneficios privados. Colocar al citado empresario en el terreno del acoso, y darle tribuna para defenderse y atacar, podría resultar de un alto costo para todos los involucrados en ese proceso de conversión de los dineros públicos en privados y la utilización de éstos para promociones políticas y electorales.

Por lo pronto, todos los indicios disponibles apuntan hacia una selecta lista de los primeros personajes damnificados por la detención realizada en Melbourne, Australia: Raúl Salinas de Gortari, cuya causa será oportunamente complicada, Roberto Madrazo Pintado, en cuyos exagerados gastos de campaña siempre apareció la generosidad del exbanquero, y el grupo hankista, del que éste forma parte.

Así es la política: a toda acción hay una reacción. Publicas, te respondo. No entiendes, hago detenciones. Lo malo de esa espiral (en la que se mezclan el narcotráfico, el lavado de dinero, el crimen organizado, y la política) es que, como ya lo vimos en 1994, la cadena de tensiones y enfrentamientos puede llevar a situaciones fatales. La guerra sigue adelante.

Una sonrisa viendo al futuro

Manuel Bartlett Díaz es, sin lugar a dudas, el gran ganador de los comicios del pasado domingo. Montado en su corcel de guerra, el polémico gobernador de Puebla ha atacado las posiciones panistas y ha promovido las propias, las priístas, con buenos resultados. Tal vez el mayor logro de este episodio que ha protagonizado el ex secretario de Estado, sea mostrarse como un político experto, con mano firme y con capacidad para vencer adversidades, tanto las externas como las internas, así proviniesen estas de las grandes alturas del poder nacional.

Bartlett no necesita pagarle a una compañía de investigaciones privadas para saber lo que una parte de la sociedad mexicana piensa respecto a él. Su nombre estará siempre asociado a los sótanos de la política: la caída del sistema en 1988 y los asuntos del narcotráfico son temas inevitablmente ligados con su figura.

Pero, aún así, en este mundo político mexicano de indefiniciones, de debilidades, de mediocridad, Bartlett ha logrado consolidar su figura nacional, remontar y buscar el disimulo de sus puntos históricamente conflictivos, y triunfar política y electoramente en su entidad, dejando un sucesor que si bien no le estará eternamente agradecido, tampoco estará en condiciones de acuchillarlo de inmediato. Por si todo eso fuera poco, Bartlett ha logrado comprimir a la derecha poblana y exhibir sus divisiones y debilidades. Sería mezquino negarle mérito a los varios buenos resultados obtenidos por él en estas batallas previas a la del 2000.

Astillas: Una baja más en la corriente de Carlos Castillo Peraza: ha renunciado al panismo Luis Correa Mena, quien actualmente es diputado por un distrito de Yucatán y que antes fue un cuadro distinguido del ex presidente nacional blanquiazul que renunció a la militancia partidista para dedicarse a la reflexión filosófica. Correa Mena es hijo de Víctor Manuel Correa Rachó, un panista pionero de la conquista de posiciones políticas desde el flanco de la oposición, pues gobernó la ciudad de Mérida en la década de los años 60. También fue uno de los coordinadores de la campaña de Castillo Peraza por el gobierno de la ciudad de México. En Yucatán mantenía fuertes diferencias con la cúpula directiva estatal de su partido, en particular con la actual senadora Ana Rosa Payán y con el ex alcalde emeritense Patricio Patrón...

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