La Jornada 24 de abril de 1998

En Mirada de mujer no se traicionó la historia

María Rivera Ť Ayer, tres horas y media antes de la transmisión de Mirada de mujer, el equipo de Argos salió de la casona de Polanco donde se grabó el último capítulo, hacia los estudios de Azteca Digital para empezar la edición. Por la mañana, el productor Epigmenio Ibarra y el escritor Bernardo Romero habían decidido la conclusión de la exitosa telenovela. La Jornada estuvo presente durante la grabación.

Finalmente todos tenemos derecho al amor y a la felicidad, y eso es lo que ahora estamos proponiendo, exclamó Angélica Aragón, al comentar, feliz, el final de Mirada de Mujer. ``Este es un final abierto, como el destino, como la vida. Sabemos lo que va a suceder hoy, pero no lo que pasará mañana''.

En una agencia de viajes, entre las calles de Emilio Casteló y Edgard Allan Poe, se desarrolló la última escena de la exitosa novela producida por Argos y transmitida por Televisión Azteca.

Bajo la dirección de Walter Doehner, quien entró como ``bateador emergente'', debido a que Antonio Serrano no podía postergar la filmación de su película Sexo, pudor y lágrimas, los personajes de la telenovela, María Inés y Alejandro Salas, se reencontraron en un final que los espectadores podrán llenar con lo que su imaginación desee.

A la una de la tarde, el equipo de Argos fue citado en la casona de Polanco. En ese momento supieron que la exitosa serie llegaba a su conclusión. Alrededor de la seis de la tarde la escena final se repetía una y otra vez. A veces se desconectaba algo, otras, alguien quedaba fuera de foco, tampoco faltó un avión que cruzara inoportunamente.

Frente a un monitor, el equipo de producción comentaba la escena. En la primera parte, una deslumbrante Angélica Aragón, de traje sastre gris y blusa blanca, soltaba una frase a su hija, que condensaba su transfiguración de ama de casa sometida a mujer independiente: ``Los lujos que una mujer se puede pagar con el dinero que ha ganado, se justifican''. Los que no acababa de salir era el final final. El reencuentro entre la heroína y Ari Telch.

Epigmenio Ibarra se paraba de su asiento para no ver lo que pasaba en la pantalla. Sus compañeros reían mientras comentaban: ``Este es de los que no ven los penalties''. Otra vez se escuchaba: ``Corte para edición. Grabando: cinco, cuatro, tres, dos, uno''. Y a empezar de nuevo. Momentos después, Angélica Aragón y Ari Telch con grandes carcajadas rubricaban que había final.

A las 7:30 Epigmenio Ibarra sólo quería ``editarlo y salir al aire, para esperar a ver la reacción de la gente, aunque uno nunca queda bien con todos''.

-¿Se cumplieron la expectativas?

-Sí, yo creo que María Inés se encontró a sí misma y además hay una puerta a la esperanza.

No menos nervioso, Walter Doehner aceptaba que se sentía ``horrible''. Agregó que había realizado la conclusión porque no podía decir que no.

-¿Se siente satisfecho con el resultado?

-Sí, sí.

A unas cuadras, ahí en Polanco, Antonio Serrano continuaba la filmación de su película.

Ibarra explica cómo se decidió el final: ``Habíamos estado platicando con la gente y hoy en la mañana (ayer) hablamos largamente con Bernardo Romero sobre las diversas opciones, y se decidió, sin traicionar el destino de cada personaje, abrir este final. No hay traición a la historia, todo está dentro de la lógica, es su mismo destino. Además, quisimos incluir un homenaje a Octavio Paz. Darle la palabra final al poeta con Piedra del sol''.

Mientras se retocaba en su camerino, Angélica Aragón, miraba hacia el futuro: ``Quiero estar fuera de cámaras un rato y esperar un muy buen proyecto para volver a trabajar en telenovelas como actriz. Ahora quiero incursionar en otros espacios, por ejemplo en el de la producción, con una novela de corte histórico''.

-¿Qué aportó a las mujeres esta telenovela?

-Un espacio muy importante de discusión, de polémica, sobre asuntos de mujeres. Yo creo que el México de abril de 1998 es muy distinto al de mayo de 1997, cuando empezamos a grabar esta telenovela. Esta serie entró en el preciso momento de la apertura democrática en el país, que coincide con un despertar de las mujeres.