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Arriban a la zona fronteriza con una salud mental muy frágil: MSF

Casos frecuentes de ansiedad, depresión y estrés postraumático

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▲ Tras meses de tensión y espera, sufren pérdida de interés por realizar actividades diarias, dice sicóloga.Foto Luis Castillo
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Periódico La Jornada
Domingo 14 de abril de 2024, p. 11

Matamoros, Tamps., La violencia y las condiciones de precariedad que viven permanentemente los migrantes en esta zona fronteriza les generan afectaciones físicas y emocionales, ha documentado la organización humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF), que alerta sobre la frágil salud mental de esta población, con el registro frecuente de casos de ansiedad, depresión y estrés postraumático.

La situación en los campamentos y albergues es muy preocupante. Hay pocos servicios para atender a las personas en contexto de movilidad, afirma Pooja Iyer, coordinadora de proyecto de MSF en Matamoros, donde con un equipo de 80 especialistas –incluido el de la oficina de Reynosa– ofrecen servicios gratuitos de atención médica primaria, de salud mental y apoyo de trabajadores sociales en el borde del río Bravo, los albergues Nuestra Señora de San Juan y el de Alfredo Pumarejo, así como en la asociación civil Ayudándoles a Triunfar.

Muchos de nuestros pacientes son de Venezuela, Haití, Honduras y México, que llegan a las consultas médicas sobre todo con problemas respiratorios e infecciones de piel, además de las afectaciones a la salud mental, detalla en entrevista.

Ante ello, llama a las autoridades de Estados Unidos y de México a acelerar el proceso de citas de solicitud de asilo a través de CBP One y reducir los riesgos y vulnerabilidades de los migrantes que se están quedando en las zonas fronterizas.

Carolina Mejía, sicóloga de MSF, explica que las situaciones de violencia en la ruta migrante y la espera de más de seis meses para obtener una cita CBP One genera muchísima tensión, ansiedad y en algunos casos depresión en las personas, esta última reflejada, generalmente, en la pérdida de interés por realizar actividades diarias.

Estas situaciones, dice, se complican debido a que los afectados en su mayoría están viviendo en albergues. Sin embargo, asegura, pueden salir adelante con el tratamiento adecuado, incluso en casos graves de víctimas de violencia sexual.

Depende de qué tan reciente ha sido (la agresión), pero muchas veces nos encontramos con la reacción aguda al estrés, que se refleja en estar alerta y sentir miedo por situaciones que antes no lo provocaban. A veces no quieren ni salir porque se sienten inseguros.

Uno de los casos de éxito fue el de Sonia, quien vivió un secuestro con muchísima violencia, incluida la sexual, y fue testigo de agresiones también hacia niños. Estaba en cama porque tenía lesiones físicas y recuerdos muy vívidos, nos decía que veía sangre en la comida, entonces no quería comer ni hacer nada, refiere Mejía.

Sin embargo, antes de cruzar a Estados Unidos, el 19 de marzo, lucía ya mucho mejor. Estuvo yendo a sus tratamientos, fue constante y en ningún momento se dejó caer. Poco a poco fue mejorando tanto en la parte física como de salud mental.

Ángel Núñez, gestor de actividades de salud de MSF, confirma que los casos de violencia sexual son sobre todo en mujeres, quienes relatan que las agresiones se dan sobre la ruta, antes de llegar a Reynosa o Matamoros.

A las víctimas, MSF las atiende de manera integral. Se ve su aspecto físico, si hay contusiones y/o desgarros, se prevén infecciones de transmisión sexual, pero también se aborda la parte de salud mental, porque estos hechos marcan a las personas hacia su futuro.