``Preparan'' otro atentado a Samuel Ruiz: Chanteau
Blanche Petrich Ť En la víspera del Miércoles de Ceniza un amigo de Michel Chanteau lo fue a visitar a la casa parroquial de San Pedro Chenalhó.
``Cuídate'', le dijo.
``Y que se cuide también don Sam.'' Le reveló que ``se está preparando'' un nuevo atentado contra el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz. Y que hay ``alguien'' listo y entrenado para llevarlo a cabo. Le advirtió también que dos hombres estaban vigilando su casa.
De regreso en Francia, Chanteau admite en entrevista telefónica que ``apenas voy aterrizando'', cinco días después de su fulminante expulsión del país. Y relata lo que vivió la semana pasada.
Durante la ceremonia del día miércoles 25 de febrero --cuenta-- le llamó la atención la presencia vigilante de dos individuos que no eran feligreses habituales de su iglesia.
El jueves decidió ir a San Cristóbal a consultar con su amigo y connacional, Andrés Aubry, las advertencias recibidas. En el camino una patrulla de Seguridad Pública detuvo la combi donde viajaba y los policías lo obligaron a descender. Le dijeron que era una ``revisión rutinaria'' de sus papeles. Una vez en la oficina del Instituto Nacional de Migración fue puesto en manos de los dos desconocidos que había visto en misa un día antes. Le dijeron que ``no estaba el jefe'' y tendrían que ir a Tuxtla Gutiérrez. Al llegar a la capital el vehículo de Migración se desvió hacia el aeropuerto.
``Entonces no me cupo ninguna duda. Entendí que todo estaba hecho''. Oficialmente la Secretaría de Gobernación asegura que a Chanteau se le respetó el derecho a una audiencia y a llamar por teléfono para avisarle a alguien de su detención.
--¿A mí? Jamás --dice Chanteau.
Cuenta que fue ``un amigo'' quien avisó al consulado francés sobre su desaparición, y que el propio cónsul lo localizó en la oficina del INM en el aeropuerto. El diplomático les inquirió a las autoridades qué pensaban hacer con su connacional y a Chanteau le preguntó a quien deseaba que se le avisara. El pidió que le comunicaran a su superior en Francia, al padre Tenchevray y al Comité Episcopal Franco-Americano. Esa fue toda la intervención del cónsul. Una vez que se retiró, el interrogatorio a Chanteau continuó y concluyó cuando oyó que lo ``sentenciaban'' a ``la expulsión definitiva''.
Previa advertencia: ``Eso sí, padre. No vaya a hacer declaraciones a la prensa'', le dijo un oficial del INM.
--¿Está usted enterado que alguien declaró a los periodistas en su nombre?
--Son unos cabrones --suelta Chanteau del otro lado de la línea.
Con todo lo ocurrido, el párroco de Chenalhó expresa: ``Tuve suerte. A los compañeros curas que deportaron antes los golpearon. A mí no. Tuve un poco de miedo cuando llegué a unas oficinas de la PGR en el aeropuerto. Me hicieron bajar unas escaleras y unos guaruras me presionaban: ándele, apúrese, más rápido. Pero nada más.
--¿Cómo fue el interrogatorio?
--Largo. Eso sí, me preguntaron si tenía hambre. Me trajeron un sandwich y una coca.
--¿Sobre qué fue?
--De todo. Muchas preguntas. Lo que más les molestó fue lo que le dije a la señora Lolita de la Vega. Ella me preguntó sobre la matanza de Acteal. Yo le contesté: usted sabe muy bien que hay dos versiones. La oficial sobre una venganza o un conflicto intercomunitario. Eso es pura mentira. Y otra, que es la verdadera, de que a los paramilitares que cometieron la matanza los preparó el gobierno. Le dije: sé que con esto me voy a condenar, pero hay que decirlo. Es la verdad. Y no sólo lo dije yo. Ha salido en La Jornada y en Proceso.
También me preguntaron si era consejero del EZLN. ``Qué pasó, les contesté. Yo entiendo que los indios lleguen a ese extremo, pero sé que las armas no son la solución. Eso los enojó muchísimo''.
--La Secretaría de Gobernación también argumenta que su situación migratoria era irregular, que usted tenía visa de traductor, no de sacerdote.
--Desde el 27 de septiembre de 1995 estoy bajo amenaza de expulsión. Mis papeles estaban en trámite y Gobernación me engañó hace dos años. Un día recibí en Chiapas la llamada de Miguel Esponda, de Asuntos Religiosos. ``Miguel, te felicito. Ya salieron tus papeles. Sólo tienes que venir por ellos y pagar 500 pesos''. Tomé el autobús y me fui al Distrito Federal. En Migración me dijeron que tenía que subir al octavo piso, Asuntos Religiosos. Ahí la licenciada Hale me dijo que mi resello todavía estaba en estudio. Y por cierto ahí mismo me preguntó cómo había conseguido mi estatuto de inmigrante.
--Migración dice que usted tenía visa de traductor del maya para el Inemarc, y que Samuel Ruiz se la consiguió sin ser eso cierto.
--No es cierto, el que me la consiguió fue Miguel Limón Rojas (actual secretario de Educación Pública). A él lo conocí cuando estuvo al frente del Instituto Nacional Indigenista. Cuando ascendió a subsecretario de Gobernación y conociendo él mi trabajo me ofreció tramitar un estatuto más estable. El sabía que había pasado casi 25 años como turista. De él fue la idea de que pidiera visa como traductor del Inemarc. Todavía no se reformaba el artículo 34. Pero con la reforma Samuel nos ordenó regularizar nuestra situación como sacerdotes. Cuando mi estatuto pasó de inmigrante a inmigrado me llamó Miguel Limón. ``Qué pasó, tocayo --me dijo--, ¿ya te metiste en problemas?''. No, le contesté, soy el mismo que conociste. Limón me dijo: ``No te preocupes, tocayo, cualquier cosa me llamas''. Pero mi tocayo nunca más me volvió a contestar el teléfono.
Chanteau recuerda que como párroco de tantos años bautizó y conoció desde niños a los que murieron y los que mataron en la masacre de Acteal. ``Por eso no puedo explicar mi tristeza''.
Semanas antes, en una entrevista con L'Humanité Hebdo, Chanteau había expresado:
--``Yo vi el apartheid entre indios y mestizos en los Altos. Aún hoy hay gente en Chiapas que considera a los indígenas como ``gente sin razón'', como en tiempos de fray Bartolomé de las Casas. En mi parroquia, el primer día en que celebré la misa en tzotzil los mestizos se salieron de la iglesia. Cuando digo: ``mis hermanos indígenas'', ellos me contestan: ``eso lo será usted; nosotros no''.
Y agrega: ``afortunadamente los indios ya no se dejan. Se acabó. Desde el levantamiento de los zapatistas en 1994 caminan con la cabeza en alto''.
Entre las ``actividades no autorizadas'' que expuso Gobernación a la prensa para explicar la expulsión de Chanteau está la de que ``según gente de la comunidad'' el párroco practicaba una religión ajena al catolicismo. ``Eso dice la gente mestiza. Dicen que permitir que los indios recen a su manera no es catolicismo. Para mí no hay más que un solo Dios. A él ellos le rezan a su manera y yo a la mía. Ellos saludan al tatic sol, a la metic virgen María, pero es lo mismo''.
--¿Piensa apelar la decisión del gobierno mexicano e intentar su retorno a México?
--Al expulsarme me dijeron que si hacía la lucha por volver me iban a dar 10 años de cárcel.
Chanteau se ríe, al fin. ``Eso de mi regreso lo dejo en manos de los organismos no gubernamentales. Al fin que mi corazón todavía está allá''.