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Unicornios y dragones en el Louvre

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usto hace 11 años se inauguró el Museo del Louvre en la ciudad de Lens, en la cuenca carbonífera ubicada en el norte de Francia y símbolo de su desarrollo industrial. Es ejemplo de descentralización de la sede parisina para hacer más accesibles sus colecciones a los habitantes de otras regiones. En 2007, crearon el de Abu-Dhabi.

El de Lens tiene 28 mil metros cuadrados con todas las instalaciones que exige hoy día un museo. Está en medio de un parque de 20 hectáreas arboladas, con diseño de los famosos arquitectos Kazuyo Sejima, Ryue Nishizawa, Tim Culbert y Celia Imrey. Lo han disfrutado ya cerca de 6 millones de visitantes.

La sala principal del recinto es un espacio inmenso llamado La Galería del Tiempo. Alberga más de 200 obras de gran belleza y originalidad, de las cuales cinco son de Mesoamérica. Allí se ofrece una mirada cronológica sobre el arte, desde la era de Mesopotamia hasta el siglo XIX.

Ahora obtiene otro enorme éxito con la exposición Animales fantásticos, la más completa realizada hasta ahora sobre dragones, grifos, esfinges, unicornios, aves fénix, minotauros... La integran 250 obras (escultura, pintura, objetos de arte, películas y documentales, música) que abarcan desde la más remota antigüedad hasta nuestros días.

Es un viaje en el tiempo y el espacio para contar la historia de los animales más famosos a través de sus leyendas, sus poderes y su hábitat. Para preguntarnos quiénes son, de dónde vienen y qué quieren decir, además de cuestionar nuestras relaciones con estos seres, cuya presencia irreal no pierde vigencia en el imaginario contemporáneo, como muestra su inclusión en obras tan dispares como Harry Potter o Juego de Tronos.

Esos animales nos acompañan desde hace miles de años. A veces poseen rasgos humanos y poderes sobrenaturales. Encarnan la potencia de la naturaleza, su violencia, inmensidad y belleza. Su forma híbrida y apariencia monstruosa provocan fascinación o repulsión. Pero, a diferencia de los monstruos humanoides, se consideran criaturas que el hombre incluso puede domesticar.

Dos de las exhibidas son de México: Quetzalcóatl, el dios de los vientos y la lluvia, creador del mundo y la humanidad, y un dragón de bronce adornado con rubíes, de Leonora Carrington, que regaló el gobierno mexicano al Museo Nacional de Arte de Irlanda en 2010.