En San Cristóbal, 9 mil meros zapatistas llaman a la Cocopa a ``no dejarse intimidar''
Hermann Bellinghausen, enviado, San Cristóbal de las Casas, Chis., 1 de febrero Ť Alrededor de 9 mil indígenas del EZLN y el FZLN desfilaron esta mañana para demandar que ``la Cocopa no se deje intimidar y exija el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés'', y que cese el ``hostigamiento'' militar y policiaco sobre las comunidades.
``Estábamos esperando que este 1997 iba a ser un año de diálogo y de paz. Ahora nos damos cuenta de que estábamos engañados'', dirá un orador indígena durante el mitin, al concluir la marcha con la cual dan inicio las movilizaciones regionales del Congreso Nacional, en apoyo a la reforma constitucional sobre derechos y cultura indígenas basada en los Acuerdos firmados en San Andrés por el gobierno federal y el EZLN.
Integrantes del FZLN trataron de
tomar la radio estatal en San Cristóbal.
Como no lo lograron, pintaron las paredes
para hacer públicas sus demandas.
Foto: Ana Isabel Patiño
Doce cuadras completas del centro de San Cristóbal, llenas de indios, atiborradas de ellos. Había momentos en que eran tantos, que se tenían que detener. La voz desde un camión aconsejaba:
``No suban a la banqueta, compañeros. La banqueta no es para nosotros, sino para los que nomás quieren mirar.''
De todos modos, al desembocar en la plaza de la ciudad coleta, los alrededor de 9 mil indígenas de los Altos de Chiapas que exigían el cumplimiento de los Acuerdos de San Andres ya ocupaban las banquetas.
Multitudes contra huesos
Es la marcha mero zapatista más grande desde el inicio del conflicto hace 3 años. Es decir, la aparición pública más numerosa de las bases de apoyo del EZLN.
``Esos del pasamontaña, joven, sí son zapatistas'', dijo a un amigo un comerciante coleto al paso de la marcha. Luego agregó: ``Y son un chingo. Cada vez son más''.
El hombre no lucía propiamente aterrado, más bien hecho a la idea. La marcha fue pacífica, ordenada, incluso serena (y la serenidad no es atributo frecuente en las manifestaciones de protesta). Salvo excepciones, el comercio coleto mantuvo abiertas sus puertas, a diferencia de otras veces.
Acompañan a los zapatistas algunas organizaciones independientes que apoyan sus demandas: La Arriera Nocturna, de Chilón; Las Abejas, de Chenalhó; Tres Nudos, de Oxchuc, y Vashakmen, de Los Altos, entre otras. Por tal variedad, se agregan otras demandas, particularmente la de energía eléctrica, que ha sido cortada en muchas comunidades indígenas por falta de pago a la de pronto expedita Comisión Federal de Electricidad.
La salida de los civiles zapatistas ha sido recibida por el poder otra vez con un concierto de huesos. Ahora resulta que la Paca sembró a su consuegro en casa de Raúl Salinas; cuando salió la comandante Ramona, esos mismos huesos eran del diputado Muñoz Rocha y los estaba cosechando la PGR. Si entonces fue metáfora escatológica y con dedicatoria, ahora tal vez es casualidad, pero esos huesos malolientes vuelven a ser la nota que el poder opone al zapatismo civil. Medios de por medio, claro.
Las calles de Jovel resuenan este mediodía con frases contundentes: ``Fuera el Ejército Federal de todo el estado de Chiapas'', ``viva la democracia universal''.
A razón de 700-800 personas por cuadra (cálculo que no suena descabellado), la multitud ocupa 12 cuadras, llega al mercado municipal y regresa al atrio de la catedral. En la pelotera reconozco a mi amigo Sextino. Va como de costumbre con su calzón corto de manta blanca y su porte distinguido. Aunque lleva un paliacate cubriéndole la cara, sus ojos de águila y su fina cabellera entrecana son inconfundibles. Es un tipo serio, silencioso, pero a su alrededor en ese momento la gente grita vivas a los comandantes Tacho, David, Ramona, y Sextino alza el puño. Muchos traen tenis o botas; las mujeres, sandalias de plástico. Sextino, huaraches, y es que él viene de un pueblo muy tradicional, muy lejos y muy campesino, del municipio rebelde de San Juan de la Libertad. ``Mero zapatista'', como dice él.
Tenía mucho de no verlo. Ya a las últimas rondas de San Andrés, donde se ponía en el cinturón de seguridad, no fue. Más tarde, cuando los manifestante están en la plaza y a punto de iniciarse el mitin, Sextino se quita el paliacate y me le acerco a saludar.
Está contento del letrero en el estrado. Me lo lee en voz alta, antes de extenderme la mano: ``No tenemos que pedir permiso para ser libres'' y sonríe. Tiene un humor inquietante, y conserva su tipo de Omar Shariff, sin bigote. Viene solo. Es decir, sus compañeros se pusieron en otra parte. Así es él.
A diferencia de las anteriores marchas zapatistas, no acudieron las comunidades del norte, que suelen ser abundantes, pues la Seguridad Pública les impidió salir hacia San Cristóbal. Como se sabe, en la zona norte de Chiapas sí hay guerra. Tampoco vino nadie de ninguna de las Cañadas de la selva, por el cerco militar, que no las suelta.
Es decir, la mayor marcha mero zapatista sucede en ausencia de 3 de los 4 municipios donde el redivivo ex presidente Salinas de Gortari ubicó el conflicto, en ausencia de todos los municipios choles y algunos tzotziles del norte, donde se le reconocen abundantes bases de apoyo al EZLN. En resumen, los contingentes son sólo de los Altos, en particular la zona tzotzil. Y no obstante, a juicio de los observadores coletos, cada vez son más.
En todo caso, cada vez son más los que se atreven a desfilar en Jovel, con o sin pasamontañas, para las cámaras de la Presidencia de la República, que en esta ocasión se tomaron la molestia de filmar prácticamente a todos los manifestantes. Hasta Sextino hace la broma: ``¿Vio usted cómo nos retrataron? Ya llegamos al cine'', y otra vez pienso en Omar Shariff.
Por lo menos la mitad de los manifestantes no se queda el mitin. Así, mientras los oradores toman la palabra, los tzotziles que vienen de más lejos comienzan a regresar, para encontrar transporte y que no se les haga tarde.
Ante unas 4 mil personas, un orador indígena lee un documento de 14 puntos, entre los que destacan: ``apoyo a la propuesta de la Cocopa de reforma constitucional y rechazo a la propuesta del gobierno'', ``salida inmediata del Ejército, la Seguridad Pública y otras policías de nuestras comunidades'', el retiro de ``la emboscada del Ejército Federal entre Guadalupe Tepeyac y Nueva Providencia contra los zapatistas, en donde fue visto por última vez, el 11 de enero, el subcomandante Marcos''.
Otro punto hace referencia al ``abuso de la ignorancia y la necesidad de los pueblos que aún militan en el PRI'', a los cuales se compra ``con despensas, para que se hagan orejas''.
El orador había comenzado diciendo: ``El señor Ernesto Zedillo no nos quiere y no nos respeta. Estábamos esperando que este 1997 iba a ser un año de diálogo y de paz. Ahora nos damos cuenta de que estábamos engañados''. Y termina con un lacónico ``no nos rendiremos''.
El siguiente orador indígena, retomando el hilo, dice: ``Pase lo que pase, sabremos defender con honor nuestro justo reclamo'', y advierte: ``si al subcomandante Marcos le llega a pasar algo, el pueblo se levantará''. Siguen vivas al aludido. Alguien sube al templete un cartel que dice: ``Alto al ambiente de terror en San Cristóbal'', mientras se suceden en el uso de la palabra miembros de los Comités Civiles de Diálogo del FZLN de Comitán, Las Margaritas, Villas las Rosas y San Cristóbal, que vinieron para acompañar la marcha de los indígenas.
Unas oxchuquesas sostienen una manta donde aparece un tanque militar y dice: ``Este diálogo no lo entendemos'', mientras otra muchacha lee denuncias provenientes de Sabanilla y Pantelhó.
Para terminar, el mitin dedica un minuto de silencio ``a los caídos del 1o. de enero''. La voz de un vendedor de dulces, que no se da por enterado, subraya el impresionante silencio que se escucha en el corazón del Jovel.